*Foto de Jaziel Freeman en Galería*
(Ben Barnes)
Había pasado ya medio año desde la última vez que los había visto, extrañaba la sensación de confort que me hacían sentir, extrañaba a mi hermano y sus abrazos tan reconfortantes, pero sobretodo, lo extrañaba a él. Damon.
Deseaba verlo, deseaba abrazarlo e incluso besarlo. Había durado tan poco lo nuestro que, me sentía rota.
.- ¿Eso es todo?-. Me preguntó el cajero del supermercado.
.- Sí-. Le sonreí.
Siempre se sorprendían al verme salir con toneladas de cosas, yo me reía de sus caras. Los "cerillitos" me ayudaron a subir mis cosas a mi mini van de segunda mano, siempre los recompensaba con buenas propinas. Ahora debía pasar a la librería. Sabía que la gente sospechaba de la rara chica que venía solo una vez cada par de meses a comprar toneladas de comida y libros, pero no podía darme el lujo de ir a la ciudad tan seguido.
Después de haber comprado todo lo necesario, regresé a la costa y me refugié en mi cabaña al borde de la playa; esperaba a que oscureciera.
.- Solo un par de horas más y podré irme de aquí-. Me susurré.- Debería llamarlos, aunque en teoría tal vez estén dormidos-.
Tomé mi celular y marqué el número de casa, timbró tantas veces como fue posible, pero no respondió nadie.
.- O tal vez, se cansaron de esperar la llamada de alguien que no regresará-.
Últimamente me había sentido muy deprimida, vivir en medio de una isla apartada de toda civilización, y la idea de que ellos pudieran olvidarme, me aterraba. Y estaba Aron, no sabía nada de él, y eso era una mala señal. Aunque me escondía bien mientras me dejaba ver por la ciudad, usaba una peluca pelirroja, corta hasta la mandíbula y usaba tacones muy altos, escondidos detrás de pantalones realmente holgados. Irreconocible.
.- Si Corban me viera así, me mataría-. Me reí por lo bajo, justo antes de dejar caer un par de lágrimas.
El sol cayó obediente ante el tiempo, dejando respirar a la luna, que hoy brillaba más que el lucero que tan fiel la seguía. Era hora.
Mi mente se había vuelto tan fuerte ahora, que podía cargar cosas tres veces más pesadas que yo sin cansarme un poco, levanté todas las provisiones y las zambullí en la lancha. Una vez lista, me puse en marcha.
El viaje en lancha duraba dos horas quince minutos, exactamente, y no podía perderme. Mientras viajaba sobre el espejo del cielo, me fui quitando mi disfraz, dejando caer mi largo cabello negro, que ahora me llegaba debajo de la cintura.
Incluso marqué a la casa Campbell tantas veces como me fue capaz, pero nunca nadie contesto, empecé a inquietarme.
Podía ver la isla ya muy cerca, y mi casa al pie de la montaña también. Deseaba poder llegar y recostarme sobre mi cama blanda, ya mañana acomodaría todo.
Una vez que toqué la arena, cargué y escondí la lancha detrás del pequeño garaje de plantas y palmeras que había hecho.
Tomé de nuevo mis compras, y regresé a casa. Tenía demasiado calor, probablemente debería ducharme antes de acostarme.
La casa estaba fría cuando llegue, el aire acondicionado hacía un trabajo estupendo, coloqué todo sobre la cocina, y me metí a duchar.
Lo único bueno de vivir sola y apartada de toda civilización, era poder vestir con lo que fuera, o simplemente no vestirte. En una playa tan calurosa, cualquier ropa se sentía como abrigo.
El agua fría me relajó bastante, estuve bajo el chorro de agua hasta que me enfrié completamente; salí de la regadera envuelta en una toalla.
Y esa noche, nadie en la casa Campbell contestó.
Pasaron un par de días pero nadie respondía el teléfono, por lo que empecé a inquietarme, ¿Y si Aron los había atacado? ¿Y si, siguiendo mi consejo, se habían mudado lejos? ¿Qué haría ahora?
Al tercer día, me calcé mi traje especial, un par de armas y salí de la isla. Iba a ir a buscarlos, estaba decidida.
Tuve dos horas de vista al mar para decidir qué haría; la casa Campbell estaba a dos días de mi posición, así que tomaría mi antiguo coche e iría por ellos; si la casa estaba en orden, iría de casa en casa para encontrarlos.
Llegué a la costa cuando el sol estaba totalmente oculto debajo del agua, no me molesté en ponerme la peluca, dejé que mi cabello tapara mi rostro, y la ropa que tenía puesta escondía bastante bien el traje y las armas que tenía debajo.
Cuidando que nadie pudiera verme, arrastré la lancha dentro de la cabaña, y una vez que cerré bien, tomé las llaves de mi camioneta. Antes de salir escuché varios pares de pisadas, por lo que me detuve en seco y trepé al techo. Pude observar como un grupo numeroso de personas rodeaba mi cabaña, eso no fue lo que me paralizó, si no el sonido de las armas que cargaban.
Salté por reflejo desde el techo, aterrizando a varios metros de ellos, y eché a correr. Me había encontrado, y yo había sido muy descuidada, era una trampa, me habían hecho salir de la isla para poder atraparme, entonces, los Campbell también estarían muertos para entonces, y mi hermano con ellos.
Dejé de correr por la playa, y me adentré en la ciudad, utilizando los techos y paredes de las casas para alejarme; pero podía escuchar claramente como me seguían de cerca, pero no habían disparado. Así que yo comenzaría.
Desgarré la ropa que traía puesta, y escondí mi cabello debajo del pasamontañas, todo mientras corría, una vez lista, cambié de forma.
Empecé por lanzar una lluvia de shuriken a sus posiciones, pude darle a tres de ellos, los más lentos en reaccionar, los demás, habían brincado a tiempo, uno de ellos se detuvo a auxiliarlos.
Eran once en total, un contingente moderado para cazar a una sola persona, trepé por la pared del único edificio alto que había en esa pequeña ciudad, una vez asegurada a la pared, tomé mi arco y comencé a dispararles. Solo los rasguñaba puesto que eran rápidos, pero mínimo alentaba su andar. Y entonces, se me ocurrió una idea, ellos no podrían trepar si las paredes se llenaban de hielo.
Comentario de la Escritora:
Perdonen la espera, pero me encanta dejarlos con duda.
Tengo una duda....
¿Damon o Jaziel?
¿Rompemos relaciones?
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Lady Killer II .- Perfeccionando a la Asesina
General FictionElla tenía una nueva familia. Ella tenía buenos amigos. Ella estaba enamorada. Hasta que un día, ya no tenía nada. ¿Qué haces después de perderlo todo? Peleas por recuperarlo.