Prólogo

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Zeus se encontraba observando la realización de la pintura de él junto a su amada hija, Adara, quien apenas contaba con seis añitos de edad.

Era una pequeña muy hermosa, de cabellos castaños casi rubios, contaba con una hermosa sonrisa que enamoraba a todos por su gran inocencia y ni hablar de sus ojos, tan grandes con unas largas y rizadas pestañas, estos contaban con un color fascinante entre verde y gris.

Zeus tenía tanto miedo de que se hiciera realidad la batalla de los dioses y que ni todos juntos pudieran contra la obscuridad, tenía miedo no por la batalla, sino por lo que pasaría después.

" Cuentan que el día en que empiece la batalla de los dioses será tan ardua contra la obscuridad que sólo uno sobreviviría, este sería mandado al mundo sin ningún poder, solo lo acompañaría su inmortalidad "

El día en que Ava fue consumida por completo por la obscuridad para decir aquellas breves palabras nació su pequeña niña, Adara.

No fue hasta después cuando Zeus, mientras dormía pudo ver por si mismo lo que Ava había dicho antes de dar a luz, y lo peor fue que se diese cuenta de que el dios sobreviviente sería su pequeña y amada hija.

A partir de ahí el Dios se dedicó a entrenar a su pequeña puesto que sabía que ese día no tardaría mucho en llegar.

Cuando ella cumplió 16 años su padre mandó a hacer otro cuadro, este sí lo mandarían a la tierra con ella, puesto a que la tensión en el lugar cada vez era más grande, a lo que el presentía que la guerra ya no tardaria en llegar y acabar con todo, en cuanto la pintura se terminó le pidió a Hefesto que colocará el don que pronto su hija desarrollaría en un marco para el cuadro.

En cuanto el cuadro fue dejado en la tierra, solo fue cuestión de tiempo para que todo empezara, por qué una nube tan gris y espesa se apoderó de todo el Olimpo, de ella salían seres tan extraños, todos eran como personas deformes. Unos sin boca ni ojos, en el rostro solo tenían un par de orificios donde debería de haber nariz con unos brazos largos que daban hasta el piso y en lugar de dedos tenían unas garras.
Cada criatura era más fea que la anterior.

Y hasta el frente de todas esas criaturas apareció una figura corpórea de una mujer, con ojos tan negros como dos pozos sin fondo. Ésta caminó hasta llegar al frente de Zeus quien ya tenía puesta su armadura dorada y estaba más que listo para pelear, no importaba si tenía que dar su vida, solo debía mantener a su hija a salvo...

Lo curioso era que él no pensaba que la tendría que mantener a salvo de Ava, la misma mujer que le dio la vida a su bella hija.

OscurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora