XXIV

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Estaba barriendo las hojas que la lluvia había arrancado de los árboles y que habían invadido el jardín, mientras el sol terminaba de esconderse tras la línea del horizonte.

Ya estaba vestido, con mi camisa blanca recién planchada, y mis pantalones negros ajustados.

El corazón me latía a mil por hora, porque hoy venías a cenar.

¿Estarías tú también nerviosa?

Había reproducido nuestra conversación millones de veces en mi cabeza.

¿Quién preguntaría a quién primero?

¿De qué temas charlaríamos?

Había terminado de barrer el jardín y me dirigía a entrar de nuevo en casa, cuando escuché tu voz.

Me giré, y te vi.

Con un bonito vestido negro.

Entre los brazos de otro chico.

Sus labios unidos a los tuyos, como los nuestros habían estado en mi sueño.

Los ojos comenzaron a escocerme,

así que eché a andar.

Y después a correr.

Sentí un fuerte dolor en el pecho, como el de un infarto.

Pero simplemente era mi corazón,

fragmentándose en miles de piezas irreparables.

Maggie, ¿qué acababas de hacerme?.

N x.

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