Cuando abrí mis ojos, no estaba en la bañera y tampoco estaba desnuda, me encontraba en medio de una gran pradera con enormes trigos que me daban a la mitad del cuerpo,también llevaba un camisón que me daba a la rodilla y era blanco.
Hacia sol ahí en donde estaba, uno que no quemaba o calentaba, era un sol que solo iluminaba todo el lugar en donde me encontraba.Giré sobre mis propios talones para ver mejor el lugar en el que me encontraba y no había nada más, todo era como un sembradío. Así que opte por empezar a caminar, podía sentir la hierba en mis pies y con mis manos me intentaba abrir paso por el lugar esperando ver o sentir algo más, algo de lo que no me haya percatado anteriormente.
Pero nada, no había nada nuevo así que me puse a disfrutar de la suave brisa que empezaba a haber en aquel lugar, de la luz que emanaba el sol, de la suave hierba. Me recosté en el lugar para poder observar el cielo que era claro y sin ninguna nube que interrumpiera la luz del sol. Así era hasta que de un momento a otro todo el cielo se había puesto negro, sin ninguna estrella que se intentara asomar, si ninguna luna que me alumbrara y sentí como todo en mi se ponía tenso, había algo que andaba mal pues sentía como un aura pesada se iba acercando a mí, pero no me podía mover y no por que no quisiera, más bien por qué no podía.
Estaba sentada y ví a aquella mujer, vi a Ava que se iba acercando a mi con paso lento pero decido y cada que avanzaba más y más a mí, mi cuerpo empezó a reaccionar por inercia pues me levanté de forma un tanto brusca y mis manos empezaron a brillar entre tanta oscuridad, me puse en posición de guardia en espera de ser atacada, pero eso no sucedió. Cuando ella llegó hasta estar frente a mí me sonrió pero no de una forma guasona, fue más bien en la forma en la que lo hacía mi mamá adoptiva, fue de una forma dulce y tierna, lo que me desconcertó por completo. Levantó una mano y de ella salió una gran bola blanca y le susurró unas palabras para después lanzarla al cielo y que está explotara.
- Mi pequeña niña, has crecido tanto - conforme hablaba, su rostro, sus manos, toda ella iba cambiando, mostrándome a la misma hermosa joven que había soñado antes de que se oscureciera.
- ¿Quién eres?, ¿Dónde estamos?, ¿Porqué estoy aquí? - las preguntas salían de mi boca y ella mostrándose igual de cálida, me tendió la mano.
- Ven, te mostraré lo que es aquí - me dijo aún con su mano extendida a mí, yo aun titubeante le acepté la mano y comenzamos a caminar.
El cielo dejó de estar completamente negro, ahora habían estrellas y una gran y brillante luna alumbrandonos el camino. Ya no había solo hierba, ahora había un camino de piedras de río por el cual caminábamos, el tacto de las piedras en mis pies era frío al igual que el aire que empezaba a hacerse y que era cada vez más fuerte.
Caminamos por un largo rato, hasta que llegamos a una pequeña cabaña hecha toda de madera, con partes en las que las ventanas tenían la función de una pared y la puerta era solo una reja con red para que no entraran los mosquitos.
Al entrar, todo estaba meticulosamente acomodado, con solo dos sofás individuales uno en frente de otro y una mesa de centro que estaba alineada con los sofás en la sala que estaba situada a la izquierda del interior, en la pared que estaba a la derecha de la sala habían varias repisas con diversos libros y de diferentes idiomas, estos estaban acomodados de menor a mayor tamaño, el piso también era de madera.
Ella se adentró a la sala sin permitirme ver el resto del lugar y me indicó que me sentara en el sofá que le daba la espalda a la ventana.
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Oscuros
FantasyCorre... No puedes parar, debes seguir y no olvides mirar atrás... Corre con más fuerza, con más velocidad. corre como si tu vida dependiera de ello... Solo corría, sabía que alguien me perseguía y no podía dejar que viera mi última transformación...