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Quedé atónito, sus palabras parecían reales.

- Confía en mí.

Esas fueron las palabras que me hicieron llegar hasta donde estoy, a la deriva, en el punto final para acabar con mi vida; confié tantas veces y siempre fui traicionado, me utilizan y desechan como quieren, todo es tan efímero, tan ligero, como el aire frío que entumece mis huesos este día.

Sueño cada día en como desaparecer, volar sin reglas, suicidarme.

Nunca supe que el infierno existiera en plena etapa de la vida donde somos tan vulnerables, solo queremos aprender a extender las alas y volar, pero siempre nos equivocamos.

- No voy a confiar en ti, no, no volveré a caer.

Bajé del puente y corrí, corrí como si el viento me empujara para no cansarme, corrí hasta que mis pulmones ya no podían más y me frené, tuve miedo a confiar, a lastimarme, a ceder...

No me di cuenta cuando ya anochecía y yo seguía ahí, sentado en una banca de vidrios blanquecinos con lágrimas en los ojos y un cigarrillo en mi mano derecha, inhale de éste y exhale por la nariz dejando soltar humo, tomé mi bolso y me pare dejando el cigarrillo tirado en el suelo para luego pisotearlo, así se sentía cuando eran pisoteados, tal vez el cigarrillo tuvo buena vida.

Camino a casa recordé el poema que escribí a mis once años, esa pequeña frase que me hacia entender por qué me volvía masoquista y siempre caía en lo mismo.

Cada día es un infierno, en donde los únicos demonios son los que están callando mi boca sórdida y ignorante.”

Esa edad donde debería estar disfrutando y lo único que hacía era llorar preguntándome que había de mal en mí para que nadie se me acercara; ahora sé que tener personas a tu lado es igual a estar solo, pero que duele más.

It rains broken hearts[YM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora