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Amaba dibujar bocetos.

Las líneas sucias, unas sobre otras, los borrones de lápiz o de carboncillo, un error cubierto por más trazos encima. Era lo que más me gustaba dibujar, aunque luego tuviera que pasarlos a limpio, porque nadie podía poner algo con tanto desbarajuste sobre su piel.

Crucé mejor la pierna que tenía doblada sobre la silla giratoria, ignorando que estaba empezando a quedarse dormida, manteniéndome inclinada sobre el papel, más cerca de lo que debería para la salud de mis ojos. Al fondo, en la otra sala, se escuchaba el sonido continuo y mecánico de la máquina de tatuar de Jungkook mientras dibujaba sobre la piel de una cliente con la que ya llevaba más de hora y media.

Chasqueé cuando volví a equivocarme al dibujar la flexión del músculo del muslo, siseé y corregí, pintando con más fuerza por encima, estirando la mano derecha para alcanzar el batido y beber un poco al mismo tiempo que trazaba las líneas.

Dibujar cuerpos de mujer era más bonito que dibujar cuerpos de hombre. Las curvas definitivamente daban vida.

Hice ruido al sorber, aprovechando que Jungkook no estaba delante y odiaba que lo hiciera, alzando la cabeza al mismo tiempo que la puerta del local se abría, dejando entrar a alguien. Solté el lápiz sobre el papel, bajando un poco el sonido de la música, dejando que el sonido de la máquina de tatuar se escuchara aun más fuerte.

Despegué los labios, separándome la pajita de la boca, con los ojos clavados en el chico que estaba en la puerta. Miraba a su alrededor con el flequillo cubriéndole los ojos, alargados, amplios y oscuros. Apreté los labios, mirándole la nariz y la forma de su boca, quedándome hipnotizada por las comisuras y tuve que morderme la lengua porque ver un piercing en esos labios sería algo por lo que yo pagaría.

Subió una de las manos, pasándose el dorso por la barbilla antes de dar un paso al interior y no pude evitar fijarme en absolutamente todo de él. En la forma que caminaba hacia el mostrador donde yo estaba, con las piernas envueltas en pantalones negros, en la manera en la que caían sus hombros por debajo de la camisa blanca, en su cuello. Tenía el pelo muy oscuro. El flequillo le cubría las cejas y el pelo le tapaba ya el inicio de las orejas, en las que marcas de agujeros pedían a gritos que volvieran a usarlos.

Y lo reconocí.

Hacía dos días había mandado a nuestra cuenta de instagram una idea de diseño para un tatuaje. Debajo de mis pilas de dibujos estaba su encargo, esperando a que me hiciera cargo de él. Tenía cita dentro de dos semanas y me pasé la misma noche que envió la petición obsesionándome con su cuenta de instagram, dedicada a la fotografía, incluso le había dado "like" a todas sus últimas fotos con la cuenta de la tienda, y había empezado a seguirlo con la mía propia. Tenía miles y miles de seguidores.

Jungkook me había llamado "loca".

— Hola. Bienvenido. — Sus ojos marrones dejaron de mirar la decoración.

Decoración que consistía en su mayor parte en dibujos enmarcados de Jungkook y míos y en fotografías artísticas que Jungkook hacía de los tatuajes que más le solían gustar.

Se llamaba Taehyung y también sabía que ayer había tomado americano en un Starbucks porque lo había publicado en su historia de instagram. Saber eso delante de él hizo que me encogiera de hombros. Centró su atención en mí y empujé el batido hacia un lado. Tenía las pestañas pequeñas y rectas. Era mucho más guapo que en las fotos.

— Hola. — No. No podía ser, su voz no podía ser tan grave de verdad. Tragué en seco mientras él llegaba finalmente al mostrador de madera negra, apoyando los codos sobre él, echándose hacia delante. El negro del mueble y el blanco de su camisa contrastaban de una forma preciosa—. Hablé con alguien por instagram hace dos días y tengo cita para la vista del diseño de un tatuaje la semana que viene y... para hacer el tatuaje para la siguiente, pero me gustaría saber si podría cambiarse por un poco antes.

Tattoo - Kth and JjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora