Abrí mis ojos, estaba en una habitación completamente oscura, me sentía cansado, intenté levantarme pero mis piernas se sentían pesadas, miré a mi alrededor y todo era oscuridad, miré hacia arriba y había unos tubos que soltaban un líquido negro, en el centro del techo había una gran luz blanca que iluminaba toda la estancia, se sentía como si me hipnotizara, era tan brillante y cálido que envolvía por completo el lugar, volví a mis sentidos al sentir una fría corriente y el líquido negro cubriendo mis piernas, conseguí sentarme y empecé a arrastrarme en busca de una salida, sentí un gran dolor en el pecho y miré a la luz, un humo negro la rodeaba...
Entonces desperté, estaba en mi habitación en la organización, me revolví entre los cojines grises, bostecé haciendo que algunas lágrimas salieran de mis ojos, mis párpados se sentían muy cansados y me di la vuelta intentando conciliar el sueño, sin embargo abrí los ojos como platos al ver a un chico frente a mi, tenía el pelo rapado por el lado derecho y su flequillo era largo, estaba colocado detrás de su oreja y su piel estaba bronceada, sus ojos eran de un tono rojizo que desprendía una alerta de peligro, en la parte rapada de su cabeza había tres cuernos cada uno más grande que el otro, sus labios se curvaban en una sonrisa burlona, salté de la cama dando un grito cosa que hizo que el chico soltara una risa, Selene, Thalia, Gabriel y Oliver no estaban por ningún lado de la habitación y no conseguía sentir sus presencias, sólo conseguía sentir un gran dolor de cabeza. Oí otra risa proveniente del chico y llevé mi atención hacia él.
- Tranquilo, que no muerdo, por ahora - Su voz era grave y parecía un susurro, se puso frente a mi y no pude evitar sentirme amenazado, era mucho más alto que yo, mi cabeza llegaba a su pecho.
- ¿Qué haces aquí? - Pregunté poniéndome de puntillas para intentar parecer un poco más alto, usé el tono más confiado que tenía pero no pude evitar tartamudear durante prácticamente toda la frase.
- Uh, que miedo, no hace falta ser tan agresivo enano - Dicho esto puso su mano en mi cabeza presionando para que me pusiera normal y revolviendo mi cabello - Sólo vengo buscando ayuda y se que tu me puedes ayudar.
- ¿Qué te hace pensar eso? - Él apuntó a mi pecho con su dedo índice y una luz apareció.
- La luz, eso te hace diferente, así que tu me ayudarás.
- ¿Sólo por ser diferente? Eso no tiene lógica - Dije alejandome y poniendo mis manos alrededor de la luz.
- Oh, venga, sé que tu puedes ayudarme a descansar en paz, esa luz es calmante, algo podrás hacer.
- Si, ahora mismo lo que puedo hacer es dormir - Dije tumbandome nuevamente tapándome con las mantas.
- No me iré hasta que me ayudes, y si es verdad que no sabes como ayudarme me quedaré siempre contigo - Dicho eso se tumbó encima de las sábanas a mi lado.
- ¡Hey! ¿¡Qué crees que estás haciendo!? - Dije mirándole y aguantando las ganas de darle un puñetazo.
- Poniéndome cómodo.
- ¡Fuera de mi cama!
- No quiero, y no puedes hacer nada contra un demonio - Suspiré, tener a este tío todo los días en mi cama no era nada bueno, mucho menos para un adolescente con sus hormonas.
- Bien, ¿cómo puedo ayudarte? - Me senté y él dio un salto quedando de pie en la cama - pero antes de que digas nada, ¿Quién eres?
- Soy Azarel, tengo 19 años y como he dicho anteriormente soy un demonio.
- Bien, ahora, ¿cómo puedo ayudarte?
- Hace 34 años mi hermana y yo morimos en un incendio, nuestro padre murió con nosotros y mi madre consiguió salvarse, necesito encontrar a mi hermana, y ver a mi madre, quiero poder descansar - Dijo con una expresión seria.
- ¿Y eso no puedes hacerlo tu solo? - Me volví a tapar con las mantas.
- No, o me ayudas o no te dejo en paz - Suspiré.
- Bien, te ayudaré, pero por la mañana, ahora déjame dormir - Metí la cabeza debajo de la manta y pude sentir como Azarel se tumbó a mi lado y puso su brazo alrededor de mi, suspiré y solté un pequeño gruñido de disgusto revolviendome entre las mantas.
El día se haría demasiado largo.
Me desperté y no vi al demonio por ningún lado, tal vez se había ido, tal vez, aunque era poco probable, los demonios nunca se rinden, me levanté y fui hacia la cocina, como me esperaba ahí estaba él, se encontraba sentado en la encimera mientras que Selene y los demás le miraban desde el marco de la puerta, Selene me miró.
- ¿Quién es él? - Dijo, parecía que de un momento a otro le saldría humo de las orejas.
- Él es Azarel - Hice una pausa y él levantó la mano en forma de saludo - Es un demonio y se quedará aquí un tiempo, no será demasiado, ¿verdad? - Le miré y él sonrió.
- Claro que no, sólo hasta que me ayudes.
- Pues ya puedes ir esperando, porque no veas la pereza que me da - Dije abriendo la nevera cogiendo la leche y echándola en mi taza, sentí la mirada de Azarel sobre mi y le miré.
- Cabrón - Dijo serio, solté una risa y cogí unos cereales, me senté en la mesa y dejé todo allí, cada uno se sentó en su silla menos Azarel, que como no tenía una se sentó en la mesa.
- Si quieres mi ayuda tendrás que esperar, si no, siempre puedes irte, nadie te detiene - Dije empezando a comer, él se quedó callado viendo mi taza, ahora que lo pienso, ¿los demonios comen? Se que los espíritus no, pero tal vez los demonios si - ¿Quieres desayunar?
- Mm... quiero desayunar - Dijo inspeccionandome de arriba a abajo, me levanté y cogí una silla plegable colocandola a mi lado, le prepare el desayuno y lo dejé allí, él se sentó y comenzamos a comer en silencio, era extrañamente agradable, la única persona con las que he comido son Samantha y mi madre, creo que esto no será tan malo.
Eran las cinco de la tarde, a esta hora todos en la organización tenían un descanso y se iban a dormir, y yo siempre aprovechaba el silencio para poder leer tranquilo en mi apartamento, pero hoy sería algo complicado teniendo a un demonio toca pelotas encima todo el rato.
- Oye, ¿qué lees? - Preguntó apoyando sus brazos en mi cabeza, como odio ser tan bajo.
- Un libro - Dije moviendo la cabeza intentando apartar sus brazos sin dejar de leer.
- No jodas - Dijo revolviendo mi pelo - ¿No soy tonto sabes? - Los demás se quedaban en la cocina observando, no se fiaban, cosa que era normal, ¿quién confiaria en un demonio?
- ¿Qué libro es? - Mierda, me iba a descubrir.
- Uno.
- Déjame ver - Dijo quitándome el libro de las manos, empecé a intentar quitárselo pero era como ver a un chihuahua contra un gran danés, no era muy efectivo, leyó el primer párrafo y se quedó de piedra cosa que aproveché para quitarle el libro con las mejillas sonrojadas - ¿Eso es una novela erótica gay? - Asentí en silencio - ¿Pero tu no eres muy pequeño? ¿Qué edad tienes?
- ¡La suficiente como para ver penes! ¡Así que cállate! - Dije levantándome dirigiéndome a mi habitación, él vino detrás de mi.
- ¿Eres gay?
- ¡No! ¡Sólo lo veo por la historia! - Dije escondiendo el libro debajo de la almohada.
- ¿Y por eso estabas leyendo una de las páginas de sexo? - Me quedé en silencio, esto no podía ser más vergonzoso - ¿Los demás libros que tienes aquí también son novelas gays? - Me senté con las piernas cruzadas en la cama.
- No, también hay algunos mangas yaoi - Dije, mientras él ojeaba algunas de las estanterías.
- Y parecías inocente.
- Me lo dicen mucho - Dije sacando el libro de la almohada y seguí leyendo, él se quedó en completo silencio un rato, luego se sentó frente a mi y continuamos en silencio, sin embargo no era un silencio incómodo, no parecía molestarle que leyera en vez de hablar.
Se me hacía raro tener que lavar dos platos en vez de uno después de cenar, pero Azarel también tenía que comer, me estiré y fui a mi cuarto, Azarel estaba tumbado en mi cama, suspiré y le miré.
- Fuera de mi cama, es muy pequeña para dos - Dije cruzandome de brazos.
- Para tu información, no pienso dormir en el suelo - Como odiaba la convivencia con este tío, me dirigí hacia el armario y me quité la ropa quedando así en calzoncillos, me puse un jersey grande, las mangas caían por mis manos y me llegaba hasta las rodillas, era rosa y algo desgastado, me lo había regalado mi madre cuando era pequeño, le pertenecía a mi padre, me metí en la cama cubriendome con las mantas hasta la nariz mientras le daba la espalda a Azarel, él estaba tumbado encima de las mantas, murmuré un "buenas noches" y cerré mis ojos, sentí como él se daba la vuelta y me abrazaba desde detrás, me habría quejado, pero me daba mucha pereza y tenía mucho sueño.
~●♡●~
Llegó el demonio :3
Este ha sido el capítulo que más he disfrutado escribiendo (σ❛ᴗ˂̵)σ✧
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Amor más allá del Espíritu
RomanceDesde pequeño Caleb fue especial, siempre tuvo muchos amigos imaginarios y jugaba todos los días con ellos, así el nunca estaba sólo ya que a él le daba miedo estar sólo, veía cosas, gente tenebrosa que iba a por él, en su habitación, la cocina, la...