Prólogo

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En la portada de un periódico reconocido de hace algunos años aparece una instantánea acompañada de mi nombre en la parte inferior. Junto a ella hay una columna en la que se recogen mis datos profesionales junto a las investigaciones que he llevado a cabo durante años. La noticia hace especial hincapié en un viaje al planeta Orión hace un par de años, coincidiendo con la navidad de dos mil veinticinco. Había descubierto tras años de investigación que podría ser un planeta habitable para el ser humano dadas sus condiciones biológicas y químicas. La tierra estaba comenzando a sufir efectos devastadores del cambio climático, la contaminación había llegado a tales extremos que nos vimos en la obligación de prohibir la habitabilidad en algunas ciudades.

Creía que había dado con la salvación a la especie al dar con ese nuevo planeta, aunque me equivoqué. El viaje que realizamos a Orión nos sirvió para descartar aquel planeta mediano como un lugar en el que vivir, en el que continuar con la especie humana. Allí se comprimían gases tóxicos que propiciaban la formación de unos patógenos desconocidos y agresivos. En nuestra breve excursión hacia el exterior, hacia lo desconocido, no fuimos lo suficientemente cautos, y sin pretenderlo, con nuestra llegada a la tierra, traímos un patógelo capaz de atacar el cerebro, provocando que las personas dejasen de ser dueñas de sí mismas y se dejasen llevar por la destrucción, ocasionando el caos. Se propagó un virus potencialmente letal que arrasó paulatinamente con toda la especie humana.

Nuestra única salvación era salir al espacio exterior. Así que las pocas personas que conseguimos salvar subimos a una nave con destino la estación espacial de la NASA. Bastaron unos años para dar con un planeta habitable, con condiciones muy parecidas a la Tierra. Lo bautizamos como Ezra y fueron suficientes cinco años para poder crear una nabe espacial con cabida para trescientas personas que nos llevara hacia nuestro nuevo hogar.

Estábamos dispuestos a comenzar una nueva vida y nada ni nadie iba a frenarnos en nuestro deseo de vivir en paz y armonía. Aún así, existía la posibilidad de volver a recaer en la destrucción, de modo que elaboré un proyecto que consistía en modificar las mentes de las personas para que pudieran ser controladas y no fuesen capaces de sentir nada. Había dado origen a los androides, personas aparentemente humanas, con una elevada inteligencia, capaces de resolver ecuaciones complejas y misterios que aún estaban por resolver. Así conseguimos que la tecnología avanzase a una velocidad de vértigo. Habíamos creado a una nueva generación, denominados Los Elegidos.

Hoy, el trece de febrero de dos mil cuarenta y siete, ha ocurrido un error al manipular la mente del usuario C4, y desconocemos cómo puede influir en el futuro. Solo nos queda agarrarnos a la esperanza de no caer en la destrucción y confiar en dar con una solución lo antes posible. El mañana comienza hoy.


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