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‘¡En busca de la rubia!

— ¡Maldito seas escoria! — se escucho aquel grutural y descomunal grito, haciendo eco por cada rincón, asustando a los que dormían, causando un accidente en la cocina donde una joven sirena cocinaba la merienda

— ¡Cállate idiota! — exigieron desde la cocina una voz femenina, se escuchó el estruendo de las ollas caer, después unas carcajadas.

La mansión Vongola era un caos enorme, desde el desmayo de Timoteo, este estaba en cama por orden del doctor, Xanxus le echaba la culpa a Giotto –obvio no se la iba a echar a si mismo, menos a Tsuna, alguien debía ser culpable– los sollozos del padre de ambos cielos se escuchaba en todo el lugar, haciendo que todos desearan hacer un complot para matarlo y callarlo.
El guardia personal del castaño –osea Hayato– estaba en una esquina plantando setas deprimido por haber fallado, mientras algunos le consolaban –Nana y Takeshi otros, solo veían en silencio como ardía todo –la histeria del consejo al perder ambos herederos, al llorón de Iemitsu, Hayato recriminandose en fin, era un puto caos.

A palabras de Xanxus.

El lobo bebía alcohol hecho por cierta sirena que maldecía a sus antepasados –por cosas que solo ella sabia– Squalo se había rendido al hecho de que el lobo dejara de beber, ya le valía, aunque fuera su pareja, era terco como mula.

En vez de lobo debió ser una mula.

— Mi pobre débil e inocente hijo, solo en ese peligroso bosque ¡Hay mi hijo! — el rubio lloraba llenando la esquina de una laguna de lágrimas donde Fran y Mammon pescaban

— ¡Trucha, trucha! — chillo Fran jalando la caña sacando el pez que se movía sin parar tratando de volver a la laguna.

«¿Como carajos en eso posibleLussuria nunca se acostumbraría a las rarezas de Vongola, y más la de esos dos «Bueno, habrá truchas para cenar» porque Fran tenia una canasta medio llena en el suelo.

Xanxus se carcajeó ante las palabras de Iemitsu, Tsuna era todo menos inocente, el mocoso era igual o más sádico que él, veían películas de horror juntos desde que el castaño tenía tres añitos.

El mocoso, como ya había dicho, podía cuidarse solo, si era una vasija frágil, debían de recordar que se podían cortar con esos fragmentos.

— ¡Mi bebé! — chillo otra vez llorando con mas fuerza

— Ni Nana llora así por su hijo, y es que ella lo parió — comentó la chica acuática caminando con una bandeja observando al hombre patético en el rincón

Natch «En Busca De Algo Más»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora