Prólogo
Los gritos se escuchaban prácticamente en todo el hospital.
Exactamente las 9:45 pm después de más de 6 horas de gritos, exclamaciones y maldiciones y después de haber pujado muchísimo. El llanto de una nueva criatura inundo toda la habitación.
Anastasia estaba agotada, su cabello dorado se adhería a su sudorosa frente, sentía como si un autobús le hubiera pasado encima. Sus ojos grises se cerraban del agotamiento lentamente y ella solo deseaba poder dormir.
Recostó su cabeza de la almohada. Se sentía más ligera.
Un pequeño gimoteo la despertó, era muy ruidoso y molesto. Abrió los ojos y vio a su madre. Tenía una enorme sonrisa en sus labios y en sus brazos sostenía con adoración una pequeña y suave manta rosada clara.
-¡Es tan hermosa, Annie!- Exclamo encantada. –Tiene unos enormes ojos marrones.- Dijo mientras arrullaba a la pequeña, la cual se acurruco feliz hacia ella por recibir afecto.
-¡Mamá!-Gruño. Solo deseaba que se callara y se llevara a esa pequeña cosa revoltosa lejos para poder dormir en paz.
-Y tienes que ver sus deditos y su naricita. Es por completo adorable.- Siguió hablando ignorando a su hija. Estaba demasiado absorta en la pequeña en sus brazos.
-Mamá.- Repitió Anastasia.
-Se parece tanto...-Ya no la soportaba.
-¡MAMÁ!- Grito.
Su grito asusto a la pequeña que empezó a llorar logrando que la cabeza de Anastasia punzara.
-Cállala.- Dijo con los dientes apretados.
Su madre empezó a balancear a la bebé.
-Debes cárgala, Annie. Ella lo quiere.- Le dijo.
Ella negó con la cabeza e hizo una mueca.
-No quiero.- Masculló.
Su mamá la miro de manera compresiva.
-Cielo, ahora tienes una bebé en la que debes pensar.- Le murmuro y con cuidado acerco a la recién nacida a ella para que la pudiera observar por primera vez. La bebé se había quedado dormida.
-Yo no quiero esa bebé.- Farfullo volteando su cara, alejándola de la chiquilla.
Su mamá la vio afligida. Anastasia solo la ignoro.
-Pronto el vendrá y seremos felices.- Susurro con voz soñadora.–Solo Tony y yo.- Al igual que la pequeña, con el silencio; Anastasia se quedo dormida.
Sin embargo, Grace aun cargaba a la pequeña.
-No importa lo que ella diga, bonita. Eres hermosa y yo te amo y lo hare por ambas.- Expresó con ternura y empezó a tararearle una canción de cuna.
Con delicadeza la recostó en su pequeña incubadora y la observo dormir.
-Mi pequeña Alexandra.