A Tu Manera

13 0 0
                                    

Sí, tal vez no sea de palabras cursis,
de ésas que se te pegan a la garganta para llegar al corazón.

Ya sabes que no es lo mío dejar escapar mis sentimientos de la jaula,
esos que muchos tienen a flor de piel recorriendo la dermis de pies a cabeza, pero hoy me da igual. He conseguido comenzar a expresarme como para parar de golpe, sería brusco, violento, amargo….al contrario que tú, más dulce que cualquier pastel que haya probado, con sobredosis de azúcar y sal que nunca viene mal para el estómago,
donde dicen que habitan mariposas con sed de tí,
con ganas de comerte hasta tu parte más imperfecta.
Ah no, que tú de eso no tienes.
Que para mí eres perfectamente perfecto, y que cuando miro esos ojos color café, el brillo que reflejan me ciega completamente, como estrellas radiantes en mitad de una noche oscura, y es que tus palabras alegran el día a cualquiera por cortas o insignificantes que sean, que no importa si son breves, que mientras salgan de tu boca todo sabrá a gloria,
esas mariposas revoloteando en mi interior se volverán terremotos, de los que no torturan, de los que me hacen agarrarte las manos, y enlazar  mis dedos con los tuyos, y eso me encanta, el vagar contigo por las calles y si es necesario bailar bajo la lluvia mientras me susurras  palabras que hacen tiritar al corazón que lo ponen a cien por hora, que al mismo tiempo borran hasta su más profunda y lejana cicatriz.

Si Julieta nos viera la envidia correría por sus venas, ella nunca tuvo la oportunidad de conocerte, ni de tenerte, y yo sí.

Quién me iba a decir que un buen día te ibas a fijar en alguien como yo,
que me sonreirías con picardía
provocando un nudo en mis cuerdas vocales, que ibas a ser parte de mi vida, y es que esa voz no se olvida, ni cerrando los ojos, ni con Alzheimer. Quién me diría que ibas a estar con alguien como yo, que tengo la cabeza del revés, la mente en las nubes y el cuerpo porque lo tengo pegado al suelo que sino ya estaría volando, alguien con más sueños que realidades, con más defectos que virtudes, porque de todo se aprende, porque los recuerdos no se olvidan, ni los momentos, ni las palabras.

Porque he conseguido conquistarte a mi manera
y porque,
sin comerlo ni beberlo y posiblemente sin quererlo,
tú lo has hecho a la tuya.

Mi vida. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora