Virginia Wesley.
Una punzada de dolor se instala en mi cien, llevo mi mano a donde está esa punzada y me levanto de mi cama.
Estoy consciente de que acabo de hacer una verdadera estupidez al querer suicidarme hace unas horas.
¿En qué estaba pensando? Cierto, no estaba pensando en absolutamente nada, sólo fue un momento de desesperación, un momento de adrenalina que terminó en tragedia pura.
Roger tenía razón, era la forma más cobarde de huir de mis problemas, sólo tengo que..., enfrentarlos. ¿Cómo? No lo se.
Lo que si se es que necesito ayuda, alguien que me pueda hacer ruda y me quite por completo lo tierna e indefensa. Y para eso, hay tres personas ideales: Christopher, Roger y Ru. Descarto la idea de Christopher, el no está, pero me quedan las dos alternativas.
Me levanto de la cama algo aturdida, tambaleante y algo débil. Abro la puerta y me veo cegada por el reflejo del sol en los azulejos del piso.
Busco a Roger y a Ru por toda la casa, hasta que los encuentro charlando en la sala:
—No se porque Virginia hizo esa estupidez —dice Roger masajeandose las cienes.
—Esta frustrada —comenta Ru —Le hace mucha falta su hijo. Pobrecita, primero le arrebatan a su esposo y después a su hijo.
—Lo se, aunque no estoy seguro de cuanto tiempo más aguantaré en ocultar que... —paré muy bien la oreja para escuchar, pero no fue posible, porque Roger calló —Virginia, sal de ahí, ya se que estas ahí.
Bastardo, es listo el vejestorio este:
—No era mi intención, sólo los escuche charlar y me picó la curiosidad el saber de que conversaban —agache mi cabeza y puse mis manos atrás de mi espalda.
—Es de mala educación espiar a las personas jovencita —dice Roger, a lo cual Ru, se pone a reír.
—Callate Roger que tu eres experto en escuchar las conversaciones ajenas —sigue riendo Ru mientras dice eso.
—Animal, ya me descubriste —le lanza un cojín a Ru.
Este suelta una carcajada al ver que le pega en la cara. Ru, agarra el cojín y le da en el estómago a Roger:
—Ya basta, parecen niños chiquitos —los regaño a ambos.
—Perdon —dicen al mismo tiempo y se acomodan en sus asientos.
Camino por la sala y me siento enmedio de los dos:
—Pensé que aún estarías descansando —dice Roger mirando mis muñecas —necesitas mucho reposo Virginia, perdiste algo de sangre por tu...
—¿Estupidez? Lo se —lo interrumpo.
—Yo iba a decir por tu acto de desesperación, pero si tu lo quieres llamar así, bueno —se encoge de hombros.
Me acomodo en mi asiento, dándole un poco la espalda a Ru y mirando a Roger mejor:
—Obviamente es una estupidez, tu mismo lo dijiste, yo misma lo se. Es un total acto de cobardia —agacho la cabeza.
—Cualquiera en sus actos de desesperación y adrenalina, haria una estupidez como esa —levanta mi mentón.
Asiento. En realidad Roger tiene razón. Cualquier ser humano en este asqueroso planeta, en momentos como ese, no llega a pensar las consecuencias de sus actos, su cerebro se desconecta por completo.
Nos quedamos un rato en silencio, algo incómodo para mi:
—¿Y bien? —aplaude Ru, rompiendo el incómodo silencio —¿A qué se debe que hayas espiado, digo, levantado tan temprano?
Tomo un poco de aire y lo expulsó lento y ruidosamente:
—Me gustaría saber si me podrían ayudar en algo —digo chocando tímidamente mis dos dedos índices mientras veo a Ru.
—¿En qué? —levanta una ceja.
—Quiero que me ayuden los dos -señalo a ambos —A superarme a mi misma.
Ambos fruncen el seño, hacen una mueca y se voltean a ver al mismo tiempo:
—¿A qué te refieres Virginia? —esta ves habla Roger, acomodandose en su asiento.
—Si Virginia, ¿A qué te refieres? ¿Acaso no te gusta como eres? —pregunta Ru.
Trueno los dedos y señalo a Ru, con los mismos dedos tronados:
—Ese es el punto —me levanto para poder dirigirme a ambos —claro que me gusta como soy, pff ¿A quién no le gusta como soy? —digo egocéntrica y rodando los ojos, mientras que los dos se me quedan viendo con cara de pocos amigos —De acuerdo, de acuerdo, el punto es, que necesito dejar de ser como soy, claramente sin olvidarme de como soy, ¿Me entienden?
Niegan los dos y golpeó mi frente con la palma de mi mano:
—Mas idiotas no pueden ser —digo para mi —Necesito ser Ruda, necesito no tener corazón para poder cobrar venganza y salvar mi alma, aunque creo que al hacer eso, envenenaré mi alma —suspiro —Necesito que me entrenen ambos.
Ambos se miran perplejos, abriendo los ojos como platos:
—¿Estas segura que quieres eso Vi? —pregunta Roger. Era la primera vez que me decía "Vi" eso me agradó.
—Completamente segura. Quiero ayudar a salvar a mi hijo.
—Pero, ¿No estas conforme a que nosotros hagamos el trabajo? —dice Ru levantandose de su asiento.
—No es que no esté conforme, si no que -guardo silencio y tomo un poco de aire —No quiero estar aquí en la casa, hundiéndome en mi miseria mientras que ustedes están ahí afuera haciendo algo de servir.
Volvieron a mirarse:
—Por favor, yo sólo quiero ayudarles —le implore a ambos. Poco faltaba para que me les pusiera de rodillas.
Roger suspiro y se levantó de su asiento, poniéndose enfrente mío, al igual que Ru:
—Bien Vi, tu has decidido esto. Pero, te lo advierto, no será fácil, no tendremos compasión de ti al entrenar, te entrenaremos como a uno de nosotros, como a un hombre —se cruzo de brazos.
—Estoy de acuerdo. Si eso me ayudará a dejar de ser tierna e indefensa, perfecto.
Roger dio media vuelta, dejando la sala y dejándonos a Ru y a mi también en aquella sala:
—Mucha suerte Virginia, tu entrenamiento empezará mañana a primera hora en la mañana —guardo silencio y se aproximó a mi, quedando cara a cara —Solo, cuidate mucho.
Sus ojos brillaron y yo me estremesí:
—¿Eh? ¿A qué se debió eso? —pregunte algo incómoda.
—A que si no te cuidas, Roger hara que te patien el culo.
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La Venganza de la Viuda. © (Editando🍃)
Action"Mato por amor y la vida por ti doy" Vuelve Virginia Wesley, sumergida en un mar de tristeza y problemas que su Esposo le dejo, su única alegría es su hermoso hijo de 6 años, Hassan Persson. Ella tiene que luchar por la felicidad que merece su hijo...