Capítulo 4: Arrels

1.1K 110 136
                                    

Clavaré les meves arrels
creixent de cara al cel
donaré fruit abundós
i l'hivern em despullarà
de neu em cobrirà
neu que es fondrà a poc a poc.

...

Raoul se despierta cuando los primeros rayos de sol atraviesan la fina tela de la tienda de campaña. Desde pequeño siempre ha sido muy sensible a la luz cuando duerme y en los campamentos usa un antifaz para que no le despierte antes de tiempo. Pero la noche anterior no pudo vaciar toda su mochila para buscarlo y ahora está pagando las consecuencias.

Sale de su saco con sumo cuidado para no despertar a Sam, Sandra y Andrei, que duermen plácidamente a su lado y, tras ponerse las zapatillas, se dirige hacia los baños.

Mientras recorre el camino de piedras que le lleva al barracón de los aseos, mira a su alrededor en busca de algún indicio de que alguien ya se ha despertado, pero el único sonido que acompaña sus pasos es el de los pájaros que ya empiezan a cantar vaticinando el inicio de un nuevo día.

Al entrar al baño se pone frente al espejo y recorre todo su cuerpo con la mirada, las trenzas ya un poco deshechas que recogen su pelo son el empujón final para que el catalán decida darse una ducha con el fin de poder poner orden al amasijo en el que se ha convertido su tupé.

Se quita la sudadera y se deshace las trenzas, deteniéndose un momento para admirar su cuerpo definido debido a las horas que ha invertido en surfear ese verano. Está pasando una mano por su torso justo cuando escucha la puerta abrirse y ve reflejados en el espejo a Thalía y Agoney.

Ambos llevan una toalla en el hombro y le saludan  sorprendiendose de su presencia. Thalía se introduce en el único cubículo con váter que hay en ese ala del barracón, pues este está distribuido de forma que los baños queden en el lado derecho con otra puerta diferente para acceder y, en el izquierdo estén las duchas y un baño por si a alguien le entra necesidad de ir  antes o después de ducharse.

El canario maldice mentalmente a Thalía por dejarle solo ante la imagen del catalán con el torso descubierto y agradece ser moreno para que no se note lo rojo que se está poniendo en ese momento.

Pero Raoul no deja pasar la oportunidad de jugar con el chico e introduce la mano que aún descansaba sobre su pecho por dentro de la goma de los pantalones, haciendo que estos se deslicen lentamente por sus piernas dejándole vestido únicamente con los boxers.

Agoney traga saliva de forma sonora, pero decide entrar en el juego del catalán y baja la vista haciendo con ella el mismo recorrido que los pantalones han hecho unos segundos atrás.

El rubio sonríe satisfactoriamente cuando sus ojos se vuelven a encontrar por haber conseguido su cometido y echándose la toalla al hombro se acerca a Agoney susurrándole al oído mientras roza los labios con su cuello “yo que tú me iría pronto a comprar, que luego hay mucho tráfico” y antes de entrar a la ducha pasa por detrás de él respirando en su nuca y asegurándose de frotarse lo suficiente contra su espalda antes de separarse de su cuerpo.

El tinerfeño se queda parado sin saber cómo reaccionar y sin entender muy bien a qué juega ese chico de melena rubia y carácter descarado, pero dirigiendo la vista hacia el bulto que se intuye en sus pantalones de chándal se da cuenta de que inconscientemente ha entrado en su juego.

Thalía sale del baño interrumpiendo los pensamientos del canario y con un gesto de cabeza que le indica que le siga se dirige hacia las duchas.

Mientras se quita la camiseta, Agoney respira hondo rezando para que Raoul tarde un rato más en ducharse y no aparezca mojado y con una toalla enrollada en la cintura en ese momento, y por una vez en su vida, se cumplen sus deseos, pues escucha como el rubio se va hacia la salida del baño cuando él ya está debajo del chorro de agua y no puede verle.

VOLCANS-RAGONEYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora