Capítulo 31

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Capítulo dedicado a YoselinYaez3. ♥












El beso sabe a paz, a calma; a tranquilidad y estabilidad.

Así que me permito disfrutarlo; me permito, también, absorber toda la paz que el beso me brinda; toda esa protección, esa calma y seguridad. Y, por alguna razón, este beso transmite ese mensaje que dice: no voy a soltarte.

Cuando siento que mis pulmones colapsarán si no me separo de Evan, es cuando rompo el beso para tomar una gran bocanada de aire. Mi respiración es irregular y mi corazón golpea con fuerza contra mis costillas de forma violenta.

—No tienes una idea de cuanto me gustas —murmura Evan, y mi pecho se estruja con fuerza y se caliente de una emoción poderosa. Se me infla el pecho de la alegría inevitable que siento; y tampoco puedo evitar sonreír con lo que acaba de decirme.

Presiono un poco nuestros labios, antes de susurrar:

—También me gustas.

Mi pecho vibra de una emoción indescifrable, y no puedo evitar que mis manos tiemblen ligeramente con anticipación por el simple hecho de decirlo en voz alta. No puedo evitar que mi estómago cosquillee porque al fin lo dije. Porque al fin soy capaz de admitirlo.

La respuesta que obtengo de Evan es otro beso; este, en cambio a los anteriores, no es delicado. Es un beso que se siente urgente; y en cierto modo un tanto brusco, sin ser molesto.

Evan escabulle su mano por debajo de la blusa holgada que llevo puesta, y presiona su palma en mi espalda, donde puedo sentir el calor que esta emite. No puedo evitar que un estremecimiento me recorra entera en ese momento por sentir su tacto de esa manera, ni tampoco puedo evitar que un montón de sentimientos sin orden se dispersen por todo mi sistema.

Evan empuja con suavidad su mano para pegarme más a él y, yo en respuesta, aferro mis manos en puños sobre el material de la camisa que lleva puesta.

No quiero que el beso termine. No quiero que esta felicidad que me embarga se acabe jamás.

En ese momento la puerta de la habitación es abierta de golpe, y ambos nos separamos rápidamente uno del otro.

—Eli, Sebastián preparó chocolate caliente y me preguntaba si... —lo que mi hermana estaba diciendo, despreocupada y ajena a lo que estaba pasado, se detiene de golpe. Tan bruscamente, que sé que ha visto que Evan está aquí. Y no puedo evitar sentirme como una niña a la que acaban de atrapar haciendo una travesura.

Nadie dice nada. Ni me muevo, y casi puedo apostar que ellos tampoco se están moviendo. Incluso, puedo percibir que nadie respira...

Pasan unos largos y tensos segundos en los que nos quedamos quietos, sin decir una sola palabra. Un par de extensos minutos en los que el nerviosismo me carcome las entrañas.

—Yo... —comienzo, pero me detengo abruptamente porque en realidad no tengo idea de lo que quiero decir. Mi cabeza ha quedado completamente en blanco.

—¿Soy yo, o Evan realmente está aquí en tu habitación? —pregunta Carol, de repente. Y suena confundida hasta la médula.

Suelto el aire que retenía en mis pulmones.

—Él... —trago saliva, para luego aclararme la garganta y decir—: Él está aquí...

—Hola —le responde el muy cínico.

Silencio.

—¿No ya se había ido? —el tono de confusión en la voz de Carol no se va.

—Bueno... —las palabras se quedan en el aire, porque no tengo idea de qué excusa decir ahora; nuevamente, mi mente queda en blanco.

Aunque no te pueda ver ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora