Chapter Two

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Se relamió los labios de derecha a izquierda al todavía oler la colonia a cerezas de la rubia impregnada en sus fosas nasales, cerrando sus ojos todavía recordaba aquella sonrisa que le "irritaba". Sin más tenía una obsesión, solo ella debía tener aquel cuerpo masacrado bajo el suyo.

Y como de costumbre desaparecería hasta el siguiente turno de vigilancia, no soportaba estar en aquel vacío... o al menos ese era el ingenioso plan que tenía.

– ¿A dónde crees que vas? – pregunto una elfa castaña de ojos miel de nombre Kiki y un gran dolor de culo para ella –. Tus heridas todavía no sanan, incluso con mis cuidados tardaras un par de horas para recuperarte de todos los disparos.

No la dejaban salir, aquello empezaba a hartarle que incluso se notaba que se le iba a hinchar una vena. Caminaba hacia la de cabellos castaños a paso lento quitándose aquellos guantes de hule, con aquella típica mirada a su procedencia.

– Y, ¿A dónde vas?

– Voy a buscar a alguien – respondió la de ojos zafiro como si fuera lo más obvio del mundo –. No hare nada que dañe mi salud.

– Julian ira contigo – pronuncio en un tono de desconfianza pura – aun no te creo.

– ¿Yo que? – pronuncio el chico de ojos heterocromos fuera de la conversación levantando se del pequeño sofá que había en ese lugar.

– Acompañaras a Sue a buscar a... ¿quién? – pregunto la de ojos miel desconcertaba por ese detalle.

– No te importa - respondió con aquellos ojos frívolos – no es de tu incumbencia.

Y sin mucho hablar salieron de aquel frio agujero que le llamaban hogar, un vacío en el cual vivía desde hace mucho más tiempo de lo que imagino alguna vez.

*****

– Duele– se quejó sintiendo arder todo su cuerpo –. Duele mucho.

Su respiración era cada vez más dificultosa, sus ojos llorosos y sus labios formaban la peor cara de todas. Gritos desgarradores se escuchaban dentro de toda la habitación, mientras se retorcía entre los edredones arcoíris.

Afuera de aquella habitación se podía ver caras de preocupación en todos lados. Algunos mordían sus uñas y tenían ojeras alrededor sus ojos, más de uno tenía algún chocolate caliente en la mano.

– Estará bien – repitió una y otra vez una chica de cabello beige –. Estará bien.

– Ya deja de hablar así me asustas a mí también – reprocho una chica de castaños cabellos, unos ligeros temblores pasaron por el cuerpo de la chica –. Joder, mira lo que haces.

– Ya deberían dejar de discutir otra vez entre ustedes – dijo un chico en silla de ruedas, tenía un rostro impasible, aunque traía unas grandes ojeras – miren como ponen Mirai.

A lo lejos se veía a al pelinegro recostada en la pared más cercana con su mirada verde pasto perdida, su cuerpo parecía estar estático, ya que no movía ningún musculo. Para todos era la señal más clara de su propio dolor e sufrimiento.

– Grant, lo sentimos – dijeron las dos al mismo tiempo con cierto arrepentimiento.

– Ya dejen de llorar, muy pronto llegara la ayuda – respondió un chico de hebras blancas que colgaba de hilos, hilos conectados a la mano del paralitico – Parecen niñas pequeñas Kazuta, Aomi. Todo saldrá bien.

Grito tras grito su garganta se desgarraba, pero aun sentía su cuerpo arder como volcán. Sus sollozos no eran escuchados, más bien no querían ser escuchados. Sus mejillas estaban completamente saladas por sus lágrimas, estas empapaban toda la almohada a igual que su sudor.

Sueño MuertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora