capítulo 4

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Al dia siguiente todo sucedio normal, como si no hubiese pasado nada. Yo estaba que me subía por las paredes. Me había encantado ese beso, el mejor que me habían dado hasta el momento.

Aun recuerdo como sus labios carnosos se posaron en los míos, encajando a la perfección, como si de dos piezas de puzzle se tratase. El beso había sido tierno y a la vez apasionado. Los dos queríamos, aunque supiésemos que estaba mal, porque realmente lo estaba, eramos jefe-secretaria, y a parte tenía a mi pareja la cual llevo desde la noche sin hablar con él por comportarse como un cerdo.

Si os preguntáis que pasó con Gabriel, sigue en mi casa, yo estoy encerrada en mi habitación debatiendo si salir o no. No quería salir, pero tampoco podía estar encerrada en mi propia casa. Así que con valentía, salí de mi habitación.

Encontrándome con una vista espectacular, un Gabriel en la cocina preparando el desayuno. Olía bastante bien, y me asombro el hecho de que él supiese cocinar. No se le veía como una persona que cocinase, pero nunca hay que juzgar por  lo que piensa una.

Nuestros ojos conectaron, me sonrió, y siguió con lo que estaba haciendo.
Yo me queden un rato más a contemplarlo desde la lejanía, tenía una espalda ancha y tonificada, con cada movimiento que hacía, se le marcaban más los músculos de la espalda, por lo que deduje que iría al gimnasio o hacia algún tipo de deporte.

Yo no sabía como actuar, olvidaba lo que había pasado ayer por la noche? o no lo olvidaba? Tendríamos que hablar en algún momento sobre ese tema, supongo...

Almorzamos en un silencio incomodo, había mucha tensión, nadie de los dos quiso tocar el tema, había que aclarar las cosas, y cada vez que pasan los minutos más nerviosa y tensa me ponía.

Me puse más tensa cuando el timbre de casa sonó. Los dos nos miramos horrorizados, sabíamos muy bien quien podría estar detrás de la puerta. Y lo comprobamos al escuchar como aporreaban la puerta, sabía que era John, y no quería verlo, y menos con mi jefe en mi casa.

-¡Abreme Liz, se que estas ahí dentro!.- gritaba furioso.- ¡Como no abras la puerta la tiro a bajo!.- en otro momento le hubiese tenido miedo, y hubiese abierto enseguida, pero por alguna extraña razón, tener a Gabriel en casa me hacía sentir segura.

No sabía que hacer, si John ve a Gabriel aquí, se pensaran cosas que no son, y enfurecerá mucho más. Nunca lo había visto ponerse así, y a decir verdad, me sorprende que este actuando como un inmaduro.

-Vas a abrir.- sentenció Gabriel.- lo miré aterrorizada. ¿Este hombre estaba loco o que le pasaba?.- confía en mi, no te va a pasar nada.

-Pero es John.- dije histérica.

-Ya, y yo Gabriel encantado.- lo miré furiosa, ¿ahora se pone a vacilarme? será capullo.- abre.- sentenció.

No estaba muy segura de abrir o no, pero era mi única alternativa. Me dirigí hacía la puerta, hice una respiración profunda y abrí la puerta. Encontrándome con un John furioso y a la vez aterrador. Tenía la vista fija en mí, aún no se había dado cuenta de la presencia de Gabriel, como si me estuviese leyendo la mente, levantó la mirada, y miró con odio a los penetrantes ojos azules de Gabriel.

-Poco has tardado en irte con otro, eres una fácil y una puta.- me dijo John con una mirada de odio.

Yo no sabía que decir, no me salían las palabras, estaba en un estado que ni yo misma sabía controlar.

-¡No le hables así!.- me defendió Gabriel acercándose a mí.- eres tan poco hombre que solo te basas por lo que ves sin dejar que ella te explique como sucedieron las cosas.¡Así que vete de está casa si no quieres que te de otra hostia como la de ayer!

-¡No eres nadie para decir que hacer o que no hacer!¡Es mi novia y la trato como me da la gana!.- dice John levantado la mano para darme una hostia, cerré los ojos a la espera de que llegara, pero esta nunca llegó, cuando abrí los ojos, vi como Gabriel tenía en el suelo a John inmovilizándolo.

No me había dado cuenta, pero mis manos estaban temblando como si de gelatinas se tratasen, y de que mis ojos estaban cayendo lágrimas.

Nunca imaginé vivir una situación como esta, John siempre me había tratado bien, no entendía el motivo de porque se comportaba así, nunca le he dado razón para ponerse celoso.

-¡Largo!.- chilló Gabriel con su voz profunda y potente.

Esta vez John le hizo caso y se fue furioso dando un portazo a la puerta, yo seguía sin poder moverme del sitio, estaba estática.

Todo se quedó en silencio, solo se escuchaba la fuerte respiración de Gabriel intentándose calmar.

Unos brazos me envolvieron en un cálido abrazo que yo correspondí al momento. Agradecí enormemente ese abrazo porque de verdad que lo necesitaba

-Yo...yo lo siento, de verdad.- intenté justificarme por todo eso.

-No tienes que disculparte, es un cabrón, no sé como puedes estar con él...- dijo con asco.

-La verdad es que él no era así antes, él era dulce, cariñoso, amable...nunca lo he visto en esta faceta, y es algo que de verdad me aterra.

Me dirigí hasta él sofá, y ahí me desplomé, había vivido una situación muy intensa y estaba bastante cansada, tanto psicológicamente como físicamente.

Gabriel se sentó a mi lado pero no dijo nada. Mi mente no paraba de dar vueltas y vueltas, los engranajes de mi cabeza funcionaban sin descansar. La discoteca, John, Gabriel, las peleas, el beso... entre otras cosas.

Teníamos que hablar del beso, en algún momento lo tendríamos que hacer, no nos podíamos olvidar y ya, básicamente porque yo no podía olvidar ese beso, es más quería que lo hiciese de nuevo, era como sentirse en las nubes, pero estar tan alto conlleva que al regresar a la realidad te dieses una buena hostia, y la mía fue la indiferencia sobre ese tema.

-¿Alguna vez tendremos que hablar sobre lo del beso no?.- dije encarándolo. Enarcó la ceja y hizo una leve sonrisa.

-¿Te arrepientes se haberme besado?.- preguntó mirándome fijamente, y acercándose un poco más a mi. Mis pulsaciones empezaron a subir repentinamente, note un leve nudo en el estomago, y empezaba a ponerme nerviosa.

Como iba a arrepentirme de ese beso, si es el mejor que me han dado en años. Aún recuerdo como sus suaves y carnosos labios se posaron en los míos, produciendo una leve descarga, haciendo que mi bello se pusiesen de punta.

-¿Lo haces tú?.- le pregunté neutral, no quería que se diese cuenta que estaba teniendo efecto sobre mi.

- No evitas mi pregunta con otra pregunta.- dijo con una leve sonrisa y mirándome con esos ojos tan hipnotizadores. Cada vez se iba acercando más a mi, sin despegar la mirada de mis ojos. Podía notar como su aliento se mezclaba con él mio.- pero si te sirve, yo no me arrepiento.

-Yo tampoco me arrepiento.- concluí segura de mis palabras. Espero no estar arrepintiéndome.

Solo bastaron esas cuatro palabras para darme cuenta que estaba volviendo otra vez a sentirme en las nubes.

Gabriel (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora