Cuerdas

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Cambió a su forma felina y escapó con toda la velocidad que su pequeño y ligero cuerpo le permitía, huyendo del aroma que casi logró que se aprovechara del estado en el que se encontraba el omega.

¡Dios! ¿Estaba loco acaso?

Su gato interno seguro lo estaba. ¡Por favor! Jimin tenía apenas diecisiete años, ¡era casi un niño! Y su gato sólo pensaba en marcarlo como suyo de todos los modos posibles.

Quiso agrandar la distancia todo lo que pudiera, siguió su carrera hasta que encontró al árbol gigante, subió a una de las ramas más altas, y empezó a maullar con desconsuelo. Dejó que su tristeza fuera exteriorizada por el gato, a sabiendas de que su alfa se sentía un fracaso por rechazar al menor, quería regresar y pedirle perdón al igual que su felino.

Jimin era ahora un omega en toda regla y él no podía dejar de sentirse sucio. Todo el tiempo había asumido cuál era la casta del menor y recién hoy la realidad lo golpeaba en la cara, hoy era consciente que, desde la primera vez que se vieron, ambos gatos se habían reconocido.

Iba de un lado al otro en la misma rama, mientras ésos pensamientos invadían su mente, abrumándolo. Peleaba por poner algo de sensatez en la cabeza del felino que tenía tantas ganas de enterrar la nariz en la fuente de aroma del omega y sentía los colmillos picar con anhelo de morder su virginal cuello y marcarlo como suyo.

Jimin

El bello y dulce omega seguro estaba sufriendo. Odiaba lo caprichoso que podía llegar a ser el destino. Emparejarlo con alguien menor que él, en un lugar como ése, siendo regido por estúpidas normas sobre las 'clases sociales', ¿qué tipo de vida le esperaba a una pareja como ellos?

Desde pequeño lo habían instruido para que ni siquiera sea cercano a un gato de tan baja estirpe, que debía buscar una omega de su misma clase para no perder lo puro de un gato montés en su descendencia; no negaría que antes compartía el mismo razonamiento pero ahora... Ahora cruzaría todos los límites impuestos, le importaría muy poco lo que los demás félidos dijeran, completaría el vínculo y crearía el lazo, formaría una familia con tan hermoso omega ¡sería tan dichoso al lado de Jimin!... Si tan sólo una amenaza no estuviera teniendo a su omega como en el centro de una diana, esperando por un paso en falso.

Sus maullidos lastimeros hacían eco entre los árboles y algunos roedores asomaban la cabeza a puertas de sus refugios para luego volver a esconderse asustados. El viento era helado a esas horas y sacudía las ramas con fuerza, haciendo difícil mantener el equilibrio pero apenas era consciente de lo que hacía, sólo repitiéndose que debía quedarse ahí mismo, que no se podía permitir bajar porque sabía que al intentarlo, su alfa usaría todos sus sentidos para guiarlo a Jimin.

Se quedó despierto toda la noche, oponiéndose a los instintos del alfa dentro de él. Había invertido tiempo y fuerza de voluntad necesaria para no buscar a Jimin pero al amanecer, su cuerpo se sintió tan pesado que detener la naturaleza del gato salvaje, fue imposible.

Sus iris cambiaron a amarillo-verdoso y sus pupilas eran dos finas líneas, levantó el mentón, olfateando el aire en busca de la deliciosa esencia de su pareja. Volvió por el camino que hubo recorrido el día anterior, llegando al lugar exacto donde estúpidamente había rechazado a su omega. Halló sus propias ropas entre las hojas secas y las vistió otra vez. Su sentido del olfato estaba bastante sensible, tanto, que pudo reconocer el leve rastro de Jimin y lo siguió sin dudar.

Rastreó el aroma del gato doméstico hasta llegar a una pequeña casa de dos pisos. A Yoongi le hubiera gustado recordar la dirección pero el alfa felino no estaba interesado en saber dónde se encontraba, lo único importante para él era tener la certeza de que su omega estaba ahí.

Por un ronroneo 🐈 - YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora