Capitulo III

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Desperté en la habitación de mi abuelo, algo aturdida y confundida.

No sabía que era lo que estaba haciendo yo ahí, hasta que recordé lo que había sucedido después de tocar el cuadro. Pero lo que más rondaba en mi mente era ¿Quién rayos era esa mujer?, ¿Qué hacía yo soñando con ella?, ¿Qué le pasó a la bebé que Zeus le había quitado a la pobre chica? Pero la más importante de todas ellas era ¿Qué le habían hecho o qué era ella para que le pasará todo eso?

Miles de preguntas se formaban en mi mente y no tenía respuesta para ninguna, no sabía quién era yo o qué era lo que me estaba pasando y menos sabía quién era ese chico atractivo que me sostuvo en sus brazos para que no cayera y me diera de bruces contra el suelo.

El cual estaba sentado en el mullido sofá que estaba cerca de la cama y del escritorio con el que contaba la habitación. Al verme despierta el se acercó.

- ¿Estás mejor?- La verdad no me encontraba mejor, mi cabeza era todo un torbellino de dudas a las cuales solo se le unían más y más preguntas con cada sueño que tengo.

- Creo que sí, aunque me siento un poco mareada.

- Es normal, el hecho de que tus poderes hayan estado dormidos y fuera de ti por tanto tiempo hará que te sucedan estas cosas, mareos, dolores de cabeza, incluso puede que te duelan los huesos, porque te habrás dado cuenta que todo tu cuerpo cambio y bastante.

- Ok, entiendo. Pero porqué dices eso de "mucho tiempo", estás tomando en cuenta que tengo 20 años ya casi 21.

- Eso es lo que tú piensas. O es mejor dicho lo que te hicieron creer tus padres humanos, más que nada porque no era con ellos con los que debías despertar del largo letargo que estabas cumpliendo.

- ¿De qué hablas?

- Hablo de que en realidad tienes al rededor de unos 400 años, desde que el Olimpo cayó a manos de Ava, tu padre busco protegerte y te hechizaron para que ella no te encontrara.

- Y ella en que figura dentro de todo esto?, Digo a lo que me refiero es que no se absolutamente nada, ni de ti o de mi o de quién fui.

- Eso se puede arreglar con facilidad, más que nada por el hecho de que te he observado ahora que has dormido y por lo que veo, tus sueños te han estado hablando acerca de tu pasado. Así que para refrescarte un poco más la memoria te contaré una historia para que cuando vuelvas a dormir tus recuerdos hagan acto de presencia a través de tus sueños.

Después de que dijo eso, se acomodó mejor en el pequeño sillón en el que estaba sentado para después ponerse serio y empezar con su relato.

Un día, hace muchos años en la antigua Grecia había una mujer de gran belleza y carisma. Era todo lo que un hombre le podía pedir a nuestro padre Zeus, inteligente, con una gran alma y corazón que nadie más poseía. Su nombre era Ava, se creía que le gustaba viajar mucho por lo que significaba su nombre, al igual que contaban que ella era parte de un pequeño grupo de ciudadanos que les llamaban "cambiantes".

Un día, esa bella y amigable joven desapareció. Nadie más supo que fue de ella, nadie excepto los dioses que se juntaban en el Olimpo para alardear de que era lo que se iba a hacer con ella. Ya que nadie aportaba buenas ideas, Zeus decidió meterla dentro de su habitación para volverla una más de sus concubinas. Pero lo que le esperaba a Zeus con aquella mujer era una pequeña niña, después de tantas violaciones esa mujer quedó embarazada y a partir de ahí ella dejó de ser la misma, empezó a cambiar porque su magia blanca había desaparecido para dejar a la magia negra hacer lo que quisiese con ella.  Lo que nadie sabía, era que Ava era una descendiente del gran brujo negro Samaras por lo que ella no fue absorbida por la obscuridad, ella se volvió en la oscuridad misma.
Nadie en el Olimpo se creía que pudiera ser así, creían que era solo una joven más que no sabía dominar sus poderes y que desaparecería con el tiempo, así que la llevaron al calabozo más lejano que tenían ahí dentro para que nadie la escuchara mientras agonizaba.

OscurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora