GEMELAS 《TERMINADA》

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—Hoy has estado mostrando mucha piel —susurró en mi oreja, provocando que un escalofrío me recorriera desde esa zona y viajara por cada parte de mi piel— Has sido una niña rebelde —me giro para quedar frente a él y comienzo a jugar con los botones de su blanca camisa.

—Me he portado muy mal —suspiro teatralmente y hago un puchero con mis labios.

Edward me presiona más a su cuerpo, una de sus manos se afianza a mi cintura y la otra a mi trasero, siento un bulto sobre sus pantalones lo que me hace suspirar y jadear. Me muerdo el labio y lo miro a los ojos, perdiéndome en ese profundo verde que se oscurecieron de repente.

—Pero estoy muy agotada y no doy para más —acerco mi rostro a su cuello y aspiro ese olor varonil que tanto me embriaga.

—Un baño de tina podría ayudar con eso, deja que tu esposo te consienta bebé —su voz se tornó ronca, me separé un poco de su pecho y mi mirada se encontró con la suya, la cual me hizo morder mi labio inferior ante su sugerencia.

—Eso promete una noche larga... me encantaría.

—Puede que sea más que una noche larga, amor —su mirada parece desnudarme, me besa con pasión contenida para luego cargarme en sus fuertes brazos y camina de esta forma hasta el auto— Hoy te consentiré por tu duro trabajo, pero también hablaremos sobre mostrar tanta piel frente a gente que no sea yo.

—¿Sólo hablar? —me quejé, mientras besaba la piel de su cuello, logrando que jadeara un poco.

—Definitivamente haremos más que hablar —lo sentí como una promesa lo cual me hizo sonreír.

—Entonces debemos apresurarnos a llegar a casa.

Antes de ser depositada en el asiento del auto, aprovecho en dejar un chupetón en el blanco cuello de mi esposo, sonrío al ver la marca y cuando lo veo él ataca mis labios con urgencia y también sonríe. Técnicamente corre hasta el otro lado del auto y lo hecha a andar con tanta rapidez que me sobresalta un poco pero aún así, las ansias de llegar son mayores.

Estar con Edward es lo más maravilloso que me ha pasado y no cambiaría nada, todo ha sido perfecto, hemos tenido nuestras pocas diferencias pero él es tan atento, me ha esperado sin importar lo que demore en mis decisiones como al fijar fecha para la boda. 

Pasó un año de la fiesta de compromiso para que Edward y yo volviésemos a hablar sobre matrimonio, mamá puso el grito en cielo cuando se enteró que no iba a casarme y esa noche que nos fuimos de fiesta ni de chiste nos asomamos a la casa hasta dos días después. Edward nos dejó quedarnos en su casa y luego nos llevó a la nuestra. Damon y Edward estuvieron presentes y nosotras nos escondimos detrás de ellos para evitar el castigo.

Tanto Damon como Edward se portaron muy bien y nos defendieron, enfrentando a nuestros padres y echándose ambos la culpa, para librarnos del lío. Edward dijo que era él quien no se quería casar aún y mamá estaba demasiado indignada que se puso a llorar, la madre de Edward se enteró de todo y nos apoyó.

—No importa, cariño. Esa es una decisión que solo les concierne a ti y a Edward —recuerdo que me dijo esa vez que Edward me llevó a verla— Mi hijo es un caballero y sé que lo está haciendo por ti. Solo te pido que no lo hagas esperar tanto. Él realmente te ama.

—Lo sé, Esme y yo lo amo a él.

Estaba tan agradecida, Esme sin duda es una gran mujer, muy comprensiva y ama a Edward demasiado, tanto que sin importar las decisiones siempre le apoya.