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De repente, Damon se separa de mí y me sonríe con dulzura, agarra mi mano y me lleva lejos del salón. Se lo agradezco mentalmente ya que no soportaba estar un minuto más ahí dentro.

Salimos al jardín y trato lo mas que puedo a ser como mi hermana, pero la imagen del beso de ella con Edward no se borra de mi mente y el beso que me dio Damon menos.
La mano de Damon sigue sosteniendo la mía, su cercanía me relaja.

—¿Qué apostaron? —lo miro sorprendida.

—¿Cómo?

—Sé que eres Bella... desde un principio lo note, y el beso me lo confirmó —él no me veía, solo hablaba viendo el jardín pero no parecía molesto en absoluto— No intentes negarlo, engañan a todos pero yo conozco muy bien a mi Elena. Ustedes definitivamente son muy parecidas, pero también son diferentes. Tu mirada es más serena y la de Elena está en una constante búsqueda de algo. Elena es extremadamente inquieta y aunque ahora sí interpretó muy bien tu papel allá adentro... no deja de ser mi Elena. Por eso salí, no quería ver como mi novia besaba al prometido de su hermana —noté molestia en su último comentario.

—Lo lamento Damon, yo...

—Sé que fue idea de ella, no te preocupes —por fin me mira y me sonríe gentilmente— ¿Por qué simplemente dices que no te quieres casar?

—¿Qué quieres decir?

—Disculpa, no quiero entrometerme pero veo tu constante lucha por querer parar esta fiesta y seguir con ella, por lo que asumo no quieres casarte y es por eso que tu y Elena cambiaron sus identidades.

Bajo la mirada con mucha vergüenza... Todos lo han notado menos mi padre. Pero nadie comprende su situación y es preciso casarme para ayudarlo. 

Nadie dijo más nada y se lo agradecí pero me quedé pensando en todo lo que había sucedido en todo este tiempo. Mucho antes de que mi padre tuviese problemas con la empresa fue que conocí a Edward, así que no es interés sino que entre más pronto me case con él mi padre estará mejor.

Un aire helado golpeo mi rostro, comencé a temblar levemente por el frío de la noche y sentí que alguien colocó algo sobre mis hombros para cubrirme, supuse era Damon y me relajé.

—Gracias —susurré sin verlo.

—No hay de que... —me quedé de piedra al escuchar su profunda voz.

Miro a mi derecha y Damon ya no se encontraba cerca. Me giré totalmente y ante mi estaba Edward, su rostro estaba serio, muy serio, comencé a temblar pero ya no era de frío.

—Edward... —susurré— ¿No deberías estar adentro, pidiéndole matrimonio a tu novia? —hablé como pude ya que me sentía muy nerviosa.

—También creí eso... —fruncí el ceño sin comprender— pero no puedo pedirle matrimonio a la hermana de ella, por lo tanto, he venido a buscarte.

—No comprendo —admití.

—No puedo pedirle matrimonio a quien no amo. Si pediré matrimonio a alguien esta noche, será a la mujer correcta, a la mujer que quiero en mi vida y la que espero también me quiera en la suya. Así que vine a buscar a esa mujer y la encuentro aquí afuera cuando debería estar conmigo allá adentro, disfrutando de lo que le pertenece y así yo poder presumir de ella ante todos. No le podía pedir matrimonio a tu hermana porque no es con ella con quien me quiero casar sino contigo. No quiero a nadie que no seas tú como mi mujer.

—Edward... —su nombre es lo único que logro articular porque he quedado totalmente sorprendida ante sus palabras.

¿Cómo se dio cuenta? ¿Elena le habrá dicho?

GEMELAS 《TERMINADA》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora