Capitulo 6

77 38 16
                                    

   -Tienes que estar de coña-se quejaba Ezra mirando a Ralen con una mezcla de entre asco y sorpresa-. Dime que estás de coña.

El pelinegro se acercó a él con una socarrona y satisfactoria sonrisa en los labios, le dio dos palmaditas en la cara y le soltó:

-Ya te gustaría, guapito- salió al pasillo del edificio y al ver que no le seguíamos se giró- ¡Vamos! Hay sitio en el coche pa' mí, ¿no?

Yo he de decir que estaba alucinando tanto como los Albu; sin embargo, Dominic chasqueó la lengua y pasó del tema. "No será la primera estupidez que hace Ralen, supongo" pensé.

-Tú con nosotros no vienes. Vamos que no, te saco a patadas del coche- sentenció Kora firmemente.

-Calla, pechugona. Si digo que voy, es que voy. Además, así os refuerzo la seguridad mágica de la mansión que es demasiado fácil de romper. Un hechizo hecho con prisas fue suficiente, fíjate.

Y antes de que los hermanos pudieran decir nada, Ralen se metió en el ascensor y, mientras las puertas se cerraban, el brujo se despedía con la mano. Kora dio un pisotón y empezó a gritar barbaridades insultando a la madre de mi amigo mágico. Yo no sabía que decir ni que hacer. Todo me pillaba por sorpresa y ninguno de los dos hombres que había allí decía nada a la chica gritona de pelo blanco.

-Kora, Ezra, no sé vosotros dos, pero yo voy yendo al coche.

-No hasta que se me ocurra como echar a ese maldito brujo de mi casa.

-Kora-intervino Dominic-, Ralen es un muchacho tozudo y como bien ha dicho, si va, es porque va. No le des más vueltas.

-¿No vas a intentar convencer a tu hijo?

-No es mi hijo, es mi protegido y no, no voy a tratar de convencerle de nada. Mayorcito es para saber lo que hace. Ahora, todo el mundo fuera de mi casa, quiero pasar la aspiradora que me habéis pisado la alfombra.

Y con las mismas, entró en su piso y nos cerró la puerta en las narices.

-¡Me cago en la...!

-Kora, no digas más groserías, por favor- dijo su hermano seriamente mientras le tapaba la boca. Luego, el chico me cogió de la mano y, seguidos por su hermana, nos metimos en el ascensor y bajamos a la primera planta. En la puerta estaba aparcado el coche negro de los Albu y Ralen estaba de brazos cruzados apoyado en la puerta del copiloto y su maleta estaba a su lado.

-Ezra, date la vuelta-dijo Ralen.

-¿Por qué?- en la voz del vampiro se notaba sequedad.

-Es que como ya tienes un palo metido por el culo, quiero ver si tienes sitio para la maleta.

Ralen comenzó a reírse y yo no pude contener la risa tampoco. He de admitir que me había hecho gracia.

-Vete a la mierda, brujo-contestó el albino.

-Ese sitio me lo han recomendado mucho, dime otro-reía mientras se limpiaba las lágrimas que caían por sus ojos.

Kora cogió la maleta y la metió en el maletero. Ezra se sentó frente al volante, la chica empujó a Ralen para entrar en el coche y el pelinegro me abrió la puerta, inclinándose un poco como si fuera un mayordomo.

-Las señoritas primero-bromeó. Yo me subí al coche y luego se sentó a mi lado. Me sonrió y dio un par de golpes al asiento de Ezra, el cual tenía enfrente.

-Arranca, chofer.

Vi en el retrovisor que el chico giraba los ojos y oí a Kora quejarse entre dientes. Ralen ni se puso el cinturón de seguridad, solo se reclinó en el asiento, con las manos tras la nuca y cerró los ojos para intentar dormir, pero volvió a abrirlos como platos cuando sonó una canción rusa de las que a Ezra le gustaban.

Cuento de un cazadorWhere stories live. Discover now