Te miro y me sale
llamarte mi cielo
como si tuvieras de verdad
un trozo entre las pestañas
y me dieras alas para recorrerlo.
Te miro y me parece
que tengo el Ártico infinito
y tanta suerte
de ser lo suficientemente grande
para tocarlo con los dedos.
Te miro y te muestro
los volcanes de mi infierno
las lunas de mercurio
todos mis cuentos
y aun así tu me llamas perfecta.
Yo te miro y me enseñas
mil viajes,
te miro y tú encuentras
la estrella Polar.
Porque tus ojos, cariño,
son dos ventanas de libertad.