De nuevo en mi camino y por obra de el cruel destino me tope con una rosa, la tome y fue hermosa y sin darme cuenta aquella bella rosa no me duro mucho, se me fue secando y desmoronando poco a poco entre las manos y los petalos se fueron marchitando y fueron cayendo uno a uno...
La rosa eras tú y los petalos tus promesas.
Hoy solo conservo las espinas.
