©OBSESSION +14 JB

©Capítulo Nueve.

❝ Discúlpate con Bean❞

Justin's POV.

Bueno, creó que todos estamos de acuerdo en que soy el mayor imbécil de este mundo.

Aun no puedo creer que acabo de golpear a su otro hermano. ¿¡Cuantos hermanos tiene!? Me odio.

¿Ahora que haré?

Ya habían pasado dos horas después de mi pelea con el hermano de Kia. Yo estaba en casa en mi habitación ya que no encontré a Kia ni a sus hermanos después de que se fueron, tampoco estuvieron en ninguna clase y yo solo iba a clases por Kia pero hoy no estaba así que no le vi el caso de ir.

Aun seguía pensando en como podía arreglar las cosas con ella, estoy seguro de que me lo dejo pasar una vez pero no creó que pase lo mismo con la segunda aparte de que ya estaba algo decepcionada de mi por mi confesión del otro día.

Unos toques en la puerta me hicieron salir de mis pensamientos.

—¡No quiero ver a nadie! —grite.

—Pues igual lo harás —mi padre entra a la habitación.

—No quiero hablar, papá —dije dando vuelta en la cama para verlo.

Él suspira.

—Esta bien —se rinde—. Pero yo en tu lugar, lucharía por esa chica —me aconseja y sale de mi habitación.

Creó que tiene razón. No puedo quedarme aquí como un idiota y dejar que Kia se aleje de mi así como así.

No lo permitiré.

**

*Al día siguiente*

Estaba en la escuela esperando a Kia en su casillero.

—¿Qué haces aquí? —pregunta una voz.

Stephen.

—Espero a Kia —le digo la verdad.

—Ah —responde simple—. No veo la manera de que te perdone tan fácil —dice abriendo su casillero el cual estaba al lado de el de Kia.

Suspiré.

—Lo se pero no se que hacer para que me perdone —jale un poco mi cabello desesperado.

Él sólo se quedo callado después de darme una mirada rápida para luego volver a sacar y meter libros.

Yo fruncí el ceño.

—Tu lo sabes —dije convencido.

—Si, pero no diré nada

—¡Tienes que ayudarme! Pensé que te caía bien —digo desesperado.

—Me caes bien pero no es algo en lo que yo deba de estar metido —se excusa.

—¡Por favor! Enserio estoy desesperado, necesito el perdón de tu hermana —volvía pedir.

Él suspira.

—Bien —dice duramente—. Discúlpate con Bean —suspira—, solo así te perdonará —levanta los hombros.

¿¡Disculparme!? ¡Yo! ¡JA! Primero volaran los marranos.

Lo mire indignado.

—¿¡Por que tendría que disculparme con él!? —exagere.