Diversión

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Su primo Jungkook solía decir que tanto pasear por los montes le iba a causar problemas y, años después, podía admitir que tuvo razón, pero fue ahí donde su vida marcó un antes y un después.

🐈

Agazapado entre la hierba de altas hojas secas, observaba a una liebre que parecía haber notado su presencia por lo rápido que movía sus largas orejas; por su parte, él quería romper en carcajadas y decirle que sólo jugaba, de ser posible, preguntarle si podían ser compañeros de juego pero su cola tuvo que arruinar el momento, como si tuviera vida propia se había deslizado de izquierda a derecha, moviendo las hojas secas y ahuyentando a su futuro nuevo amigo.

La liebre había empezado a saltar despavorida y sin poder evitarlo, comenzó a correr tras ella, persiguiéndola y riendo internamente por lo entretenido que estaba.

La siguió por unos minutos hasta que la muy astuta se perdió de su visión, y todo había sido tan divertido... hasta que notó que estaba perdido. Su primera reacción fue asustarse pero su primo Jungkook decía: "si crees que te has perdido, sólo vuelve sobre tus pasos" y éso iba a hacer, de verdad, pero un bufido lo distrajo. Volteó buscando el origen del sonido, era un gato -tenía que ser un gato- al que podía pedir ayuda, porque entre felinos se ayudan, es natural.

No pudo ver al que creía era un felino, así que agudizó el oído para seguir el sonido, siendo guiado a una parte aún más espesa del bosque, por fin divisándolo. Y sí, sus sospechas fueron acertadas, era un gato. Un gato muy, muy grande... Aunque quizá no tanto, su percepción de 'grande' no era la normal, según se burlaba su primo, porque Jungkook tenía dos años menos que él, sin embargo era más grande por ser un alfa y todos decían que él era un omega a pesar de no haber experimentado aún un celo, pero él contraatacaba diciendo que había otra posibilidad, la de ser un beta así que...

Ah sí, el gato grande.

Tenía una apariencia parecida a la suya. Las rayas estaban de moda y él llevaba las suyas con orgullo, amaba sus rayitas doradas. Pero el otro felino se veía muy intimidante y esta vez no exageraba, estaba mostrando los colmillos, con el pelo -gris, negro y rubio- levantado, en una posición rígida, con intención de atacar y su cola se notaba bastante erizada. No, no eran solo los pelos que lo hacían parecer amenazante, era la cola misma, nunca había visto una así en un gato, era al menos el doble del grosor normal pero corta.

Era un gato extraño.


Esta vez un gruñido felino lo sacó de sus pensamientos. Había un zorro frente al otro gato y él se asustó, ¿acaso estaba en la zona más salvaje del bosque? ¡Ay no, ambos estaban perdidos y a ése gato se le ocurría la peor idea: desafiar a un cánido!

Lo único que se le pudo ocurrir para salvarlos fue soltar un bufido y que el zorro creyera que habían más gatos escondidos, así ambos podían ayudarse y salir de ahí con vida. Ése era el plan, pero un instante después, veía al zorro alejándose de allí dejándolo sorprendido. El gato extraño volteó en su dirección, lanzando un bufido, enojado.

Un segundo. ¿Estaba enojado con él? Pero si debía estar agradecido.

El otro comenzó a caminar entre la hojarasca, escondiéndose tras un árbol y de pronto, había un muchacho de cabellos negros, con pantalones del mismo color, terminando de colocarse una camiseta blanca. Jimin quedó perplejo.

¡Era un cambiaformas felino, que suerte!

Estaba a punto de transformarse a humano con intención de presentarse como era debido pero el muchacho se le acercó.

Por un ronroneo 🐈 - YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora