Día de Hombres.

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Domingos por la tarde. Tiempo libre donde todo puede ocurrir, inclusive las cosas más alocadas que la mente humana pueda imaginar. Ese día que todos aman y adoran por igual. Pues nada puede salir mal en domingo, es el día más perfecto de todos. Tan maravilloso es que inclusive dios lo escogió para ser su día de descanso.

Los Loud no eran la excepción. A lo largo y ancho de la morada, los quince integrantes hacían sus actividades domingueras, las cuales eran hacer absolutamente nada.

Los Loud tomaban el domingo como único día para perderse en sus propios y mundanos asuntos. Perdiéndose enteramente en la belleza y melosidad del día.

O bueno, ese era el caso de las féminas.

Los dos hombres Loud tenían una tradición, cada primer domingo del mes, ambos se tomaban el día entero para hacer las salvajadas por la qué son llamados hombres.

En la más grande de las habitaciones, ubicada en la primera planta de la casa, estaban dos adultos. Una mujer en sus treinta y ocho años, su cabellera castaña estaba recogida en una alta cola de caballo. Vestía con ropa deportiva, junto con una chaqueta de su equipo de fútbol favorito. Su rostro tenia pecas, haciéndole juego a las del albino que estaba al lado suyo.

—¿Todo listo? —Lynn le preguntó a su hermano—. Vaya, estas más emocionado de lo usual. ¿Algo en específico?

Lincoln no contesto, solo se limito buscar sus llaves; celebrando alegremente al encontrarlas en su mesita de noche, la cual estaba al lado de una larga cama, donde seguramente hubieran podido caber ocho personas; sin duda el cuarto había sido remodelado para ajustarse a la cantidad de integrantes de este.

—Solo estoy ansioso, es todo —guardo sus llaves en el bolsillo de su chaqueta y le dio un rápido beso a la castaña—. Te veré más tarde, cuida bien a los niños.

—Lo dices como si fuéramos a quemar la casa —dijo con un leve sonrojo la mujer—. Vamos, no soy una novata. Puedes confiar en mí para variar.

Lincoln se sintió un poco mal por dudar de Lynn, aunque no podía evitarlo. Con Lisa trabajando tiempo extra en la universidad y las gemelas en el Mall, Lincoln no podía evitar sentirse nervioso ante la idea de su hermana mayor inmediata a solas con sus nueve hijas.

—Solo no seas tan cruel... pero tampoco tan liberal —aclaro el hombre—. Y si alguna intenta escaparse...

—Le hago una llave, la arrastro de regreso a la casa y la amarro al sofá —interrumpio de forma autoritaria la mujer—. Ten confianza, Lincoln. Estas chicas no podrán contra Lynn Loud.

—Esa es mi chica —le dio un corto beso en la mejilla a la castaña y comenzó a caminar hacia la puerta de la habitación—. Por favor dile a Lemy qué lo espero en el auto.

El hombre salió velozmente, casi levantando polvo del suelo, salió de la casa y entro a su auto. Lynn miro con una sonrisa la escena, alegre de qué su hermano, a pesar de su edad, no perdiera su encanto.

—"Creó que me tardare un poco en ir por Lemy" —penso con una sonrisa—. "Después de todo no quiero qué Lupa se moleste conmigo".

La mujer comenzó a subir las escaleras lentamente, con la intención de llegar a la que alguna vez fue su habitación... claro, en algún momento.

•••

—¿has visto mi banda? —preguntaba el pecoso niño de largo cabello castaño descolorido y vestido con chaleco de cuero encima de una camisa con tatuajes en las mangas—. Papá me esta esperando y yo aquí perdiendo el tiempo.

The Loud House: Nueva generación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora