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Izuku llegó a su casa después de tres horas, con el cuerpo adolorido y no precisamente con lo que hubiera deseado. La única vez que le tocó fue para golpearlo ¡y ya!

Se echó a llorar en la entrada de su casa alertando a su madre, quien corriendo preocupada llevó consigo unos pañuelos.

— No te preocupes Izuku.— Talló su espalda suavemente.— No llores porque has reprobado tu examen.

— ¿Qué? ¿Quién llora por eso? Kacchan no me ha tocado.— Dijo entre lamentos.— No me toca por ser un burro ¡incluso si soy un burro guapo!

Inko lo miró sin saber qué decir, se alejó un poco dándole espacio a su hijo.

[Homo]ristic Donde viven las historias. Descúbrelo ahora