Nina

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Tengo que reconocer y admitir que es demasiado cansino estar siempre en el mismo lugar. No sé si saben a qué me refiero, esa sensación de correr y correr y cansarte y dejar todo en la carrera y después de todo ver qué todavía ni siquiera llegaste a salir del punto de largada.
Creo que en claro ya quedó que tomo a la pena como musa además de condena. Casi hasta se podría decir que ignoro completamente la dicotomía que esta genera entre calvario y alegría pero no es eso de lo que hoy quisiera hablar. Hoy quiero hacer incapié en algo más cotidiano y menos rebuscado, en algo tan sencillo como molesto: las mañanas.
TODAS las mañanas en mi tiene lugar la misma batalla entre responsabilidad y confort. Cada vez que abro los ojos me planteo seriamente dejar de lado todo tipo de obligación solo para poder dormir un poco más y hacer que el sueño en si rinda un poco más de lo que lo hace. Además, quien sabe, quizá soy agraciado y tengo el placer de poder vivir algún sueño lúcido bastante fantástico, de esos que revitalizan el alma misma. A veces suelo poner algo de música para ayudarme a arrancar y a agarrar fuerza de voluntad suficiente como para poner al menos un pie en el piso, pero en ocasiones juega muy en contra…
Vamos a darle cuerpo a esto último.
Hoy me levanté con toda la poca gana existente en este mundo reunida en mi ser a las 6:20 am deseando poder dormir hasta las 3 pm mínimo. Puse algo de Queen para levantar y estaba todo bien, me estaba vistiendo bastante rápido y me sentía con un poco más de pilas; terminó y automáticamente empezó a sonar Nina Simone con “I put a spell on you” y me perdí en un reino de sombras y silencio abundantes (en criollo, me estaba volviendo a dormir). Me sentí realmente hechizado por la almohada, como si una fuerza más grande que mi voluntad estuviera atrayéndome hacia ella y adormeciéndome.
Si no fuera por la alarma de las 6:30 me hubiera quedado profundamente dormido y no hubiera ido a la escuela, estaría durmiendo ahora mismo en lugar de estar escribiendo esto y podría no correr riesgo de mojarme.
Es mediodía, todavía no comí. Las tripas me rugen cual ejército germano frente a Roma. No veo la hora de llegar a casa y alejarme de la estupidez y la ignorancia que parece reinar hoy.

DesvaríosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora