— ¿Por qué te quedas ahí parado? ¡Ve a trabajar!Murdoc estaba que explotaba, tenía tantas cosas que hacer, y su asistente holgazaneaba.
— Dame un minuto señor.
Russel Hoobs, su asistente, atendía tantas llamabas cómo podía, lo peor de todo era que su jefe lo trataba de holgazán.
— Residencia Niccals...
— Hola Russ, soy María.
— Ehh, espere un segundo señora.
Russel casi corriendo entró a la oficina.
— ¿Que quieres ahora?
— Señor, es su madre.
Murdoc rodó los ojos y con una seña de manos le dijo a Russ que saliera.
— Contestaré desde acá.
Murdoc cogió el teléfono de su escritorio y de inmediato se contactó con su madre.
— Hola mamá.
Se escuchó la voz de la mujer.
— Hijo, tanto tiempo sin escucharte.
— Yo también te extrañe mamá.
Murdoc no evitó sonreír.
Después de unos segundos de conversación entre madre e hijo, María decidió llegar al tema.
— Murdoc, hijo.
— Dime madre.
— Es... Sobre Summer.
Murdoc gruñó con fastidio.
— ¿Que pasó con ella?
— Hijo... Ella quiere verte.
— ¿Y eso me importa mamá?— Dijo Murdoc con fastidio.
— Murdoc, Summer ya tiene cinco años, creo que merece que la cuides.
— Madre, ya hablamos de esto, no quiero tener nada que ver con esa niña.
— Murdoc, ¡Es tu hija! Summer necesita a su padre, por favor ten consideración.
Murdoc estaba harto, no quería a esa niña, no la quería cerca de el.
— Mamá tengo que irme, tengo demasiado trabajo que hacer.
— Pero... Murdoc...
Colgó.