Epílogo.

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La vida es una gran ruleta rusa, dicen en algún lado.

Dos personas pueden estar destinadas a estar juntas para toda la vida, pero será esta misma la que coloque los obstáculos necesarios para realmente saber si es así al final.

Abro los ojos de a poco para encontrarme con la luz del sol de la tarde y con un peso sobre mí que ha hecho que me despierte.

Kaleb: ¡Mami, te domiste! --abrazo al pequeño de tres años y nos hago rodar por la arena mientras él ríe.

--Lo siento, cariño, no me he dado cuenta --le lleno de besos para hacerle reír mucho más.

Camila: Si tenías sueño debiste haberte quedado en la cama y yo me quedaba con los niños --observo a mi esposa acercándose mientras carga a nuestro pequeño de un año.

Clara: Mamá tiene razón --volteo hacia mi hija de siete años salir del agua de la playa.

Camila: Cariño, sal del agua ya, tendremos una cena en casa de tus abuelos y debemos estar listos.

Clara: De acuerdo, mamá --sale corriendo con sus cosas hacia la casa.

Me levanto con Kaleb en brazos, me acerco hasta Camila para darle un beso en los labios y luego besar al pequeño Jake quien me mira risueño.

--No quise dormirme, anoche tuve que trabajar hasta muy tarde.

Camila: Lo sé, pero no es bueno quedarse dormida bajo el sol --sonríe-- igual no fue mucho tiempo y deje a Clara mirando a Kaleb mientras que le daba el baño a Jake.

--¡Oh! --miro al pequeño en mis brazos-- me parece que debemos darnos una ducha tu y yo, ¿te gustaría?

Camila: Deje el cambio de ropa sobre su cama y el tuyo también.

--Está bien, ¿a qué hora es la cena?

Camila: Será a las ocho, mis padres ya están ansiosos por ver a los niños.

--Me imagino, hace un año que no venimos hasta Miami y apenas llegamos antier --digo mientras entramos a la casa y bajo al pequeño niño lleno de energía-- Kaleb, ve hasta el baño, iré en un momento --él asiente y se va.

Camila: Será mejor que vaya a mirar a Clara, me avisas cuando estén ustedes listos para ir a ducharme y alistarme.

--Está bien.

Luego de ducharme junto con mi hijo nos dirigimos hacia su habitación y empiezo a cambiarlo por la vestimenta que le ha dejado Camila, claro que no me lo ha dejado tan fácil ya que es muy inquieto.

--Listo, ya estás bien guapo --sonrío mientras dejo a Kaleb en el corral de juegos.

Clara: Mami, mamá dice que si ya están listos.

--Kaleb sí, yo debo cambiarme, ¿Puedes cuidarlo mientras me cambio?

Clara: Sí, pero no te demores.

--Lo sé --beso su cabeza-- te ves muy hermosa, princesita --la miro sonrojarse.

Tras cambiarnos, prepararnos para la salida y asegurarnos de la seguridad de nuestros tres hijos en el auto, nos dirigimos hacia la casa de mis suegros, estaciono frente a su casa, nos bajamos y caminamos hacia la entrada.

XX: ¡SORPRESA! --gritan todos al vernos en entrar.

--¡Wow!

Camila: Feliz cumpleaños, amor --sonrío hacia mi esposa.

--Gracias por esto.

Alex: ¡Treinta y cinco años! --río mientras abrazo a mi hermano-- felicidades, hermanita.

La Promesa 2 - CAMRENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora