Siempre sentí hacia el colectivo una relación de amor/odio que creo es bastante común en todos. Me resulta bastante curioso e intrigante el qué tantas personas compartan 20-30-40 y hasta 50 minutos de su vida entre si sin siquiera interesarse en lo mas mínimo por el de al lado. Es casi hasta cínico.
Muchas veces me subí al colectivo con ganas de dar un mensaje, de alentar el contacto entre la gente pero pocas me animé, aunque me queda el buen sabor de haber encontrado gente que me ha hablado cada vez que terminaba de recitar algún poema, o aquella señora que al verme llorando me empezó a sacar temas de conversación y terminó abriéndome la cabeza."Tenés que quererte nene" Decía. "Tenés que quererte porque para querer a alguien más, primero tenés que aceptarte y aceptar tus errores. Querete como te quiere el que más y apreciate porque vida hay una sola y es corta."
María, 90 años. La persona que me rescató de un pozo bastante profundo un día que venía abrumado. La que me salvó de pensar.
Después, están los chicos; los nenes chiquitos. Los peques de 5-6 años que siempre miran juguetones a algo o alguien con quien compartir su risa y su alegría. 3 veces me crucé con nenes que me invitaron a jugar a ser infante de nuevo y obviamente, no lo pude rechazar. Todos se fueron a casa con algún sapito de origami o alguna grulla o algo y yo, yo me fui a casa con una sonrisa de oreja a oreja.
Los artistas siguen, aquellos que se animan a subir y compartir su arte. Cantores, guitarreros, saxofonistas, acordeoneros y en una ocasión, uno con un ukelele. Gente que abre su alma y la vuelca arriba de un colectivo para intentar subsistir en este sistema capitalista o simplemente, personas que suben a hacer lo que más les gusta sin esperar ningún tipo de remuneración económica a cambio. Una vez estaba parado agarrado del barandal y enfrente mío había un hombre de no más de 50 dibujando lo que tenía frente a él: Un dibujo muy realista de la mano de una mujer asiendo la agarradera del asiento que se encontraba delante de ella. El dibujante trazaba finas líneas negras con algún lápiz especial y plasma a la realidad de una forma muy hermosa, tanto que casi me animé a pedirle si podía vendermeló. No me animé, que tonto fui.
Por último, pero no por eso menos importante, están esos amores fugaces. A mí particularmente me gusta llamarlos amores de bondi y a la otra persona involucrada (en mi caso) "chica del bondi".
Varias veces fui presa de un enamoramiento tan intrépido como efímero arriba de un colectivo. Todo empezaba con una sonrisa tímida que pronto era desviada para después dar paso a otras. Una sola vez me acerqué a una de ellas para hablarle pero la timidez de los dos fue más grande, teniendo en cuenta que su madre estaba al lado. Esa sonrisa y esos ojos quedaron tan grabados en mi mente que estuve buscando ambos mucho tiempo. Intenté tomarme el mismo colectivo, el mismo día de la semana a la misma hora durante mínimo 3 semanas y en el último viaje, acepté que no iba a volver a encontrarla. De nuevo, y seguramente ya se lo esperarán, que tonto fuí.
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Desvaríos
RomanceAlgunos pensamientos sueltos o relacionados entre sí que vengo a plasmar de la manera que más amo y odio: con letras y rimas, con llantos y caídas, con risas y sonrisas y con esas cosas de la vida