°~ o n e ~°

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Recuerdo el día en el que ambos perdimos la virginidad hasta en mis sueños. Como tus manos pasaban por mi cuerpo, desde mi cuello hasta mis piernas, tal como después los besos fogosos nos quitaban el aliento y luego nos sentíamos flotar en el cosmos con un merecido orgasmo. Sin embargo, sabía que algo faltó y que fue totalmente mi culpa. Me gustaría volver el tiempo atrás y evitar los malos ratos entre ambos porque juro que, a pesar de tener diecisiete, te amo y no sabría que hacer si no hubiese tenido tu apoyo desde los trece. Quisiera hacer esto corto y decir todo sin tantas vueltas, pero es totalmente difícil para mi resumir en pocas palabras lo que he sentido durante cuatro años.

Si bien no podría haber sido mejor nuestra primera vez, sé que te ahorraste de tocarme en algunos lugares para que no me sintiera mal. Pero solo lograste que me sienta peor porque sabía que podría haber dado lo mejor de mí y no he aprovechado las oportunidades cuando las tenía.

He de decir que el problema no eres tú bajo ningún punto de vista, es todo mi culpa y te pido perdón por haberte hecho partícipe de mi enfermiza historia. Reconozco ser totalmente el culpable de lo sucedido y, por favor, nunca vuelvas a sentirte culpable.

Te contaré la historia completa, lo prometo Bangchan, para que puedas entender todo el proceso mental que he hecho para evitar el final catastrófico que, por suerte, nunca llegó.

La primera vez que hicimos el amor éramos unos hormonales inexpertos que no sabían hasta qué punto el baile de nuestras manos sobre nuestros cuerpos podría afectarnos mutuamente. Insisto, recuerdo como tus manos pasaban por mi cuerpo, desde mi cuello hasta mis piernas, tal como después los besos fogosos nos quitaban el aliento y luego nos sentíamos flotar en el cosmos con un merecido orgasmo. Pero hay algo que no tuvimos en cuenta, y fue tocar nuestros torsos. Yo por desgracia pienso mucho las cosas, y esa pequeña carencia de tacto generó cosas a futuro de las cuales, a día de hoy, me arrepiento.

Días después, yo continuaba pensando en aquello. Para ti seguramente sea un detalle menor, pero imagínate lo que era para mí: un coreano en Australia, con antecedentes de acoso por no hablar propiamente el idioma y diagnosticado de pequeño con depresión infantil atendida fuera de tiempo, con familiares reconocidos y, por ende, juzgado desde la cuna por los medios de comunicación. Obviamente no era fácil, pero aquello pasaba a segundo plano cuando estaba contigo, hasta ese momento.

Comencé a preocuparme por mi apariencia, pensando que no era digno de ti, que estaba gordo y que debia ser una vergüenza andar conmigo por los pasillos del colegio. Porque claro, tu eres y eras delgado, nacido en Australia y con una tranquila vida lejos de los medios. Es por eso que en ese entonces comencé a usar cremas que encontré en mi casa para hidratar mi rostro, comencé a usar maquillaje, empecé a cuidar mi cabello y empecé a hacer ejercicio. Tú viste todo y me preguntaste por qué lo hacía y yo respondía diciendo "quiero estar mas bello para ti". Con el tiempo me di cuenta que era una vil mentira y que quería hacerlo por mi, para llenar aquel vacío existencial que lo material y tu cariño no lograban hacer.

Se que suena raro, teniéndolo todo sentía que me faltaba el mundo.

Unas semanas mas tarde volví a verme en el espejo encontrándome con la misma decepción de siempre. Un rollo en la parte baja de mi pancita, brazos hinchados y ninguna separación entre las piernas. Agradecía que la grasa no se me acumulara en los pectorales, ¡Hubiese muerto allí mismo si además de sentirme gordo, hubiese tenido pechos!

Por arte de magia mi mente se aclaró y comprendió una cosa, el ejercicio no era suficiente.

Comencé a informarme sobre como bajar de peso, mas no conseguía ninguna a corto plazo. Trate dietas bajas en grasas, en carbohidratos, hasta gracias a todo este delirio fue que me hice vegano. El error más grande fue no reconocer mi límite y caer en las dietas hipocalóricas.

•Not Eat• {Chanin}. AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora