Narra Kuroshi (seme)
Mis primeros recuerdos fueron totalmente desagradables, todo fue gris aunque lo viera todo en color, mi cuerpo lo sentía tan roto que ninguna emoción salía de mis labios, siempre estuvieron tan rectos, llenos de un vacío tan profundo que no podía ser llenado por nada.Mi padres se asustaron cuando se dieron cuenta de que no sonreía a mis primeros años de la primaria, tanto fueron sus miedos que acudimos a un hospital, que ahí me dieron diferentes examinaciones para poder hacer algo conmigo, hasta nos dieron medicinas para la antidepresión pero... nada funcionó.
Alertados consultaron con el psicólogo para darnos una sesión y ver que tenía yo, al principio no detectó nada pero después de varios en ese lugar se encontró una única respuesta satisfactoria y que marcaría mi vida: Si sigo a este paso con una emoción vacía, no seré capaz de sentir empatía por alguien y terminaré asechando al mundo que me rodea por tratar de sentir algo.
Asustados mis padres por ese dicho, decidieron encerrarme en mi habitación y privarme de mis amigos, en los cuales nunca tuve, siempre me hacían bullying por ser una persona que nada siente, que nunca llora, sonríe o se enoja.
Durante mi cárcel mis padres siempre buscaban la manera de hacerme feliz o que llorara, que sentiera algo pero nada funcionó, no importa que tanto juguete o aparato electrónico me compraran, no llegaba ninguna emoción a mi mente.
Los años pasaron, salí de la secundaria con buenas calificaciones, también con algunos moretones en el cuerpo hechos por los compañeros de mi escuela y mis padres, como estaban tan cansados de tanto intento de que sonriera o llorara, me usaron como saco para golpear y desquitarse con sus problemas de trabajo u otra cosa.
Al cumplir los 16 años, que fue en Febrero 17, ellos me echaron de la casa, me dijeron que ya era lo suficientemente grande para cuidarme solo, no me importó en absoluto, después de todo, no valían la pena, por mí es mejor que se mueran, nadie me importó en la vida, nadie me dio la felicidad que tanto deseaba.
Me compré una casa con sótano y ático para guardar todas las cosas de la escuela secundaria. A la primera semana, empecé a buscar trabajo para mantenerme y sobrevivir en esta vida, logré hallarlo gracias a un hombre que se perdió en la ciudad, queriendo encontrar un restaurante donde se encontraría con su esposa, él es empleado de un tienda de postres, me dijo que hacía falta un contador, ya que el anterior renunció por falta de interés en el trabajo, con gusto acepté sin problemas y me dio la dirección a donde debería ir.
Al estar en ese lugar, por primera vez la gente no me considera un fenómeno o el raro del lugar, todos eran tratados por igual, además que uno de los empleados sufre de hipoglucemia pero siempre lleva azúcar con él, además estamos en una repostería, por lo cual tiene más ventaja de estar trabajando en ese lugar.
Aun así, teniendo los recursos para mi supervivencia, nada sentí, nadie me interesaba en lo absoluto, deseaba que alguien llegara a mí o que algo completara este gran vacío que tengo pero era imposible, traté de hacer muchas cosas, la cocina, salir por allí, mirar a los animales o incluso ver la tele pero nada, no tuve cambio alguno, sólo vacío.
Llegó Marzo, la época de entrada a clases, donde todo sería nuevo, ya que estoy en la preparatoria y sigo buscando mi felicidad en la vida, a esa persona que podría ser capaz de salvarme y curarme.
Todo sucedió de repente... un chico de mi edad, o eso creo, estaba siendo acorralado por dos chicos mayores a él, parece que son de último año. El acorralado era demasiado lindo, de repente sentí que mis labios estaban haciendo curva para arriba, yo estaba... sonriendo, lo encontré, mi otra mitad, la persona que me hará feliz por toda la vida.
Su cabello naranja que parecen flamas de fuego, ojos café para alegrar la mañana, personalidad inocente y sumisa, justo de mi tipo pero no lo parece de todo así, como que su verdadero yo se oculta en lo más profundo de él.
Reaccioné cuando escuché un golpe, le dieron en la cara al pobre, mi rostro emergió ira pura, que entré a la pelea para ayudarlo, le di pero muy fuerte a esos dos que salieron corriendo.
El pequeño estaba tan asustado y enojado, me reclamó de que no necesitaba ayuda y que podía hacerlo solo, no le presté tanta atención, andaba embobado mirando su linda cara. Furioso se fue con su mochila colgando de su hombro, yo me dediqué a seguirlo aunque fuera por poco tiempo.
Me di cuenta de que su salón es el 2-A, al parecer es mayor que yo, que pena, al menos supe donde era, metí un poco la cabeza para ver sus acciones antes de entrar a mi salón, vi la peor escena de mi vida, una chica amable, de cabello castaño, se atrevió a besarlo, me di cuenta de que lo quería para mí, que esa chica debe de morir, él es mío y sacrificaré lo que sea necesario para tenerlo porque ese chico es: Mi color en este mundo gris que tengo.
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Me di cuenta de que no hay muchas historias yandere originales y yaoi.Además, en las historias yandere siempre ponen al uke menor al seme, en esta no, el uke es de 2do grado de la prepa, un año mayor al seme.
Opinen y voten si les gustó la historia y será la última nueva que publico, ya que el 20 de Agosto entro a clases y el tiempo de escritura se reducirá mucho porque es 3er semestre de universidad.
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Apostando por el yandere (yaoi)
RomansaTodos amamos una vez en nuestra vida y hacemos lo que sea para conseguir ese gran amor, pero no debemos de apostar por ello y más hacia un yandere porque es posible que al final te aseche y te enseñe lo que es el dolor verdadero.