Capítulo 27

1.1K 94 23
                                    

Apenas comprendió la situación en la que se encontraba, corrió veloz sin importarle las maletas que se quedaran en el auto, ni siquiera que éste todavía no se detuviera cuando ya estaban cerca de las grandes puertas de entrada

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Apenas comprendió la situación en la que se encontraba, corrió veloz sin importarle las maletas que se quedaran en el auto, ni siquiera que éste todavía no se detuviera cuando ya estaban cerca de las grandes puertas de entrada.

Corrió tambaleándose por el asfalto y veloz, subió las escaleras, ignorando que cualquiera le pudiera ver sin realizar el protocolo. Respiró agitado mientras continuó en el que le pareció largo camino, hasta llegar al ascensor que lo llevaría hasta el tercer piso.

En el interior, golpeteó su pie con fuerza contra el suelo, bajo la rítmico melodía que resonaba en el la caja metálica. Imaginó que de seguro a eso se debía su ausencia en las llamadas y más, que por eso ella no se había mantenido en contacto con él.

Apenas las puertas se abrieron, se dirigió a la alcoba, propinando zancadas, aun nervioso e inquieto, con pánico corriéndole por las venas. ¿Qué iba a hacer si ella decidía no creerle? O peor aún, si decidía marcharse, porque sí algo sabía bien de ella, era que no perdonaría infidelidades.

Tocó un par de veces antes de ingresar, con gotitas de sudor escurriendo por su frente. Dentro, oscuridad reinaba y silencio inundaba la habitación, sin embargo, Olivia estaba sentada en el alféizar de la ventana, con la iluminación de la luna embelleciéndola como en una bonita fotografía.

—Olivia —llamó, en un susurro, con la voz más grave de lo normal. La morocha dio un pequeño respingo antes de girarse, encontrándose con él, sudoroso y agitado.

Ella no dijo nada, solo se alzó de su posición, caminando hasta la gran cama, dispuesta a refugiarse bajo el edredón y a no tener que enfrentarse a él, a cualquier cosa que le hiciera doblegarla y que cediera a él.

—Olivia, sé lo que ocurrió hoy —masculló, dirigiéndose hasta la castaña.

—Ah, muy bien —vociferó de mala gana, enredándose en la tela, cubriéndose incluso hasta la cabeza, como si fuese un monstruo al que debía evitar —date un baño, Will. Debes estar agotado —agregó, con el mismo malhumorado tono, que confirmó todas sus dudas a Crown.

—No es como lo crees —farfulló veloz, consiguiendo sardónicas risas por parte de ella, como la primera vez que habían discutido por la misma razón —agh, maldición, podrías enfrentarme por lo menos —pidió exasperado, sin ser capaz de mantener la calma como siempre; por alguna razón, con ella dejaba que los sentimientos se mostraran, fueran o no del todo buenos.

— ¿Qué necesitas? —Indagó, serena, aunque pudo ver en los orbes marrones la ira que resentía.

—Tenemos que hablar sobre lo que pasó ayer —dijo, deseoso de tocarla, sabiendo que ella no se lo permitiría. Se estaban haciendo daño, y no encontraba manera de cómo cambiar aquello. Juntos debían resolver los problemas de la manera más amable posible, pero, ninguno de los dos era bueno en las relaciones —; se malinterpretaron las cosas...

Desastre RealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora