❝No me llores❞|Capítulo Nº9|Parte 1

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Ella me dice 'no llores', que aprenda de los errores. En mi vaso hay colores, pa matar el mal de amores

Parte 1.

(Fin de la relación en 27 meses y medio. 3 meses sin verse)

《Mauro》

Estaba en mi departamento mirando algo en Netflix cuando mi celular sonó, atendí sin mirar.

¿Si?

Mauro, soy Ignacio.

Ecko jamás me hubiese llamado si no se tratara de Ana.

¿Qué le paso?

Puse el celular en altavoz y empecé a cambiarme sin esperar respuesta, tomé las llaves del auto.

¡Dale Ecko, habla!

Esta internada en la clínica Benito Juárez, veni tranquilo, acá hablamos.

Y cortó. Me empecé a desesperar, me rondaban mil preguntas en la cabeza mientras manejaba a toda velocidad hacia la clínica.

Que curioso, hacía menos de diez minutos estaba tirado en mi pieza, y ahora estoy en mi auto, desesperado de saber que le pasa a Ana, porqué Ecko me llamó y por sobre todo estaba nervioso porque hacia mas de tres meses que no la veía.

Ahora ella estaba de novia con Ecko, el la quería y se notaba, ella también lo hacía, pero no había comparación, lo nuestro fue mas intenso, viviendo el minuto a minuto, dependiendo el uno del otro.

Apenas llegué pare el auto en seco, sin fijarme siquiera si estacione bien, corrí hasta la recepción y lo vi a Ecko sentado, se levantó a penas me vio.

―¿Que le pasó?― le pregunté sin rodeos

―Tenemos que hablar, Mauro― tenía los ojos rojos y yo, mucho mucho miedo.

―Dale boludo, hablá.

Se sentó donde estaba antes y yo lo imite.

―Ana tiene cáncer Mauro, hace mas de dos años se lo descubrieron― no me di cuenta de que estaba llorando hasta que sentí la cara mojada ―Nunca le dijo a nadie, ni tampoco quiso seguir ningún tratamiento.

Lo miré y supe que le estaba doliendo en el alma cada palabra que decía, hice algo que jamás pensé hacer: lo abracé y lloramos juntos. Ambos estabamos por perder a la persona que mas amábamos en el mundo.

―¿Cuánto le queda, Nacho― le pregunté separandome de él.

―Una semana, quizás mas quizas menos― ni yo ni mi corazón queríamos aceptar lo que Ecko acababa de decir, no podía imaginarme un mundo sin ella, aunque no estemos juntos.

―¿Puedo pasar a verla?.

Asintió

―Habitación 105, segundo piso― me indicó mientras atendía una llamada.

Comencé a caminar pero una duda que necesitaba aclarar, me llegó a la cabeza.

―¡Ecko!― se volteó y me miró esperando que hablara ―¿porqué me llamaste a mi?.

―Dijo que no quería irse sin despedirse de la persona que mas quería― se le formó una sonrisa algo apenada y siguió hablando por teléfono.

Caminé hasta el ascensor y al subir seleccione 2do piso.

Amigo, eran demasiadas emociones por menos de una hora, mi corazón y mi cabeza iban a explotar en cualquier momento. Sentía un nudo enorme en la garganta y me ardía el pecho.

"Se lo descubrieron hace mas de dos años", había dicho Ignacio. ¿Porque nunca me contó?¿porque no confío en mi?¿porque no hizo ningún tratamiento?

El ascensor llegó y bajé rápidamente, comencé a caminar de un lado a otro buscando la habitación hasta que al final la encontré, habitación 105.

Al tomar el pomo de la puerta, se me vinieron imágenes de cuando todo se acabó y me maldije mentalmente por no haber vuelto. Al fin me decidí, respire profundo y abrí la puerta.

Ahí estaba ella, con los ojos cerrados, su pelo antes castaño estaba teñido de rubio y las puntas de un rosa fuerte y tenía tatuajes visibles por muchos lados.

Me senté a su lado y cuando estuve cerca, recordé cada facción de su cuerpo y con todas ellas, lo hermosa que era en cada sentido.

Observé sus tatuajes, unas rosas, mandalas, un micrófono, y demás cosas desperdigadas por sus manos y brazos. Me sorprendí bastante al ver en su muñeca izquierda tatuada con tinta negra una M seguida de un corazón y debajo la fecha en que nos conocimos. Inmediatamente volví a llorar, se me hacía insoportable la idea de su ausencia.

Sentí que me tocaron y al levantar la mirada, mi mano estaba entre las suyas y me observaba con una sonrisa débil.

―Hola― me dijo simplemente.

Quería reprocharle todo, gritarle por no haber hecho el tratamiento médico y prácticamente haber decidido borrarse del mundo. Pero al verla, nada de eso salió de mi boca, la abracé y lloré. Lloré porque me la estaban arrancando, se la estaban llevando y nadie me había advertido.

―No llores Mau, no llores.

No me llores ; Mauro LombardoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora