Los días siguientes fueron tranquilos. De día entrenaba y acudía a clases. Las guardias transcurrieron sin problemas, con solo un par de salidas y las noches... bueno, los dos estaban pasando el suficiente sueño para que Cole se riera de ella cada mañana.
Pasaron dos rápidas y felices semanas. En ese tiempo, otro de los grupos consiguió cazar un demonio y éste confirmó que preparaban un ataque al colegio aunque no hubo forma de que confesara quién era la traidora.
-Todos están convencidos de que no sabe nada-cuchicheó Lynn que estaba saliendo con alguien del equipo de investigadores.
-¿Y ha dicho cuándo será el ataque?-preguntó Kat también en un susurro.
-Señorita Elézkano, parece que mi clase la aburre-la voz de Isobel era de verdadero enfado.
-Lo siento, profesora-se disculpó Kat.
-Salga de mi clase-ordenó la profesora.
Kat apretó los labios en un esfuerzo por ser respetuosa y se dirigió a la puerta.
-Ser la querida de un profesor no te da ventajas con los demás-aseguró Isobel con maldad.
Kat contó hasta 10 antes de hablar.
-Siento haber interrumpido la clase, profesora, pero eso no tiene nada que ver.
-Siempre te has creído más lista que los demás-siguió atacando-al principio por ser la hija de Elisabeth, y ahora por ser la zorra de Ian.
La clase se llenó de murmullos. Kat no sabía si se debía a que sus compañeros acababan de enterarse de quién era su madre o al insulto de la profesora.
-Profesora-Cole intervino tratando de ayudar-la realidad es que Kat es más lista que cualquiera de nosotros.
Isobel le miró casi enloquecida.
-¿Lista?-preguntó volviendo luego la mirada hacia ella-¿y si es tan lista porqué está haciendo el papel de tonta? O¿quizás sabes toda la historia?
-Voy a salir de clase, profesora. No me interesa lo que tenga que decirme.
-¡Oh, no, querida! Te interesa mucho. Quizás tengas que preguntarle a tu amante quién es mejor en la cama. Después de todo, eres la segunda Elézkano que se tira. Aunque, al menos, tú no estás casada.
Kat la miró aturdida.
-Inventarse eso es rastrero, Isobel.
La profesora lanzó una carcajada.
-¿Crees que me lo invento? ¿Por qué crees que Ian quería que te fueras?
A Kat se le nubló la vista momentáneamente. Durante un momento le costó respirar y, a duras penas, consiguió salir de clase. Cole y Lynn salieron tras ella.
-Kat, tranquila-Lynn la sostuvo de un brazo.
-Vamos, respira-Cole la miraba preocupado-necesitas el aire.
Cuando la vista se le aclaró, la chica echó a andar sin mirarles.
-¡Kat! ¿A dónde vas? Espera.
La chica pareció no oírles. Avanzó hasta el gimnasio y entró sin importarle que Ian estuviera en plena clase grupal.
-Kat-se sorprendió él-¿Qué ocurre?
La chica llegó hasta él.
-¿Te acostaste con mi madre?-preguntó con voz temblorosa.
La cara del profesor se transformó. Una mueca de dolor se dibujó en ella y cerró los ojos un momento.
-Kat, no fue así, yo…
Kat le abofeteó con todas sus fuerzas.
-No vuelvas a acercarte a mí-susurró antes de darse la vuelta para salir.
Ian trató de salir detrás de ella pero Cole se lo impidió.
-Quita del medio si sabes lo que te conviene, Aguirre.
Cole se encogió de hombros.
-Tendrás que pegarme, Ian. No voy a dejar que hables con ella ahora. Necesita estar sola.
Por un momento, pareció que iba a hacerlo pero se contuvo.
-La clase ha terminado-anunció apretando los puños.
Lynn había acompañado a Kat hasta su habitación. La chica se tumbó en la cama temblando sin parar. Lynn la puso la manta por encima y se sentó a su lado.
-Déjame sola, Lynn, por favor-suplicó.
Su amiga salió y Kat salió de la cama para cerrar el pestillo. No consiguió volver a la cama. Los sollozos la desbordaron y se derrumbó en el suelo.
Cuando, por la noche, llamaron con suavidad a la puerta, pudo al menos contestar.
-Soy yo, Kat. Estoy sólo y, si no me dejas entrar, dejaré que Ian tire la puerta abajo-respondió Cole.
Kat abrió y volvió a poner el pestillo tan pronto como el chico entró.
-Estás horrible-aseguró su amigo mirándola, después de dejar la bolsa que traía encima de la mesilla.
La abrazó cuando los ojos se la volvieron a llenar de lágrimas. La dejó llorar sin decir nada, hasta que se calmó de nuevo.
-Ve a darte una ducha. Todo se ve mejor después-ordenó.
Kat obedeció y, cuando volvió a la habitación tras ponerse un pantalón de chándal y una camiseta, Cole había preparado en una bandeja el sándwich y la coca cola que llevaba en la bolsa. La hizo una seña para que se sentara en la cama y la dio el sándwich.
-No protestes. Es tu favorito.
Kat le sonrió con tristeza.
-Gracias, Cole. No sé qué haría sin vosotros.
-Seguramente pasar hambre.
Kat se sintió mejor después de comer y beber.
-¿Qué vas a hacer ahora?-preguntó el chico cuando terminó.
-No lo sé. Lo mejor sería irme pero…no puedo renunciar a todo por lo que he luchado tanto.
-¿Hablarás con tu madre?
A Kat se le volvieron a llenar los ojos de lágrimas.
-Mi madre nunca me dijo por qué se divorciaron. Fue mi padre el que me lo contó hace poco. No voy a decirle que sé quién fue su amante…y que es también el mío.
Cole la miró serio.
-Kat, Ian era un niño entonces. Tu madre era la adulta. No puedes culparle sólo a él.
-Debió decírmelo cuando me conoció, Cole. En lugar de eso, se empeñó en echarme y cuando no pudo hacerlo me…bueno, ya lo sabes.
-Sinceramente, creo que trató de alejarte porque se sintió atraído por ti desde el principio. Y, luego, ha tenido miedo de decirte la verdad.
-Por su culpa el matrimonio de mis padres se rompió. No puedo perdonar eso.
Kat estaba llorando otra vez sin quererlo. Su amigo volvió a abrazarla.
-No sé cómo voy a vivir sin él, Cole.
-Lo harás, cariño. Eres una chica fuerte. Sólo tienes que levantarte cada día y vivir lo que venga.
-¿Puedes quedarte conmigo esta noche?
-Estás buscando que me maten, Kat.
-Por favor…
-Está bien, sólo espero que cold man recuerde que soy gay.
Durmió abrazada a su amigo. Sorprendentemente, consiguió descansar lo suficiente para encontrarse mucho mejor por la mañana. Decidió ir a hablar con la directora antes de nada así que, después de vestirse y asearse, salió de la habitación dejando a Cole aún dormido.
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Katerina
RomanceKaterina no esperaba que convertirse en cazadora de demonios fuese fácil. Tras prepararse durante años para ello, había conseguido entrar en la academia. Sin embargo, el mayor peligro, no eran los demonios, sino Ian, el atractivo profesor que parecí...