¡ DOS !

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Había pasado una semana y media desde que había sucedido el accidente en el estacionamiento de la biblioteca. Como había sido de esperarse, el primer día de vuelta a clase después del accidente era como todas las películas te lo presentaban. Todo mundo murmurando sobre mí en los pasillos, mirándome como si fuera una verdadera asesina, cuando solo manché mis manos de sangre de la menta más literal y noble, queriendo ayudar a aquella chica moribunda.

    Ahora mismo estaba sentada en clase de etimología con todos en silencio; estaba mirando el pizarrón mientras mordía de vez en cuanto la goma de mi lápiz o incluso cuando no estaba en mi boca, hacía que éste chocara contra mi cuaderno causando el seco golpeteo que a muchas personas podía llegar a causarle molestia.

    El baile de graduación estaba próximo a llegar, por lo que me permití distraerme brevemente de la clase y pensar en ello. Las personas que irían y cómo lo harían. Probablemente yo tendría que ir sola, ¿Quien iría con "la asesina" de la escuela? Definitivamente nadie.

    A pesar de los pensamientos negativos comencé a pensar en qué podría usar para la ocasión. Había un vestido rojo en mi armario que no había usado hacía bastante tiempo, podría usarlo. Haciendo aquella sencilla decisión, regresé a la clase, encontrándome con todos más concentrados que de costumbre. Etimología siempre me había parecido la clase más tediosa de todas, incluso más que matemáticas.

    Comenzaba a poner atención a lo que decía el pizarrón cuando algo llamó mi atención, una figura externa había aparecido en la puerta, pude verla por el rabillo del ojo. La temperatura volvió a descender haciéndome removerme por el frío que sentí. Cerré brevemente los ojos con fuerza y suspiré, cuando los abrí, giré en mi lugar hacia la puerta, encontrándome con el pálido chico, que a diferencia de la última vez, carecía de barba. Di un grito ahogado y me paré, colocándome en paralelo a mi banca, creyendo en mi cabeza que aquella simple acción podría llegar a detenerlo. Sabiendo incluso en mis entrañas que no serviría de nada.

    A pesar de mis movimientos bruscos, nadie se movió. Parecían seguir prestando atención al pizarrón.

    El chico me miraba con diversión en sus facciones a la vez que me saludaba con su mano en completo silencio. Me sentía atrapada en una escena de película de terror, pero aquella simple acción de saludarme con su mano, hizo que algo dentro de mí me dijera que bajara la guardia. Mi alrededor había cambiado, el escenario era distinto. El aula estaba completamente vacía, no había profesor, las bancas estaban sencillamente arregladas y sentía el silencio del lugar.

    «¿Cómo es esto posible?».

    —¿Qué quieres? —no contestó, pero dio un par de pasos hacia mí.

    Algo dentro de mi cabeza, la parte cuerda, me dijo que retrocediera unos pasos, lo cual obedecí. Mi acción pareció divertirle, por lo que riendo volvió a avanzar.

    —¿Quién eres? —de nuevo no hubo respuesta sino que de nuevo avanzó en mi dirección con su sonrisa socarrona.

    Estaba cansada de estos juegos estúpidos, quería respuestas y las quería ahora.

    —¿Qué eres? —exigí saber cuando estuvo cerca mío.

    La pregunta esta vez no pareció divertirle, sino todo lo contrario. Lo noté en el cambio en sus facciones, las cuales endurecieron, haciéndolo lucir más feroz que la ultima vez, haciéndome sentir completamente impotente y asustada.

    Las manos me sudaban en frío y mi corazón iba a mil por hora, pero no sabía si era por miedo o por el simple hecho de su cercanía.

    Sus labios se separaron levemente, iba a hablar. Iba a contestar una de mis preguntas, con suerte todas... entonces todo desapareció. Estaba de vuelta en el salón con todos levantándose de sus bancas y guardando sus cosas, a la vez que Jannis, tenía su mano en mi hombro.

WORLD OF DEMONS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora