- El segundo punto de mi disertación va dirigido a las naciones poderosas - prosiguió Sergio - Deben pensar una cosa: el mundo, tal y como lo conocemos ahora, sólo subsistirá durante tres meses, como ya sabemos. Pasado ese momento no existirá el capitalismo, el socialismo, la inflación ni el paro; por todo ello, pienso que es el momento idóneo de donar esa inmensa cantidad de excedentes que guardan las naciones desarrolladas y dárselo a los más desfavorecidos. Así, se conseguirá un doble efecto: por una parte, hacer justicia con esa pobre gente, y por otra, las conciencias se verán reconfortadas. Será una obra de caridad que, por seguro, será tenida en cuenta en el momento de presentarse ante Dios Nuestro Señor. Y, aunque sólo sea por un tiempo, esa gente podrá tener algo de lo que no ha gozado jamás: comida, bebida y medicinas abundantes. Yo creo que es una medida que nos favorecería a todos. Y lo último que quería decir, y con esto ya termino, es que, aunque la mayoría no sobrevivamos, sí podríamos evitar la extinción del Hombre. Por lo que dijo el Papa, podemos suponer que todo lo demás, la naturaleza, lo que nos rodea, continuará cómo ha sido hasta ahora. Yo parto de la base de que esa profecía fue formulada hace mucho tiempo, cuando el hombre había logrado poco más que asomarse al infinito mundo de posibilidades que la ciencia y la técnica le proporcionarían más tarde. Afortunadamente, hoy en día ya no es así. Mi propuesta consiste en diseñar un recinto donde un hombre y una mujer, previamente seleccionados, estén seguros hasta que llegue el fatídico día. Una vez haya pasado éste, ambos volverán al mundo y serán los padres de una nueva Humanidad.
La noticia de la intervención de Sergio Fernández corrió como la pólvora, primero por toda España para después extenderse a todos los confines del mundo. Los científicos la recibieron con entusiasmo y los estadistas decidieron que era políticamente correcta. Se organizaron convenciones científicas y políticas a las que Sergio Fernández asistió como invitado principal.
Desde un cierto punto de vista puede resultar cómico, pero a mí me pareció decepcionante que a alguien que lo único que hizo fue hablar utilizando el sentido común se le considerara una mente sumamente brillante. Supongo que se debió a que, por aquel entonces, los medios de comunicación habían logrado, casi por completo, hacer olvidar al ser humano que puede y debe pensar por sí mismo y formarse sus propias opiniones sobre los hechos que acontecen en sus vidas, en lugar de corear lo que vocean otros. Parecía que, finalmente, los dirigentes mundiales habían logrado hacer de los ciudadanos lo que siempre habían deseado: borregos incapaces de pensar.
Un mes después de que Sergio Fernández hablara en la radio, los habitantes de los países del Tercer Mundo se vieron inundados de alimentos, medicinas, ayuda económica y humanitaria como nunca hubieran podido imaginarse. Ellos, creo que por suerte, no tenían la menor idea de la proximidad del fin del mundo ni conocían a Sergio Fernández; simplemente, creyeron que, por fin, los países con recursos y los ciudadanos con sentimientos se habían conmovido verdaderamente de su situación. Las televisiones de todo el mundo difundían las imágenes de sonrientes niños esqueléticos que, por primera vez, saciaban su hambre y su sed. A la mayoría hubo que proporcionarles alimentos especiales, debido a la fuerte desnutrición que sufrían. Por primera vez, también, parecían felices.
Los científicos, por su parte, se pusieron a trabajar con la mayor celeridad posible. Habían comenzado la construcción de una cámara subterránea, totalmente acorazada para proteger a sus ocupantes de cualquier acontecimiento que tuviera lugar en el exterior. Su funcionamiento era bastante simple: a las 00:10:00 horas del trece de noviembre de dos mil ocho, es decir, diez minutos después de que hubiera terminado el día del juicio final, se abriría una compuerta que permitiría a las personas protegidas en el interior acceder a la superficie por un túnel preparado al efecto. Era sencillo, fácil de diseñar y de llevar a la práctica, por lo que la solución fue aceptada inmediatamente y, poco tiempo después, comenzó a construirse.
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La Conjura
Science FictionTras el anuncio del fin del mundo, los científicos diseñan un plan para garantizar la supervivencia de la especie humana en la tierra. Los elegidos se refugian en una bóveda que se abrirá cuando termine la catástrofe, y pueden salir a la superficie...