Cuando era niño, mi juego favorito, eran las "escondidas", un niño se tapaba los ojos mientras contaba, y los demás tenían que esconderse de el.
Al finalizar de contar, el chico iba en busca de todos.
Simple y divertido.
De pequeño....Todo era mejor...Dejé la chamarra en el suelo, cerré la cerradura de la puerta principal, y me dirigí a mi habitación.
No tenía mucho apetito.
Entré al cuarto y me tire en la cama,Revise mi bolsillo hasta sacar la misteriosa tarjeta.Era color marrón claro, era gruesa, más que una tarjeta habitual, además de ser pesada. Tenía un marco color negro alrededor, y en el centro, con letras cursiva, se leía un número telefónico.
Sí tienes las agallas
Repetía una y otra vez en mi mente.
Sí llamaba, ¿qué pasaría?
¿Cuál era el misterio?
¿Cambiar mi vida en un segundo?
¿Es posible?
Nadie me puede obligar a quedarme pegado al celular y hacer todo lo que la persona que conteste me diga.No.
La trampa estuvo bien hecha.
Era tentador.
Además...
¿Me gustaba mi vida?
...
No
...
Mañana sabré que hacer....
Se escuchó un sonido en mi teléfono celular.
Al final sí marqué.
Que rápido me decidí.
Estaba marcando.
Todo era normal.
...
Nadie contestó.
No me importaba.
Ridículo
Dejé encima de mi almohada el celular y me dispuse a prepararme para dormir, desaté las agujetas de mis tenis y los retire. Iba a quitarme los calcetines cuando se escuchó un sonido en mi celular.
Había llegado un mensaje.
...
Mi mano tembló, un espasmo casi imperceptible.
Cogí el celular, era un mensaje de un número desconocido, el terror creció.
¿Lo abro?
¿Debería revisar su contenido?
¿No era todo la antes sucedido lo suficiente como para ponerme a llorar y sentirme inseguro?
En ese momento, un nuevo pensamiento me llenó de horror.
Ni siquiera me importaba.
Era como sí hubiera dejado de vivir, como si todas las malas decisiones de mi vida me han convertido en un pedazo de carne sin alma.
Sin vida.
Sentía unas inmensas ganas de llorar.
Mi párpado tuvo un ligero espasmo, estaba cansado.
Abrí el mensaje, era obvio que lo haría.
Lo leí.
Decía:
Vaya mierda en la que te has metido, muchacho.
No te culpo, tu vida no puede ser más mierda, eso lo sabes hasta tu.
Ahora, sal de tu apartamento y búscame en la calle 4 de Joogerbrook.
Oh, y sí, dije ahora, no querrás quedarte al desenlace
...¿Qué?
Sabe donde vivo.
No seas estúpido, sólo sabe que vives en un apartamento
Calle 4, Joogerbrook, la conozco, queda a diez minutos a pie de mi casa.
¿Ahora mismo?
¿A qué se refiere?
Un sonido de radio me arrancó del trance.
¿Qué?
Se encontraba cerca mío, lo escuchaba.
Comencé a buscar por toda mi habitación.
Finalmente noté de donde provenía, mi cama.
Revolví las sábanas, las arrojé al suelo, y, encima del colchón, se encontraba la tarjeta.
La cogí y me la acerqué al oído, se intensifico la radio transferencia.
Rompí la tarjeta a la mitad, dentro había un pequeño pedazo de metal con un pequeño punto gris.
Tenía una antena ladeada.
No sabía que podía ser, obviamente la loca idea de que fuera un chip de rastreo fue desechada rápidamente de mi mente (lo pensé), básicamente por que sonaba ridículo.
Tiré al suelo el aparato y lo pisé, rompiéndolo en varios pedazos.
...
Silencio.
...
Los autos pasaban por la calle de fuera, se escuchaba como pasaban encima de los charcos formados por la lluvia.
Autos se estacionaban afuera.
...
Me dedique a tender mi cama de nuevo, no quería dormir en una desacomodada.
Estaba a punto de colocar una almohada, cuando se escucho un fuerte estruendo.
Di un pequeño salto, había sonado cerca.
Las alarmas de algunos coches habían sonado, pero después de cuatro segundos los dueños las apaciguaron.
Me dirigí a la ventana, mire debajo mío y vi la puerta del del cancel del edificio derrumbada, las bisagras se veían tiradas en el suelo, humeantes.
Escuché unos pasos fuertes correr hacia arriba.
Mi cabeza daba vueltas, ¿qué demonios estaba pasando?
Entonces se detuvieron, no supe en que punto, pero lo hicieron.
Me acerque poco a poco a la puerta principal, tratando de no hacer ruido, se escuchaban perros lejanos ladrando.
Observe por la mirilla de la puerta.
Estaba oscura, alguien la estaba tapando.
Tocaron la puerta.
Mi corazón latía horriblemente.
No quiero morir
No seas estúpido
Tocaron de nuevo.
Pase saliva por mi seca garganta, y con la voz ronca que me quedaba logre articular:
— ¿Quién es? —
...
Volvieron a tocar.
Esta vez más fuerte.
...
Me quede inmovilizado por casi 5 minutos, en la misma posición.
Mi cuerpo no quería moverse, no podía, sentía calor y escalofríos por todo mi cuerpo, pánico.
Estaba temblando.
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Vincent
AçãoVincent, un hombre de 20 años, se enfrenta a las constantes preguntas de su vida, lo que ha logrado, sus metas, y las elecciones de su pasado. Un día lo encuentra un misterioso hombre, que le dará una opción para cambiar totalmente el rumbo de su...