Capitulo 1. No puede ser (Rohan)

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- Esto no puede estar pasando - Aquellas fueron las palabras mencionadas por Rohan ante lo que estaba frente a sus ojos verdes.

Cuando vio a Koichi tomado de la mano de Yukako, algo se quebró dentro de Kishibe.

Nunca había reparado en la existencia de la chica pelinegra porque en el pasado, el peliplatino parecía estarle huyendo todo el tiempo.

Pero, por lo visto, las cosas ahora eran diferentes.

Lo que restó del día, el mangaka decidió seguirles en lo que sospechaba, era una cita romántica y cuando, en efecto, sus labios se juntaron tímidamente como proyección de un drama rosa de la televisión, al peliverde no le quedaron más dudas sobre su relación.

Sin embargo...

- No lo entiendo. Se supone que somos amigos, entonces ¿Por qué no me contó que estaba saliendo con esa chica? - Se devanaba los sesos pensando.

En vez de interferir, en búsqueda de una explicación convincente a su herido "orgullo de amigo", decidió alejarse e irse al karaoke.

Odiaba esos lugares a los que solía acudir la gente corriente, pero tenía ganas de cantar canciones deprimentes y sentimentales, sin sentir que profanaba su templo, de hacerlo en casa con su costoso y moderno reproductor de sonido.

En el camino, unas jovencitas se le acercaron, interesadas en atraer a un nuevo integrante a su grupo musical y, con la mira puesta en él.

Pasó de ellas. Pero lo que evitó que entrara al local a destrozar su garganta cantando canciones propias del Japón antiguo, fue la repentina aparición de Josuke y Okuyasu.

- Oye Josuke, busquemos a un par de muchachas bonitas - Sonrió ampliamente el muchacho de la cara marcada.

- No lo sé. No tengo mucho dinero y ellas siempre empiezan a pedir que las inviten a todo.

- ¡Anda! No seas así - Le jaló del brazo varias veces - Si entramos los dos solos a una cabina, podría verse muy raro.

- ¿Por qué lo dices? - Pestañeó, sin entenderle.

- Ji ji ji - El adolescente se cubrió un poco la boca con la mano - A qué parecerá que somos un par de tortolitos.

- ¡Uy! - Josuke tuvo un respingo.

De todos los hombres que conocía, Okuyasu era su última opción para flirtear.

No es que fuera un mal chico; le caía bien y le parecía agradable y divertido... pero de ahí a besuquearse y enrollarse con él, había una brecha muuuuuuuuuuuy extensa.

- ¿O me dirás Josuke que esa ha sido tu intención desde un principio? - De pronto, Nijimura arrugó los labios y se acercó hasta el otro, tratando de besarlo.

- ¡¿De qué hablas, si fue tu idea la de venir al karaoke?! - Con sus manos en la frente del chico, lo mantenía a distancia - ¡Para Okuyasu!

- Vamos Josuke, sólo será un besito - Con los ojos cerrados y el morro preparado.

- ¡Eres realmente pesado! - Ponía todo su empeño en custodiarse de su intenso amigo.

- "Pero que conveniente" - Pensó con sarcasmo. El tedio de Rohan no podía ser mayor ante tan cómica escena.

Tenía que alejarse de ahí antes de que...

- ¡Pero mira Josuke! - Exclamó de pronto el joven con su estridente voz - ¿Ese no es acaso Kishibe Rohan?

- ¿Dónde?

- Podríamos invitarle a que venga con nosotros. Así la cosa no se vería tan de maricones... bueno... Aunque, Rohan no es una chica... - Pensó - Ummm... Creo que si se nos uniera, aún se vería raro.

- Pero ¿En dónde está? - Buscaba por todos lados, pero no le veía.

- ¿Cómo no lo vas a ver? - Arrugó el entrecejo - ¿Acaso te está fallando la vista?

Lo que no supo Okuyasu, fue que en el último instante - y de manera casi imperceptible -, el mayor había usado a Heaven's Door y escrito la frase "No puedo ver a Kishibe Rohan", en Josuke.

Suspiró aliviado; el resto, se lo dejaba a la poca mente del muchacho con el rostro marcado.

***

Los días que precedieron a su desengaño amoroso, Rohan se la pasó encerrado en su casa, pero a diferencia de los otros días, su deseo de dibujar brillaba por su ausencia; simplemente, se había esfumado por completo.

Su editor se sorprendió luego de que al llegar la fecha de entrega, el mangaka no hubiese dibujado ni una sola viñeta.

- He perdido por completo la inspiración - Suspiró.

Él no solía ser de la clase de persona que se deprimía, pues, pensaba que no existía nada en el mundo que pudiera perturbarlo - en su egocentrismo nato -; hasta que hubo conocido a Hirose Koichi...

Tomó la botella de licor que había comprado y en vez de volverse a llenar el vaso, bebió directamente de ella.

- Ko... i... chi...

No había duda alguna. Aquel pequeño hombre, había dejado impresa una huella indeleble en su corazón...

Continuará...

Mi pequeño gran amor (Jojo fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora