Un pequeño pelinegro de nueve años se encontraba sentado bajo un árbol, acompañado de una pequeña ardilla, le encantaba platicar con los animales, le encantaba poder entenderlos y que ellos lo entiendan a él.
Aunque a causa de eso siempre lo tratan mal solo por ser 'raro', nunca odiaría sus poderes los ama y le encanta poder tener esos poderes tan únicos y especiales, aún no sabe controlar sus poderes muy bien, solamente lograba obtener una forma animal cuando sus sentimientos lo controlaban, su hermano mayor lo ayudaba a entrenar sus poderes pero era bastante complicado.
—Me agradas, Abe, ¿por que a los otros humanos no le agradas? —pregunto la ardilla jugueteando con su esponjosa cola.
—Bueno... Para ellos yo soy raro —dijo en un tono triste.
—¿Raro? Yo te veo como cualquier otro humano —dijo frunciendo las orejas.
Antes de que el pequeño pueda decir algo más, unos niños más grandes que él llegaron hasta donde el pequeño se encontraba con la pequeña ardilla, el pequeño de ojos oscuros tenía miedo, no sabía que hacer en esos momentos, quería salir corriendo, pero estaba seguro que si hacia eso le iría peor. Sus ojos demostraban todo el miedo que sentía, la pequeña ardilla subió al árbol.
—Nuestro, puerquito esta solo —habló aquel niño a sus acompañantes—. ¿Acaso tus amigos los animales te dejaron solito? Claro ni siquiera ellos pueden estar cerca tuyo —dijo en un tono burlón.
Preferiría mil veces que lo golpearan en esos momentos a que le dijeran todas aquellas palabras que solo lograban lastimarlo, lo que mas duele no son los golpes son las palabras y eso lo sabia muy bien, siempre era lo mismo, malas palabras de parte de todos. Sin poder evitarlo las lagrimas comenzaron a salir de sus bellos ojos.
—No seas una niña y deja de llorar —uno de los niños se agacho a su altura, tomándolo de su cabello haciendolo llorar más.
—Nadie podría quererte, eres demasiado llorón y débil —recibió un golpe de ese otro niño mas grande que él.
—Eres horrible y solamente das asco —recibió otro golpe.
Muchos sollozos se le escapaban de sus labios, los golpes dolían, pero las palabras lastimaban aun más que cualquier cosa, solamente quería que esos niños lo dejaran en paz.
—¡Ya dejenlo en paz! —escucho la voz de su hermano mayor.
Los niños ni siquiera lo pensaron dos veces cuando salieron corriendo de allí, todos le tenían miedo a Tony, pero aun así siempre se atrevían a lastimar a su hermano menor, alguien que para el mayor es muy especial e importante.
El mayor miro a su hermanito y este había tomado la forma de un pequeño gatito, mientras sollozaba y trataba de esconderse, odiaba ver a su hermano así que seria capaz de cualquier cosa con tal de verlo feliz y sin que nadie lo lastime, no lo pensó dos veces y lo abrazo tratando de calmarlo.
—No llores, pequeño, no los escuches —decía mientras intentaba hacer que el llanto del menor cesará.
—Nadie me quiere, nadie quiere a un niño raro y debilucho como yo —decía mientras sollozaba mas fuerte que antes.
—Eso no es cierto, yo te quiero —hablo de forma tierna mientras acaricia la espalda del gatito.
Poco a poco el menor se calmo durmiendose en los brazos de su hermano mayor, Tony simplemente odiaba ver a su pequeño hermanito de esa forma, el no volvería a salir o por lo menos no hasta que confíe mas en él y no se deje doblegar por palabras hirientes como esas.
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Aquella era una noche más que perfecta, cierto chico se encontraba observando la luna desde una colina, le encantaba estar allí, mucho más cuando se encuentra en su forma animal favorita, un lobo.
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Strange Guys.
FanfictionDoce chicos con personalidades completamente distintas y una vida tan normal como cualquiera. No se conocen... Aun no, pero ¿que tienen en común estos chicos? Un secreto que solo su familia o personas cercanas saben. ¿Que pasaría si un día estos d...