ALGO DE ÉL

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Todos se marcharon ante la amenaza del director

- Ya era hora de que se fueran esos estorbos - se quejó en voz alta Frankenstein

respiró hondo y se giró hacia su maestro

- maestro venga por favor - pidió dirigiéndose hacia la habitación del menor

El azabache no se hizo de rogar, camino al lado de su sirviente

Ambos caminaron cuando estuvieron en la puerta, Frankenstein entro sin llamar y su hermoso rostro se deformó en sorpresa y confusión ante la presencia de una niña pequeña

Cualquier insulto, conjetura o explicación se borró de su mente

- ¿Qué demonios.....? - fue capaz de murmurar

Raizel solo miraba cada expresión del humano y después a los niños
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Habían terminado de comer hace rato y ahora le dió un baño a la pequeña pues aún estaba con la sangre de su hermano

Aquello era un suplicio pues era una mujer aunque fuera una niña pequeña, pero no podía dejarla llena de sangre y como no traía ropa pequeña tuvo que usar una camisa a modo de vestido

Estaba admirando su trabajo, cuando la puerta fue abierta mostrando a su padre y maestro

Cualquier palabra se negó a salir de sus labios, boqueaba como pez fuera del agua ¿Cómo explicar la presencia de la niña?

Le escucho murmurar algo a su padre que no entendió

No tenía salida, las cosas podrían salirse de control y no iba a exponerla al peligro

Antes de decir algo saco de su bolsillo un pequeño frasco

- es algo amargo pero te hará bien.... Debo hablar con ellos - sonrió a la menor

Kandre los miraba con curiosidad y miedo, ante el pedido obedeció dudosa quedándose dormida nuevamente

Draco la cubrió y dejó dormir

- responderé a todas tus preguntas - sugirió recuperando su semblante tranquilo

- ¿Quien es la niña y como llegó aquí? - pregunto Frankenstein saliendo de su enmismamiento

- se llama Kandre, ella es como yo y perdió a su madre y hermano... Bueno no pude dejarla - resumió lo sucedido no quería entrar en detalles

- ¿No es familiar tuyo? - pregunto, no quería escuchar que fuera otra hija

Siendo ese el caso prefería suicidarse a aceptarlo

- no, no lo es - respondió en un suspiro cansado

Estos días fueron una eternidad

Frankenstein soltó el aire que había estado deteniendo en los pulmones inconscientemente

- Muéstrame de nuevo ese pergamino - pidió sentándose en una silla

No quería saber más de la niña, solo aclarar las cosas con el rubiecito

Dragón agradeció que no preguntara más sobre la niña; sacó el pergamino y se la entregó Frankenstein

-  Esto no es una broma ¿verdad? - cuestionó con la mirada más seria suponiendo que lo que el pequeño rubio decía era cierto

- no, no es ninguna broma - afirmo con firmeza

Al menos hoy el mayor estaba tranquilo y abierto al diálogo, no como ayer, supuso que había tenido tiempo para reflexionar

CRUCIGRAMASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora