Al despertar me llevé una noticia bastante mala. Resulta que todavía no iríamos a la ciudad, porque entre todos y no sé en qué momento, decidieron que por un tiempo largo podríamos quedarnos ahí, Daryl había cazado ardillas y venado y los Morales tenían varias latas de reserva. Todavía estaba el tema de las armas, pero no había nada que por el momento no pudieran solucionar un par de cuchillos. No habíamos visto ni oído a un Caminante en ningún momento, y me sentí realmente reconfortada por eso. Esperaba lo mejor de este lugar, aunque sea por un mes, un mes de casi tranquilidad. En fin, me dijo Merle... si, Merle, que en cinco días si tendríamos que ir. Por ahora solo podía cuidar de los chicos y hacer los trabajos que se nos asignaron a las mujeres, que por cierto, eran de lo más injustos. Mientras Dale vigilaba, Daryl cazaba, el imbécil de Ed se quedaba sentado fumando y tomando cerveza, Shane daba las órdenes y Glenn ayudaba, nosotras teníamos que fregar ropa todo el día. Cocinar. El mundo se había acabado y seguía siendo machista.
Pasaron dos días desde que llegamos y de a poco nos íbamos organizando mejor. La repartición del trabajo era la misma, pero nos llevábamos bien y la mayoría de nosotros sabía convivir entre sí. A excepción de Daryl y Merle, que o se iban a quién sabe dónde o cazaban, o estaban apartados. Pero Daryl me caía muy bien. No era como su hermano mayor. Tenía algo que me hacía pensar que no quería ser así, como si todo el tiempo tuviera una lucha interna. Como si no quisiera encariñarse demasiado por miedo a terminar lastimado. Pero parecía que quería integrarse. Y por más frío que sea tiene algo que me atrae. Con once años más que yo y todo. Una vez hablé con él y me aconsejó que no dejara que Merle se acercara tanto a mí. Igualmente, ni que tuviera planeado sentarme a tomar café con él. De todos modos, no puedo definir qué es lo que siento cuando lo veo. Y puedo jurar que él también me ve a mí.
-Emma -Carol, la esposa maltratada de Ed, había interrumpido mis pensamientos y estaba parada enfrente de mí.
-Sí, dime, qué pasa?
-Puedes cuidar a Sophia un momento? Ed me necesita y no sé para qué es -Sophia es su hija, y la mayor parte del tiempo está tan callada que pareciera no estar ahí.
-Sí, claro, dónde está?
-Cerca del lago con Carl, no confío en dejarlos solos. Y Lori está con Shane, quién sabe dónde.
-Ya voy.
Me levanté enseguida y me encaminé el lago a paso rápido. Estaba unos metros más abajo pero aún así se podía ver desde el campamento. Vi que Amy y Andrea estaban pescando, no sabía que podían. Sophia y Carl estaban chapoteando en el agua y embarrándose, como hacía yo a su edad. Me tomó por sorpresa el impulso de meterme allí con ellos pero me contuve, si quería que me tomaran en serio esa no era una buena manera de empezar.
-Te pusieron de niñera? -cada vez que costaba menos reconocer la voz de Daryl, ronca y con acento sureño.
-Es un favor, ya te cansaste de cazar? o se se lo has dejado a Merle por que es mejor?
-No. Es un descanso -dijo enseriándose más de lo que estaba- de todos modos, que sabe tú de cazar? debes tener 13 años.
-Sabes muy bien cuántos años tengo -lo sabía? de verdad parecía tan chica?- y si es un descanso eres libre de irte a descansar a otro lado.
-Me da igual -hizo un gesto de indiferencia con el brazo y se alejó colina abajo, cargando su arma predilecta e el brazo izquierdo: una ballesta. No podía saber si de verdad le gustaba o era para parecer rudo. Porque esa cosa parecía pesar ocho toneladas.
No entendía porqué hablaba conmigo y no con los demás. Se limitaba a darles lo que cazaba, a cenar con el resto alrededor de la fogata y de vez en cuando a preguntar si había algo que hacer. Después, creo que no lo había visto hablar con nadie que no fuese Merle.
-Daryl! -lo llamé. Quería seguir conversando.
-Qué quieres? -es tan dulce que podría untarlo en pan. Hágase notar el sarcasmo.
-Puedes venir un minuto? quiero preguntarte algo! -renegando se acercó lentamente de nuevo hacia donde yo estaba, sentada en una roca cerca del agua.
-Qué quieres? -repitió- tengo que irme.
-Sí, debes estar muy ocupado. Quiero que me enseñes a cazar.
-En serio? mira tus brazos, seguro no puedes levantar ni un cuchillo. Para qué quieres aprender a cazar?
-Las apariencias engañan... Nunca juzgues a un libro por su portada... y todo ese montón frasesitas, las conoces? Bueno, te aseguro que puedo, y quiero. Porque cuando te conviertas en caminante alguien tiene que sustentar a los demás.
-No tengo tiempo para enseñarte. Y además tengo una reputación, sabes? -bromeó.
-No pareces el tipo de persona a la que le importan esas cosas. Puedes o no?
-Puedo. Pero no ahora.
-Perfecto. Mañana, a primera hora. Está bien? -me levanté y extendí la mano.
-Supongo. Ahora, me tengo que ir -hizo caso omiso de mi gesto para cerrar nuestro "trato" y se dio vuelta para irse.
No me molesté en preguntarle a dónde. Tampoco me importaba saberlo. O sí?