Chibiusa.

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Inclinado en su silla, Darien observaba a Serena balancearse de atrás hacia adelante mientras arrullaba suavemente al bebé en sus brazos. Con los dedos entrelazados detrás de la cabeza sonrió cuando ella levantó su blusa y guió la boca de su hija hasta el pezón lleno, con las manos cerradas sobre el pecho de la madre, Chibiusa succionó ruidosamente.
Darien sintió que su pene se agitaba. Los pechos de Serena eran más grandes ahora que estaban llenos de leche para la bebé. Al principio de su embarazo cuando sus pechos habían aumentado, había estado encantado y se había pasado muchas horas agradables besándolos y chupándolos. Ahora que Chibiusa había nacido y se alimentaba de ellos, los encontraba todavía más fascinantes.
Sus pezones lo fascinaban más que los de cualquier otra mujer. De color tostado, estaban siempre duros y abultados. Por supuesto que eso se debía al cuidado de su hija, pero los pechos de Serena no solo alimentaban a su hija. También le daban a Darien la suficiente excitación sexual como para mantenerlo duro y dolorido durante horas.
Con un bostezo la bebé soltó el pezón de su madre y se durmió.
Suspirando alegre, Serena se levantó de la mecedora y puso a la bebe en su cuna. Seguidamente se volvió hacia Darien.
Su ingle se contrajo.
Aún tenía la camisa por encima de los pechos.
Darien vio como una gota de leche se deslizaba por el pezón descubierto.
Sonriendo Serena tomó su pecho.
—Estás mirando mis pezones de nuevo. ¿También tienes sed?
Inclinándose hacia adelante, Darien la agarró por la cintura y la puso entre sus piernas, sus manos se deslizaron por los costados y separó la camisa de los pechos. Cuando otra gota de leche cayó del pecho de Serena, la atrapó con la lengua.
Serena pasó los brazos tras la cabeza de Darien y lo abrazó. Él acarició su pecho y una onda de excitación la recorrió.
Las manos comenzaron a acariciar su espalda.
Serena se estremeció, pero no había tiempo para eso ahora.
—Tienes que alimentar a los lobos, mi amor — susurró en su pelo.
Él deslizó las manos por las caderas, levantó la cabeza y la miró.
—Lo sé. Pero no puedo resistirme, especialmente cuando me provocas de esa manera.
—Pero te gusta ser provocado.
Darien rió.
—No, a ti te gusta lo que te hago cuando me provocas.
Serena se rió y le tomó la cara entre las manos.
—¿Te he dicho hoy cuanto te amo?
—Solo una vez — respondió Darien cuando la besó.
Unos momentos después Serena se apartó, como siempre su boca mostro su alma. Apoyando su rostro contra el de Darien dijo:
—Realmente tienes que ir, los cachorros tienen que ser alimentados o morderán la cerca para salir.
Con un suspiro que era mitad gemido mitad risa, Darien la soltó. Cuando ella retrocedió unos pasos, él se levantó. La protuberancia en la parte delantera de sus pantalones era bastante notable.
—Yo podría hacerme cargo de esto por ti. — Serena rió.
—Más tarde te haré comer tus palabras, pero de momento tienes razón. Los cachorros empezaran a romper la valla si no les doy comida.
Tras un beso rápido, Darien saltó la barandilla y se dirigió al lugar donde tenían almacenada la comida de perro.
Sentándose de nuevo en la mecedora, Serena sonrió. — Comida de perros para los lobos esta noche. — Darien estaba realmente deseoso de volver con ella. Tener un bebé no había disminuido el interés sexual por ella. Realmente lo había vuelto más insaciable que antes, gracias a Dios.
Impulsándose con los pies, Serena comenzó a balancearse en la mecedora. La suave brisa de mayo soplaba en torno a la casa trayendo el olor de los pinos húmedos del bosque y de las flores perfumadas. Las cestas que había colgado de las vigas del porche se balancearon ligeramente con el viento, la fragancia picante de las hierbas se mezclaba con los olores primaverales que flotaban a su alrededor.
Serena inhaló profundamente. Adoraba el fresco perfume de la primavera.
El viejo lobo a sus pies se estiró y quejó.
Ella le rascó tras las orejas.
—También te gusta la primavera, verdad Helios . El cálido sol le sienta bien a tus huesos. ¿No te gusta que le dijera a mi abuela que se viniera a vivir aquí? Es mejor que pasar el frio invierno en un bosque cubierto de nieve.
El lobo se lamentó nuevamente y apoyó la cabeza grisácea entre sus patas. Cuando era joven, era de color gris oscuro, casi negro. Ahora su pelo había cambiado a un color gris opaco, y su cabeza era blanca debido a la edad.
Serena sonrió. Cuando su abuela preguntó si Helios podría vivir con ellos, ella y Darien pensaron que se trataba de un macho mucho más joven. Pero Helios era viejo, muy viejo. Su compañera había muerto, y había dado su posición de Alfa de la manada a su hijo menor.
Alexandra lo encontró vagando por el bosque; helado, solo y hambriento. Ella lo convenció de que la vida todavía tenía que ofrecerle mucho.
Cuando George TwoBeards llegó con Helios, Darien lo miró y anunció que el viejo lobo pasaría los meses de invierno en casa con ellos. Otro frio invierno fuera, causaría la muerte a Helios. Y con el nacimiento de Chibiusa, Helios que estaba dentro de la casa encontró su razón para vivir. El viejo lobo miró a la bebé de ojos azules, con mucha más sangre de lobo que los hombres lobos comunes e inmediatamente se declaró su protector. Helios moriría antes de permitir que alguien tocase a esa bebé.
Serena se inclinó y acarició la cabeza del viejo lobo.
—Eres un gran canguro (baby—sitter) viejo amigo.
Helios lamió su mano y cerró los ojos.
Sonriendo Serena miró la cuna de madera antigua que se balanceaba suavemente con la brisa.
La felicidad completa llenaba su corazón. Nunca se había sentido tan feliz. Chibiusa había nacido hacía tres meses, y Serena no sabía cómo había podido vivir sin ella antes. Darien estaba tan feliz como ella mimando a Chibiusa hasta el punto de que su hija lo reclamaba casi tanto como a su madre. Ni siquiera la dentuda sonrisa de Helios la intimidaba. Ella arrullaba feliz al lobo, así como a su padre y a su madre. Ahora tenía un poco de coordinación y se agarraba a cualquier persona que estuviera a su lado.
Serena miró al lobo.
—Hora de empezar a preparar la cena, Helios. Darien regresará tan pronto como termine de poner la comida a los lobos. Si no empiezo ya, me va a distraer de tal manera que tendré que volver a hacer otra vez sopa de lata, y estoy cansada de sopa. ¿Qué hacemos esta noche carne de buey o de pollo?
Helios golpeó la cola contra el suelo.
—¡Carne roja y cruda!
Riéndose Serena sacudió la cabeza.
—Estoy de acuerdo, también quiero carne roja, cruda para ti, pero a mí me gustaría un buen guisado. Así la carne se estará cocinando cuando Darien me “distraiga” nuevamente. Vigila a Chibiusa.
Se levantó de la mecedora y se dirigió a la puerta.
Un gruñido fiero de Helios la detuvo.
Miró la cuna de Chibiusa.
La bebé estaba durmiendo con los labios suavemente fruncidos.
Serena desvió su atención hacia Helios.
Él estaba levantado con el cuello rígido, su boca emitía un gruñido bajo.
Serena fue hacia un lado y siguió la dirección de su mirada.
Un gran lobo gris plateado corría por la hierba hacia ellos ¿Darien?, se parecía a él pero…
Con las fosas nasales dilatadas, Serena inhaló la brisa. No era Darien.
—¡Darien! — gritó al tiempo que se quitaba la camisa y el pantalón, una oscura niebla la envolvió al cambiar a su forma de lobo.
Cuando Serena en su forma de lobo se acercó a Helios en los escalones del porche, el lobo plateado disminuyó la velocidad al trote y finalmente caminó. Cuando llegó a la parte inferior de la escalera se detuvo y se sentó con las orejas levantadas.
Helios gruñó nuevamente, Serena le enseñó los dientes y gruñó.
La niebla se arremolinó y el lobo plateado mostró su forma humana.
—Ninguno de ustedes es Darien, la oí llamarlo. Necesito hablar con él. ¿Dónde está? —Su tono era impaciente y arrogante.
Serena parpadeó. Un hombre que podría ser un pariente de Darien estaba frente a ella. Un nuevo gruñido subió por su garganta nuevamente. Si él no podía ser amable, ella tampoco lo seria, aunque fuera alguien que conociera a Darien.
Con evidente impaciencia el desconocido se puso en pie y comenzó a andar.
Serena se preparó para saltar. De ninguna manera un hombre lobo extraño se acercaría a su bebé.
Antes de que pudiera saltar, una borrosa forma plateada atravesó el aire y golpeó al extraño tirándolo al suelo. Con las cuatro patas colocadas a los laterales de su cuerpo, Darien permaneció sobre el extraño con los colmillos pegados a su garganta.
—Maldita sea Darien, ¿Cuándo te has convertido en Alfa? No voy a hacer daño a tus preciosos lobos. Deja que me levante.
Tras otro gruñido, Darien saltó y se transformó.
—Nadie se acerca a mi esposa y a mi hija sin una advertencia.
—¿Esposa e hija? — El extraño se irguió — Bueno, estoy condenado. —Se giró hacia Serena que volvió a su forma humana. Él le mostró una sonrisa intensa cuando su mirada recorrió el cuerpo desnudo de ella. Maldición era una loba sexy. —¿Cómo has conseguido capturar a mi breticente hermano y convencerlo para que se convierta en tu compañero?
Serena miró a Darien.
—¿Hermano? ¿Él es tu hermano?
Darien cruzó los brazos e hizo las presentaciones.
—Serena mi hermano Yaten.
Yaten, Serena y Helios. Y, Serena vístete ya. — Su tono no permitía ninguna réplica.
Sabiamente, Yaten desvió la mirada de Serena. Darien definitivamente era un Alfa. Hizo un gesto con la cabeza al viejo lobo.
—Hermano no vengo a hacer daño. —Te arrancaré la garganta si haces llorar al cachorro.
Yaten sonrió a su hermano.
—¿Lo haría verdad?
Darien le devolvió la sonrisa salvajemente.
—Sí, y no lo detendría.
Yaten observó a Serena que se estaba metiendo la camiseta por la cabeza. Su mirada se detuvo en los pechos de ella.
—Es preciosa Darien. ¿Ella sabe sobre nosotros?
—Aparta tus ojos de sus pechos. Y sí, ella sabe lo de nuestra madre.
Yaten sacudió la cabeza.
—Bueno, ¿no me vas a invitar a entrar?
—No.
—Vale, lo haré yo —declaró Serena firmemente desde la entrada. —¿Qué pasa contigo Darien? Es tu hermano.
Darien miró a Yaten.
—Es mi hermano, pero también es un jodido grano en el culo.
Serena arqueó una ceja y miró a Yaten.
El hermano de Darien puso sus manos a los lados y le sonrió con ingenuidad.
Serena lo miró fijamente. Él podría ser el gemelo de Darien, si no fuera por el pelo plateado, pero entonces habían nacido en la misma camada. Yaten era aproximadamente de la misma estatura, pero un poco menos musculoso que Darien. No haría tanto ejercicio como Darien y por eso sus músculos no estaban tan desarrollados. Sin embargo, su estómago era plano, sus caderas delgadas y tenía buenos hombros. Apostaría a que tenía un bonito trasero. La mirada de Serena se deslizó más abajo. Él era tan grande como Darien.
Serena notó como la polla de Yaten se agitaba.
Darien golpeó en el estómago a su hermano y sonrió con satisfacción cuando Yaten se dobló.
—Con que esas tenemos —dijo Serena con tono petulante — soy una mujer respetable. Bueno, soy mujer de un solo hombre, así que mantén tu polla bajo control, Darien dale algo de ropa no queremos que le pase nada a sus partes íntimas mientras nos visita. Empezaré a hacer la cena, voy a hacer guisado de buey, tardaré un poco. Vosotros tendréis tiempo de poneros al día.
Un pequeño lloriqueo salió de la cuna. Serena se inclinó abrazó a su hija y entró en la casa.
Tras un último gruñido a Darien, Helios las siguió hacia el interior de la casa.
Enderezándose, Yaten sonrió a su hermano.
—Luchadora.
—Mía — gruñó Darien.
Yaten levantó las manos mostrando las palmas.
—Maldita sea, creo que estoy haciendo esto demasiado últimamente. Tuya. No te voy a desafiar, solo los dioses saben porque, pero ella evidentemente te ama. Cómo has conseguido encontrarla no lo sé, pero me alegro, mereces ser feliz.
Lentamente Darien se relajó, extendiendo la mano.
—A pesar de que ha pasado un año, todavía me despierto de vez en cuando y no puedo creer la suerte que he tenido. Tuve que luchar con un Alfa por ella.
Yaten no ocultó su sorpresa cuando agarró la mano de su hermano.
—¿Qué tú luchaste? ¿Con un Alfa? ¿Relajaste tu férreo control?
Sonriendo Darien sacudió la cabeza. — Totalmente, el tipo también se sorprendió completamente. No pude hacer nada, Serena estaba en celo, él intentó llevársela. Perdón por el ataque pero cuando ella me llamó solo escuché su miedo, el lobo que hay en mi tomó el control total.
—¿Dejas que tu parte de lobo te controle? Maldición. — Yaten siguió a Darien escaleras arriba y entró en la casa. — Estás perdonado. Yo hubiera hecho lo mismo, le contaste a Serena lo de nuestra madre ¿antes o después de que estuvierais apareados?
—Por supuesto, no me hubiera emparejado con ella sin decirle nada.
Yaten desvió el golpe que Darien intentó propinarle en la cabeza.
—Perdona, creo que debería habérmelo imaginado antes de hacer una pregunta tan estúpida.
Creo que he pasado demasiado tiempo con los humanos. Sin embargo, ¿Serena no ha querido marcharse después de que le hablaras sobre nuestra madre?
Darien lo llevó al segundo piso. Una vez en la habitación le dio una camisa y unos vaqueros que sacó de un cajón.
—Serena pensó en ello, y me dijo con todas la letras que le importaba un comino. ¿Ropa interior?
—Seda, si tienes. ¿Qué pasa con…
—¿Mi temor a ser demasiado violento en la cama con una mujer, incluso si es una mujer lobo?
— Darien terminó la frase cuando le dio la ropa a Yaten y cogió otras prendas para él.
—Esa mujer fue una verdadera perra.—respondió Yaten.
—Serena me demostró que no la lastimaría.
Yaten notó la suave sonrisa en los labios de su hermano. Darien finalmente era feliz con él mismo y con su vida.
—Es una historia que me gustaría oír.
Darien sonrió para sí mismo mientras se abrochaba los vaqueros.
—Es una historia que no escucharás. Pero te diré esto. ¿Realmente quieres encontrar una mujer que sepa cómo usar sus dientes? Ahora dime ¿Por qué estás aquí?
—Papá se casó con una humana, y está esperando gemelos.
Antes de que Darien comenzara a tartamudear la sonrisa desapareció del rostro de Yaten.
—Mina se ha ido. Ha desaparecido.
—A ver si lo entiendo —dijo Serena mientras cenaban.— Tu hermana Mina se ha pasado los últimos diez años cuidando de tu padre…
—Realmente Mina no lo cuidaba - interrumpió Yaten — No en el sentido de alguien que necesitara limpiarlo, alimentarlo o darle un baño. Ella solamente…
—Se quedó con él porque todos vosotros temíais que se suicidara. - terminó Serena tras otro bocado de estofado de carne. Cuando Yaten dejó de masticar ella continuó. — Darien me contó toda la historia. ¿Por qué ella y no uno de vosotros?
Cuando ninguno de ellos respondió, Serena murmuró por lo bajo algo sobre la estupidez de los hombres y continuó.
—De cualquier manera, tu padre tiene ahora una nueva compañera ¿verdad?
Yaten asintió.
—Bien, infiernos, yo también habría desaparecido — estalló Serena.
Darien miró fijamente a su esposa.
El tenedor de Yatenbse detuvo a medio camino de su boca.
—¿Y qué esperabais que hiciera? —continuó Serena irritada. — Después de diez años, ella puede tener algo de tiempo real para sí misma sin tener que preocuparse sobre lo que podría pasar si no estuviera allí cada minuto. No la culpo, yo habría hecho lo mismo.
—¿Pero y si le ha pasado algo?
Darien frunció el ceño.
—¿Habéis tenido algún problema con ella? ¿Mina estaba molesta?
Yaten negó con la cabeza.
—No, es solo que nunca había hecho algo así antes, siempre nos decía a padre o a mí donde iba y cuándo volvería.
Serena bufó.
—El viejo y estúpido control Alfa — murmuró en su cuchara.
Darien sonrió.
—Tendrás que perdonar a Serena, Yaten. Ella ha hecho lo de marcharse sin avisar a la familia un arte. Recuérdame que te cuente eso algún día.
—Pero ¿Qué hay de Mina?
Darien retiró su plato vacio.
—Estoy de acuerdo con Serena, Mina ha estado básicamente cuidando de nuestro padre y ha perdido los últimos diez años. Él no la necesita. Tiene derecho a tener algún tiempo para sí misma.
La voz de Yaten sonó preocupada.
—Pero no sin decir a nadie adonde se ha marchado.
Darien se inclinó hacia adelante.
—¿Sabes dónde está Taiki?
Yaten resopló.
—La mitad del tiempo Taiki, no sabe dónde está Taiki.
Darien junto sus dedos.
—¿Y qué hay de Lita? ¿Cuándo fue la última vez que supiste algo de ella?
Yaten agitó la cabeza.
—Sabes que Lita va y viene cuando quiere.
—¿Entonces por qué Mina no puede hacer lo mismo? —insistió Serena.
Un grito bajo se escuchó por el aparato de vigilancia de la bebé.
Serena se levantó.
—Chibiusa está esperando. ¿Te gustaría conocer a tu sobrina?
—Solo si me prometes que Helios no me destrozará la garganta si llora.
—Oh, creo que puedo prometerlo si te portas bien — respondió ella riendo — Volveré tan pronto como la cambie.
Ambos hombres observaron la salida de Serena, apartando su silla Darien preguntó:
—¿Qué prefieres lavar o secar?
—¿Lavar o secar el qué?
—Los platos, claro —respondió Darien con una gran sonrisa en su rostro. Yaten no había lavado o secado platos en años.
—¡Yo…secar platos! De ninguna jodida manera.
Darien se encogió de hombros.
—De acuerdo, tú los lavas, ¿Quieres un delantal?
La mirada horrorizada de Yaten no tenía precio.
—¿Delantal?
Darien continuó riéndose.
—Oh es verdad, llevas mis pantalones y mi camisa y no uno de tus trajes a medida, no pasará nada si les cae un poco de agua.
Sin palabras, Yaten permitió que Darien lo empujara hasta el fregadero, mientras él lo llenaba de agua caliente y lavavajillas, Darien despejó la mesa. Luego, Yaten sonrió para sus adentros, era bueno ver a Darien tan feliz.
Yaten puso un plato en el suelo bajo la nariz de Helios.
El viejo lobo lo olió y entonces lo lamió hasta dejarlo limpio.
—Gracias.
—Es un viejo y amable lobo, verdad.
¿Cómo acabó aquí?
Darien levantó una ceja cuando puso algunos platos en el fregadero.
—Esta es una reserva de lobos. Y no dejes que Serena te vea dándole los restos de la mesa, no quiere que coma demasiada comida humana. Dice que no es saludable para él.
—Lo que Serena sabe es que no le hará daño, ¿verdad Helios?
El viejo lobo golpeó el suelo dos veces con la cola.
Darien sonrió.
—Solo porque ahora le des comida, no significa que él no intente morderte la mano si haces llorar a Chibiusa. Ahora háblame sobre la nueva compañera de papá.
Yaten enjabonó un plato, lo enjuagó y se lo dio a Darien.
—Luna, es una química de perfumes malditamente buena. Ella trabajaba en la compañía de perfumes con la cual íbamos a formar sociedad.
Darien puso el plato seco en el armario.
—¿Qué más?
Yaten se encogió de hombros.
—¿Para qué necesitamos una empresa cuando nosotros tenemos a su mejor química?
Darien sonrió.
—Papá siempre fue un astuto hijo de puta. ¿Cómo la convenció para abandonarlos?
Yaten le dio a su hermano otro plato.
—Él no hizo nada. Luna estaba en celo cuando la encontramos, y papá casi exigió que se fuera con él y ella se fue.
Darien se encaró con su hermano.
—Pero el celo humano no tiene casi efecto sobre nosotros.
—Ella tiene algo de sangre de lobo, y estaba usando un perfume con base de acónito. — agregó Yaten. —Maldición, su olor era tentador, yo mismo la quise, pensé que papá me desafiaría allí mismo frente a doscientas personas.
—¿Papá? ¿Desafiarte a ti?
Yaten sacudió la cabeza.
—Sí, ¿Quién lo hubiera creído? Sigue mi consejo, no subestimes las habilidades de lucha de papá, él acabó con los dos idiotas que secuestraron a Luna sin sudar.
Darien ni siquiera fingió secar el plato que tenía en la mano.
—¿Luna fue secuestrada?
—Después de terminar con esos dos, papá la montó allí mismo frente a mí. Me marché.
—¿Ella aceptó el dominio de él?
Yaten sonrió.
—Sí, y deberías haber visto la expresión de su rostro. Si no la hubiera montado allí mismo, habría saltado sobre él.
Darien sacudió la cabeza.
—Debe de ser un infierno de mujer, me alegro de que papá la encontrara.
—Yo también, con él feliz y teniendo un interés real en los negocios, yo puedo empezar a tomar el camino que quiero.
Darien sonrió. Este era el Yaten que conocía, preparado para conquistar el mundo.
Entonces Yaten carraspeó.
—Darien sobre Mina…
Darien pasó un brazo por sus hombros.
—Serena tiene razón, después de todos estos años con papá, necesita un tiempo para sí misma.
Estará bien, no te preocupes. Estoy seguro que tendrás noticias de ella en breve.
—Sí, probablemente tienes razón — asintió Yaten. — Ahora quita tu brazo de encima de mí y termina de secar los platos, quiero conocer a mi sobrina.
Quince minutos más tarde, Serena entró en la cocina. Después de lanzar un gruñido bajo en dirección a Yaten, el viejo lobo se tumbó en la colorida alfombra cercana a ella.
—Te dije que tu soborno no funcionaria —murmuró Darien.
Serena se sentó en una silla y puso a la bebé frente a Yaten.
—Di hola a tu tío Yaten, amor.
Inclinado hacia adelante, Yaten miró fijamente la cara del bebé.
—Es bonita, es mejor que guardes tus fuerzas hermano, cuando ella sea lo suficientemente mayor para aparearse, tendrás que luchar contra los machos.
Serena bufó.
—Como si ella no fuera capaz de cuidarse sola.
Yaten se aproximó más.
Chibiusa levantó la cabeza y dejó escapar un aullido.
Alejándose de ella se frotó la oreja izquierda.
—Tiene un buen par de pulmones.
Con una sonrisa cansada, Serena suspiró.
—Tiene hambre nuevamente. Sinceramente se va a convertir en una bola de mantequilla si continúa comiendo así.
Levantándose la camisa, Serena guió la boca de su hija hacia el pezón.
Yaten se congeló, Dios, tenía un pecho bonito. Y el pezón era de un color canela. ¡Wow!
¿Tendría un sabor picante?
Un gruñido y un golpe de Darien en el hombro de Yaten le hicieron trastabillar a través de la cocina.
—Mantén los ojos alejados de los pechos de mi esposa.
—Es muy difícil hacerlo cuando ella los exhibe. — Gruñó Yaten en respuesta.
La nariz de Serena se hinchó.
—Exhibirlos, ¿Estás loco? Estoy alimentando a mi bebé, no me digas que no has visto un pecho desnudo antes.
Yaten paseó la mirada de un rostro enojado al otro. ¿Por qué seguía metiéndose en estos problemas?
—Mira, lo siento mucho, las mujeres de Nueva York no suelen alimentar a sus bebés en público.
No he visto a un bebé mamando de un pecho desde que dejamos la manada.
Él miro de soslayo a Darien.
Los ojos de su hermano habían vuelto a su color plateado normal.
Yaten volvió su atención a Serena, sus labios todavía estaban fruncidos. Maldición, tal vez exhibir no había sido la mejor palabra para utilizar.
—¿Qué demonios Serena, claro que he visto pechos desnudos antes? pero los tuyos son más bonitos que cualquiera de los que he visto antes.
Un gruñido tras él le hizo saber a Yaten que Darien no estaba particularmente feliz con su respuesta, pero la reacción de Serena era más importante. Aunque su hermano se hubiera vuelto Alfa, Yaten tenía el presentimiento de que la bonita compañera de cabellos rubios, tenía a su hermano en la palma de las manos.
Los labios de Serena se relajaron y entonces sonrió.
—Ciertamente tienes una lengua de plata para hacerla coincidir con tu pelo ¿verdad Darien?
Probablemente tengas un montón de mujeres a tus pies.
Yaten sonrió y miró el pecho de Serena una vez más, desviándola cuando el brazo de su hermano comenzó a oscilar, con un movimiento y una finta rápida puso la mesa entre Darien y él. Levantando las manos dijo:
—Lo sé, es tuya, me rindo. ¿No puedes culpar a un hombre lobo por soñar, eh?
Con una mirada enojada Darien se puso las manos en las caderas.
—Sueña con los pechos de la esposa de otro, estos me pertenecen.
Riendo Serena cambió a su hija al otro pecho, agarrando una servilleta la puso sobre su hombro.
—Listo, se ha acabado, no más exhibiciones.
Con la mano sobre su corazón Yaten suspiró.
Antes de que pudiera decir nada Darien gruñó.
—Si empiezas a hablar sobre la poesía, te expulsaré y esta noche tendrás que dormir en el bosque.
Yaten lanzó una mirada de mendicidad perruna a Serena.
—¿Te das cuenta de lo que tuve que soportar cuando crecía? Darie no tiene ningún aprecio por las cosas buenas de la vida, el buen vino, teatros, museos. Al revés, te diré que él se entierra en el bosque. Di una palabra, Serena, y te llevaré a la verdadera civilización.
La risa de Serena fue la única cosa que contuvo a Darien de atacar a su hermano.
—Yaten será mejor que te calles antes de que Darien te arranque la cabeza y no estoy hablando de la que está sobre tu cuello.
Riéndose, Yaten se inclinó.
—Bienvenida a la familia, Serena. Vales para Darien. Me alegro que mi hermano te encontrara a ti y a tus bonitos pechos.

Noche Calurosa (FINALIZADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora