-Ally como tu mejor amiga realmente entiendo que eres una belleza "natural", pero podrías al menos hacerme el favor de ponerte algo decente cómo... no sé, lo que encuentres en tu armario que no sea de jogging por favor? Tu atuendo de "me están obligando a ir, preferiría estar tirada desperdiciando mi juventud en una cama comiendo como cerdo y viendo películas de mierda" no esta permitido hoy.
- Puedo rebatir varios puntos de esa declaración, por donde debería comenzar?- Fingo pensar muy seriamente cuando recibo un almohadazo que me desconcentra y no puedo evitar estallar en carcajadas.
Cualquiera a simple vista diría que Agatha y yo somos como el día y la noche; donde ella es todo rosa, glamour y feminidad yo soy pro-comodidad, (traducido: no me apunto a nada que implique un mínimo de esfuerzo en mi imagen personal). Podría pasar horas enumerando las diferencias que tenemos, pero prefiero resumir que soy su ying y ella mi yang, nos complementamos y formamos un dúo explosivo.
No todos los días se cumple 21, y que me parta un rayo si permito que te quedes acá encerrada mirando Netflix. Ponte al menos un jean y te espero abajo en 10 minutos.
Sale de mi habitación dándome una mirada de esas que no admiten discusión, así que suspirando me pongo en plan de buscar algo que sea lo suficientemente "aceptable" en la escala de look de Aggie.
Cinco minutos más tarde estoy abajo con mi jean Levi's gastado, un top negro clásico y mis fieles converses negras. Mi amiga desaprueba al instante mi elección, y me obliga a subir cambiando mi pantalón por una falda mini-jean, y no satisfecha con esto, me realiza un delineado oscuro en mis ojos pardos y aplica brillo labial. Me observa satisfecha con su trabajo, y nos ponemos en marcha a una fiesta en una casa quinta de Zona Norte de Buenos Aires.
Me arrepiento apenas pongo un pie en la casa, y me pateo internamente por acceder a venir. Odio los tumultos de gente, incluso más si apestan a alcohol, cigarrillos y sudor. La música se detiene y una voz familiar resuena a través de los parlantes:
-Llegó la cumpleañera así que fuerte el aplauso para nuestra amiga Alma!!!
Mi mejor amigo Exequiel da paso con su anuncio a un vitoreo ensordecedor que me deja descolocada unos segundos, hasta que con mi mejor cara de póker, hago un saludo con la mano a la masa que me mira expectante. Tímida? jamás, solo digamos que sufro de una clase de alergia social que me impide sentirme cómoda entre tantas personas.
Después de un par de saludos incómodos con gente que no tengo la más pálida idea de quienes son, voy por lo que me interesa: La barra de tragos.
Con un poco de valor líquido infundido por una medida de oro líquido conocido como Jameson, doy un vistazo al lugar y tengo que reconocer que Exe volvió a hacer de las suyas. Mi amigo tiene una especie de "hobbie", que consiste en organizar mega-fiestas en casas- quintas de lujo y esta no era la excepción: estábamos en la zona trasera donde podría observar que la casa con un estilo muy moderno recubierta en color marfil tenía al menos 3 pisos, con grandes ventanales cubiertos con blackouts. En la entrada trasera, Había en funcionamiento una enorme parrilla cubierta, que continuaba hacia un jardín con canteros bien cuidados llenos de flores de múltiples colores, una piscina que supongo no se consideraba olímpica por unos pocos metros se desplegaba majestuosa e iluminada cálidamente a un costado, con un jacuzzi a a cabeza para al menos 10 personas (o esas eran las que podía contar ahora sumergidas). Por si fuera poco, toda la casa se encontraba cercado por una frondosa vegetación de enredaderas en las paredes, algunos jazmines chinos perfumando todo y unos cuantos árboles abetos que se erguían orgullosos.
Un escalofrío detiene mi escrutinio, y los vellos de mi cuello se erizaron al sentir una extraña sensación de vacío en mi pecho, casi como si me hubieran arrancado algo muy importante y no podía descifrar qué.
YOU ARE READING
Alma atrapada
RomanceAhí estaba yo, sentada, con todo lo que alguna vez creí hecho polvo a mis pies. Esa voz, la que nunca nos abandona a lo largo de nuestra conciencia, jamás dejó de susurrarme por lo bajo: No te fíes de él, ¡corre!. Quieren oír una ironía? Cuando A...