[09] Silencio

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Inquieto, la única palabra que parecía describir medianamente bien su estado de ánimo en ese instante.

Aunque claro, a opinión del rubio, el término le quedaba pequeño.

Incapaz de quedarse estoico por más de un solo segundo, Adrián adquirió una pose que le resultó vagamente cómoda recargado en la silla mientras sus dedos tamborileaban con ritmo al compás de sus pensamientos sobre la mesa frente a la que estaba sentado. Intentando disimular con gran esfuerzo el nerviosismo en el.

Observó nuevamente la hora en su celular, suspiro acostumbrado a la tardanza ya habitual de Luka. Pero aún así, la diferencia que había entre esta y sus demás salidas radicaba en lo que tenía que decirle... O al menos intentarlo.

Una mano se posó en su hombro, se sobresalto, aquellos 20 minutos que estuvo esperando con anterioridad desaparecieron en un parpadeo que se le antojo demásiado corto, la pequeña descargar de energía que sintio correr por su cuerpo hasta llegar a su corazón y acelerar su ritmo ante el contacto fue suficiente para que el Agreste supiera que se trataba de Luka sin necesidad de voltear.

Alzó su vista, saludando al contrario con una sonrisa desganada que el mayor no pareció notar en su intento de recuperar un poco de aliento después de la carrera que se hechó para no llegar _con más_ retraso.

—Perdona la tardanza... Me distraje— Lo oyó disculparse avergonzado, mientras intentaba ignorar el sonrojo que coloreaba su rostro y le hizo adivinar el motivo de su tardanza antes de que el moreno se sentará frente a él.

Le hubiera gustado poder morderse la lengua a continuación.

—¿Te distrajiste o te distrajeron?— Entonó, con un tono bromista que de milagro logro opacar lo herido que se sentía, sonrió de lado en un gesto insinuante para hacer de la pregunta menos reporchatoria, ahora más que nunca le agradecía las clases de actuación a su padre.

No necesito ser un genio para saber que el peli-azul se había puesto en modo lela, aquella sonrisa boba, el prolongado silencio, las distintas tonalidades de rojo en los mofletes del oji-azul y la manera en la que parecía querer evitar su mirada fue toda la respuesta que necesito.

Respolo molestó, agradeciendo y odiando que el Couffine no le haya puesto la suficiente atención como para notarlo.

Continúo mirándolo, el silencio que se apoderó del lugar empezó a resultar bastante incómodo para el rubio, que acepto con resignación el hecho de que Luka solo podría verlo como el hermano menor que nunca tendrá.

—Dile...— Dijo al fin, coihbido, pues no era egoísta, quería lo mejor para Luka, y si el peli-azul tenía la oportunidad de sentirse completo al lado de otra persona no sería él quién lo desanimara de la idea por mucho que le doliera perderlo.

«No puedes perder algo que no es tuyo, idiota» Se reprendió, su postura se vio visiblemente reducida mientras su ánimo se iba en picada y su mirada se apagaba con una rapidez alarmante.

Afortunadamente pudo esconder su pesar con un pequeño escalofrío, se abrazo a sí mismo en busca de algún soporte, y cuando los ojos de Luka se pasearon por su cuerpo interrogantes de se postura empezó a frotar sus brazos con ambas manos disfrazando su acción con el intento de coger calor ante el ridículamente conveniente frío del local.

—No creo que sea el momento— Murmuró al fin, Luka desvió su mirada y sin prestar tanta atención a las pocas transitadas calles de París debido a la baja temperatura y pequeña llovizna de esa mañana siguió hablando —No sé si quiero que nuestra relación cambie... La amistad que llevo con él es... Especial... Si lo arruinó, si las cosas cambian y todo se vuelve incómodo yo no... No creo poder...

¿Y si lo llamamos amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora