🥀 Dos

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Julianne consiguió que liberasen sus manos, aunque eso no significó que le quitasen también los brazaletes.

Estos, a petición de Okoye, habían permanecido rodeando sus muñecas, aunque al menos ahora podía levantarse de aquella incómoda cama.

Lo hizo con cuidado, pues todavía se sentía algo débil tras haber llegado la noche anterior a aquel lugar. Sin embargo, había sentido la repentina necesidad de salir de aquella cama, pues en esa posición había sentido la mirada de los tres posados sobre ella mientras Julianne se encontraba en desventaja.

Así que, en cuanto sus pies tocaron el frío suelo de aquella sala, sintió sus piernas tambalearse y perder el equilibrio.

Apenas sin que ella se diese cuenta, unos brazos la habían rodeado, impidiendo que cayese del todo.

Quedó algo encorbada y agarrada a la camiseta de T'Challa, que era quien había reaccionado a tiempo para parar su caída.

Elevó la mirada hacia él, pero no encontró las palabras exactas que decir, por lo que se limitó a incorporase con su ayuda y a alejarse levemente, apoyando ahora las manos sobre la cama detrás de ella, pudiendo así mantenerse en pie.

Luego Shuri, quien se había mantenido en silencio desde la revelación de Julianne, se cruzó de brazos y posó su mirada sobre la rubia.

—¿Qué significa que yo te traje aquí? —quiso saber.

Julianne pasó entonces la mirada a la chica.

Aunque intentaba ocultarlo se mostraba confusa e indecisa, pues lo que aquella mujer decía parecía más algo sacado de un libro de ciencia ficción que de la realidad.

Por otro lado, Julianne respiró hondo, sabiendo que no había vuelta atrás y que si quería que todo saliese adelante, debía confiar en ellos.

—Vine aquí gracias a ti con una misión —comenzó a explicar—. Es una misión... algo complicada y larga, pero comienza encontrando a una persona en especial. Solo a él puedo decirle toda la verdad.

Okoye apretó con fuerza su lanza y miró desconfiada a la rubia.

—¿Y por qué solo a él? —inquirió.

Julianne tragó saliva.

—Él sabía que vendría. Supo que le buscaría, así que sacrificó millones de vidas para que yo pudiese ir a reunirme con él.

Ante la mención de aquello, el rey dio un paso hacia delante con los ojos bien abiertos.

—¿De qué estás hablando? —casi jadeó—. No hemos vuelto a vivir una catástrofe así desde los sucesos con Ultrón. Se creó una ley para, precisamente, impedir eso —especificó.

Julianne giró la cabeza con rapidez hacia él, ahora siendo ella la que había sido pillada por sorpresa.

—¿Una ley? ¿Te refieres a los Tratados de Sokovia? —El rey asintió, observando cómo el cuerpo de Julianne se ponía en tensión y su expresión pasaba a la de una angustiada—. ¿Qué día es hoy? —preguntó casi con miedo.

Los tres wakandianos se miraron aún más confusos.

Se sentían desorientados por toda aquella situación y, aunque una parte de ellos les decía que lo mejor era dejar de oír las locuras que Julianne decía y exiliarla de Wakanda lo antes posible, otra parte les mantenía allí de pie, contestando a sus preguntas con el deseo de conocer a dónde iba a parar todo aquello.

—Ocho. Es jueves —contestó Shuri, pero Julianne negó con la cabeza.

—¿De qué mes?

The Possibility [MARVEL]Where stories live. Discover now