Capítulo 3

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El cielo se presenta apagado, cubierto de nubes negras con destellos anaranjados que avecinan una fuerte tormenta acompañada de pequeños cristales esmeralda que se encargan de congelar los vidrios de las puertas y ventanas. Es una mañana lejos de ser bella, que anuncia la realización de los peores presagios. En mi interior está desatándose un fuerte temporal que amenaza con acabar con todo ápice de esperanza. Hoy es el día. Matt va a someterse a la conversión en androide, hoy su vida cambiará para siempre.

-¿Llevas el colgante?

Meto la mano en el bolsillo de mi chaqueta impermeable de color negra y extraigo un poco el colgante, lo suficiente para que mi mejor amigo pueda verlo. Asiente una sola vez y me aprieta con fuerza la mano a la par que pierde su mirada en el fondo del pasillo.

-Todo va a salir bien- intento transmitirle mis ánimos, aún teniendo grandes carencias en cuanto a ellos. No estoy segura de si será así, pero quiero creer que sí-. Estaré contigo desde el otro lado del cristal. No me separaré de ti ni un segundo.

-Sujeto T6, es su turno- informa Connor desde el interior del laboratorio, permaneciendo a la espera de la llegada del paciente.

Sin previo aviso me abalanzo a los brazos de Matt y le atraigo a mí con fuerza, grabando en mi memoria aquel momento para siempre, recordando cada emoción que forma parte de él, confiando en que en un futuro sólo se trate de una prueba más que superamos juntos, como siempre hemos hecho. Matthew deja un beso casto en mi frente y alarga su mano para acariciar mi cabello, colocándolo tras mi oreja.

-Tienes que descubrir más acerca de ésta nueva condición. Los androides pueden ser dóciles, pero al mismo tiempo podrían desencadenar la peor de las revoluciones- susurra cerca de mi oreja-. Cuidate mucho, Astrid.

-Te lo prometo.

Se aleja de mí, aún sosteniendo mi mano por unos segundos de más, y luego se libera de mi agarre y se pierde tras la puerta del laboratorio con el miedo reflejado en sus enormes ojos azules. En cuanto la puerta corredera se sella, siento que le he perdido para siempre. Abandono mi posición para acercarme, desesperadamente, a la ventana que comunica con el área en cuestión, y me permito contemplar todo el proceso de la conversión.

Alexander abandona una habitación cercana y se incorpora al pasillo a buen ritmo. Se acerca a un vigilante y le saluda dándole una palmadita en el hombro, aprovechando la cercanía entre ambos para arrebatarle una tarjeta de identificación. Continúa avanzando por el corredor, ignorando lo que acaba de suceder, comportándose con naturalidad, manteniendo en secreto su propósito. ¿Qué se trae entre manos?

Le echo una ojeada al chico que yace acostado sobre una camilla, inconsciente, siendo el sujeto de experimentos de los científicos, entre los que se incluye mi madre. Tardará un poco en volver en sí, tengo unos minutos de margen para ir en búsqueda de mi padre y asaltarle a preguntas. Persigo a mi progenitor hasta un corredor solitario, mirando a mi alrededor, asegurándome de que nadie está al tanto del cometido de Alexander. Comienzo a preocuparme por su secreto cuando me percato de que ha entrado en el área restringida a personal de laboratorio y guardias. Llega hasta una puerta metálica con un dispositivo de identificación a su derecha.

Se identifica como el guardia al que le desprendió de la tarjeta y espera a que la puerta se abra de par en par para adentrarse en el interior de una sala telecomunicaciones y vigilancia, donde se registran mediante pantallas los movimientos realizados en todos y cada uno de los corredores y estancias. En el puesto de mando hay un micrófono a través del que se puede dar a conocer un mensaje mediante los altavoces instalados en el edificio.

Me oculto tras la puerta y me aseguro de dejarla entreabierta gracias a la punta de mi zapato. Con disimulo soy capaz de ver a mi padre tomar asiento en el puesto de mando y activar el micrófono y una cámara para hacer llegar un mensaje a los elegidos, un comunicado que, probablemente, sea castigado por ser considerado un delito, de la peor de las formas posibles. Alexander se aclara la garganta y titubea unos segundos antes de dar a conocer lo que tiene que decir.

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