Capítulo 1

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He empezado a desarrollar un odio casi caníbal hacia las Mackenzie.

El tiempo: Al que le importas un comino. Le da igual si estás destrozada y hundida en la miseria. Le da igual que estés llorando una pérdida tan inmensa que te duele literalmente el corazón cada vez que respiras. No, al tiempo todo eso le da igual. El tiempo sigue pasando inexorable, nunca se detiene. Te gustaría que permaneciera inmóvil, eterno, pero las cosas no funcionan así, ¿verdad? Al tiempo le da igual que tú no estés preparada para seguir con tu vida. No le importa que seas incapaz de hacer cosas solo porque toque hacerlas.

Le da igual que estés tan mal que tengas el cuerpo entumecido. Él va a la suya, marcando los segundos y esperando que le sigas el ritmo.
Y eso es lo que hago.
Aunque me cuesta mi tiempo, eso sí.

Dos semana más tarde.

Durante estas últimas semanas, mi cama y yo hemos sido uña y carne. Por si te pica la curiosidad, no nos hemos separado ni un segundo. Esta era la semana en la que nos íbamos todos juntos de viaje por las vacaciones. Jordyn, Ariel, Mario, Carson, yo y... él. También íbamos a encontrarnos con Ricardo y algunos otros.

Pues les he estropeado el plan, les dije que fueran ellos, que yo necesitaba tiempo para aclararme. Quería que pensaran que estaba bien, pero, claro, resulta que esta multitud se preocupan de verdad por mí. Se dieron cuenta de cómo estaba y anularon el viaje. Lo peor de todo es que Jordyn y Brandon acabaron discutiendo por mi culpa. Y rompieron.

Es lo malo de tener parejas dentro de tu mismo grupo de amigos. Cuando alguien rompe, se cuestionan las lealtades y la gente acaba posicionándose aunque no quiera.

Brandon está de lado de Johnny. Por otro lado, Jordyn está de mi lado.

El verbo «romper» merodea por mi cabeza hasta que consigo apartarlo, como siempre. Las lágrimas, que a estas alturas ya deberían haber aparecido, amenazan con hacer acto de presencia y yo ya estoy harta de llorar. Esta no es la persona que quiero ser, la chica que no sale de la cama en toda la semana.
No quiero ser la que ahuyenta a cualquiera que se interesa por ella. No quiero que por mi culpa mis amigos den fin a sus relaciones. No quiero pasarlo tan mal y menos por un chico.

Pero resulta que yo soy así.

Cuando Johnny volvió a mi vida, me prometí que no cometería otra vez el mismo error, que no permitiría que un chico se convirtiera en el centro de mi mundo. La decisión tenía más que ver con mi ex que con él. Nunca me planteé el poder que tenía sobre mis sentimientos, ni se me ocurrió pensar que podía triturarlos como lo hizo. Por eso me enamoré hasta las entrañas. Y ahora él ya no está y yo sigo siendo la niña que lo siente todo con demasiada intensidad.

Me cubro la cabeza con la colcha, aprieto los ojos y rezo para que llegue el sueño. Cuando duermo, sé que no me pasará nada malo, pero en cuanto me despierto vuelvo a sentir el dolor, más fuerte que nunca.

Me cuentan que viene a verme todos los días y que todos los días lo mandan de vuelta por donde ha venido. Ariel dice que el primer día que se presentó en mi casa, Mario le puso un ojo morado, y la cosa podría haber sido mucho peor si ella no le hubiera parado las manos. También dice que él no se defendió, que se quedó ahí, inmóvil, y dejó que Mario hiciera con él lo que quisiera.

Saber eso despierta algo en mi corazón, como un pellizquito. Que sigue siendo la sensación dominante, pero cuando esa imagen en particular se materializa en mi cabeza, sé que estoy sintiendo algo. Me deshago de ella cuanto antes. No me interesa.
Lo que Ariel no sabe es que lo veo todos los días cuando se va. Da un portazo, como si quisiera avisarme, y es en ese momento cuando hago el esfuerzo de levantarme de la cama y asomarme a la ventana. Siempre se queda plantado en el mismo sitio durante unos diez segundos y luego se va. Una vez, muy al principio, vi que se desplomaba de rodillas en el suelo y su cuerpo se sacudía entre sollozos silenciosos. Aquello estuvo a punto de hacerme cambiar de opinión, pero luego me acordé del dolor, del dolor que me causó y que podría volver a herirme.
Más que suficiente para que me esconda de nuevo.
Así pues, ahora tengo que fingir que nada de esto me afecta, pero estoy mintiendo y, peor aún, me estoy mintiendo a mí misma. La cuestión es que me odio por pensar en Johnny. Está claro que a él no se le ocurrió pensar en mí cuando...

No Te Conozco - Jacob Sartorius, Joey Birlem, Carson Lueders, Brandon RowlandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora