Llegada a la siuda

19 3 0
                                    

Ibai cogió el primer croquebus que salía aquella mañana de su pueblo de mala muerte para llegar a la gran siuda. Para ello empleo los ahorros de su pobre y anciana abuela que guardaba para su operación de cadera, pero Ibai no podía pensar en nada más que en su carrera de bailarín.

Llegó a la croqueparada más importante de la siuda; Croquecroque. Esta parada era llamada así por el monstruo que habitaba en ella, el cual se llamaba igual. Ibai había oído hablar de aquel bichardo pero no creía en su existencia, creía que era un cuento que le contaba su abuela para que no la abandonara en su pueblo.

Ibai se gastó los ahorros en el billete de bus y no le quedaba dinero para comer así que se le ocurrió bailar en la parada de bus para ver si le daban alguna monedilla. Y así lo hizo, se puso a bailar una canción típica de su tierra Bergen, República Checa, la cual se llama "Never Gona Give You Up" como si no existiera un mañana. But mientras bailaba y ganaba 10 céntimos por hora se acercaba una gran pelota marrón y olorosa desde la lejanía. Cuando estuvo a su lado se dió cuenta de que era el monstruo Croquecroque. Ibai no podía creer lo que veía.

El monstruo Croquecroque se puso a bailar al lado suyo breakdance y en ese momento todas las monedas que la gente le daba a Ibai fueron a parar al sombrero de copa amarillo fluor que el redondo hombrecillo llevaba consigo.
Ibai no iba a perder aquella guerra, y uso una de sus mayores armas; el twerk. Ibai empezó a perrear como solo el sabía hacerlo. Lo estaba consiguiendo, Ibai estaba ganando mucho más dinero que Croquecroque. Ibai se sentía victorioso cuando noto algo duro en su redondito culo que se movía al ritmo de su twerk. Era el monstruo Croquecroque que había empezado a perrearlo. Ibai paró inmediatamente y corrió a una esquina a vomitar por la asquerosa situación que acababa de vivir. Y como se mareo un poco se sentó al lado de su reciente vómito.

Croquecroque se acercó lentamente a Ibai, pero Ibai no tenía agallas para salir corriendo así que solo se quedó observando sus movimientos. El amigo de los niños huérfanos que rondaban la parada se acercó al vómito y empezó a lamer este sensualmente. Ibai empezó a reír incómodo ante la situación.

Ibai se sentía ya mareado pero terminó de desmayarse cuando el monstruo le guiñó un ojo a nuestro protagonista.

Ibai y el monstruo CroquecroqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora